Souto Paz

Cristóbal Ramírez

SANTIAGO

12 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La búsqueda de la mejor imagen. Así definen algunos libros de sociología el proceso por el cual de un fallecido solo se hablan virtudes, aunque no las hubiera poseído en vida: «¡Qué buena persona era! ¡Y cuánto ayudó a todos!». No creo ser sospechoso de haberme dedicado a esa humana labor. Y por eso leo con interés lo que se está diciendo del exalcalde Souto Paz. Ni lo comparto ni lo contradigo, porque mi contacto con él fue hablar una noche por teléfono. Eso sí, una noche muy especial.

Souto Paz no me caía bien. Sin conocerlo. Nos pasa a todos cuando nos presentan a alguien o lo vemos en televisión: nos cae bien o mal. Souto Paz era alcalde de UCD, que no tenía buena fama en los periódicos en aquella época de una Transición tan generosa con quienes habían expoliado el país durante cuatro decenios. Un partido instrumental que había tenido que ceder a la presión en la calle para llevar a España a una democracia. No eran las mejores credenciales.

Llegó el 23F y en la redacción central de este periódico quedamos por la noche cuatro personas: el director, el subdirector, un redactor que ideológicamente estaba de acuerdo con los golpistas y el que esto firma. Recibimos dos llamadas: de CC. OO. de A Coruña y de Souto Paz. Este me dijo que había reunido a los ediles para defender alto y claro la Constitución y rechazar el intento de golpe. Que con el personal o huyendo o refugiándose en Portugal, era una postura democrática muy valiente.

La vida enseña que no todo es blanco y negro. Desde aquel día Souto me cayó bien. Por eso me sumo a quienes, con sinceridad, desean que Deus o teña onde o ten.