El momento de la emoción

SANTIAGO

04 jul 2012 . Actualizado a las 21:10 h.

Tiempo habrá para poner negro sobre blanco las graves negligencias que han permitido que un electricista saqueara la catedral de Santiago, previsiblemente durante años, hasta convertir su domicilio en una cueva de Alí Babá con valiosísimas piezas de un patrimonio cultural que es de toda la Humanidad y 1,2 millones de euros producto, con casi toda seguridad, de la venta de muchas otras joyas que nunca volverán a su lugar de origen. Ahora es el momento de la emoción, como la expresada con lágrimas por los dos vecinos de Milladoiro, el juez Vázquez Taín y los policías que descubrieron el Códice Calixtino en un garaje. Cuando se cumple un año de la sustracción, Galicia recupera su joya documental más preciada, esencia escrita del espíritu jacobeo que durante mil años contribuyó a la construcción de Europa como hoy la conocemos.

Es el éxito de la paciencia, del trabajo riguroso y preciso de la policía, del juez Taín, del fiscal superior Carlos Varela y de dos delegados del Gobierno, Miguel Cortizo y Samuel Juárez, que han sabido aunar esfuerzos como el objetivo de recuperar el Códice requería. Lo hicieron con el empuje de la sociedad gallega y con la colaboración del Cabildo y del Arzobispado, colaboración apenas sobresaltada en ocasiones por las indiscreciones verbales del deán José María Díaz, que ha sufrido como nadie, en carne propia, el golpe del robo.

Los investigadores llegaron pronto a la conclusión de que este no era un robo por encargo de grandes traficantes de obras de arte, sino de estilo doméstico, fruto de intrigas de la catedral. Intrigas de origen laboral. Esperaron hasta que tuvieron la convicción de que precipitar las detenciones era la única vía de llegar hasta el Códice. Final feliz. Galicia recupera una parte de su historia.