El tramo de costa entre Ribadeo y Burela, donde se alza el siguiente faro sobre un pequeño islote, se caracteriza por playas como As Catedrais y A Rapadoira
15 jul 2011 . Actualizado a las 06:00 h.| Corría el año del Señor de 1764 cuando el más famoso ilustrado que dio Galicia, José Andrés Cornide Saavedra y Folgueira (A Coruña, 1734-Madrid, 1803), acometía el encargo que le había hecho el rey: recorrer la costa de Galicia, desde Ribadeo hasta Tui, y enviarle una descripción detallada. Eso es lo que dejó para la posteridad, impreso en 1991 por Edicións do Castro gracias al estudio de X. L. Axeitos: Descrición circunstanciada de la costa de Galicia, y raya por donde confina con el inmediato reino de Portugal. Casi dos siglos y medio después, desterradas las mulas como medio de locomoción, La Voz de Galicia recrea ese viaje confirmando la transformación que casi impide comparar el ayer con el hoy.
Cornide no habla para nada (no podía hacerlo) de eucaliptos, un árbol que no había llegado todavía a Galicia. Su descripción se refiere a la geografía pura y dura, a la costa, los salientes, islas y playas y pueblos. Tampoco cita (no podía hacerlo, porque no estaba levantado) el faro que se yergue en la isla de A Pancha, que señaliza la entrada a la ría de Ribadeo, esta que conforma el Eo y que comparten Galicia y Asturias.
La que sigue hacia el oeste es una ribera arisca al principio, muy bonita de caminar, ya que hay una pista que discurre en paralelo a ella, y que se abre en una serie de playas después. ¿La más famosa? Sin duda la de As Catedrais, siempre concurrida.
Luego viene el desastre urbanístico: Barreiros. Bloques y bloques, en una zona otrora desértica, hasta llegar a la ría de Foz. Cornide apunta: «Sigue la costa hasta la barra de Fox (sic), por donde desemboca también el río Masma». Obviamente, el Masma continúa ahí, en un entorno dominado por los juncos y la suavidad del correr de las aguas. Un enclave bonito (con casa de turismo rural) al que sigue la villa entre marinera y estival de Foz y sus conocidas playas. ¿Dónde queda aquello que decía nuestro hombre: «Es pueblo pequeño perteneciente al obispo de Mondoñedo, en el día, aunque en lo antiguo hay tradición y aun vestigios de que llegó a tres mil vecinos, pero se halla reducido a una mediana aldea»?
En lo que tenía razón es en que hay vestigios. Queda en pie el castro de Fazouro, ya en la salida («a tres cuartos de legua de este puerto»). Ahí discurre el río que él considera homónimo y que hoy se conoce con el nombre de Ouro y se cruza por un ancho puente, dejando a la izquierda otro mucho más bonito, sin duda, y venerable.
Y al fin, Burela. ¿Tiene faro? Sí, pero en un islote situado a escasa distancia de la costa. Su nombre, muy bien puesto, es de Pedra.