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El gobierno ya le dio su visto bueno a las cuentas, que irán a pleno a mediados de mes
06 ene 2018 . Actualizado a las 23:41 h.El Ayuntamiento aprobará de forma inicial los presupuestos del 2018 a lo sumo en dos semanas. Serán los más madrugadores de los últimos veinte años, después de los que tramitó el último alcalde del PP, Agustín Hernández, en el 2015 y cuya gestión asumió Compostela Aberta desde mediados de aquel ejercicio, en el que la formación de Martiño Noriega se hizo con la alcaldía. El ahora jefe de filas del partido mayoritario de la oposición los tuvo disponibles, ya en vigor, desde la primera semana de enero.
Noriega habrá de esperar algo más. Las cuentas irán a la comisión de Facenda el próximo jueves, después de que la Xunta de Goberno los avalase el pasado miércoles, en sesión extraordinaria, tras una negociación con socialistas y nacionalistas que le garantiza a Compostela Aberta (CA) la tranquilidad de valerse por sí misma para su aprobación. El ejecutivo local no logró el apoyo positivo ni de unos ni de otros, pero sí una abstención que a efectos prácticos vale lo mismo. Como mucho, el gobierno se encontrará solo enfrente al PP, con un edil menos que CA. Y las cuentas no precisan mayoría absoluta. Eso sí, el pleno no les dará el visto bueno inicial todavía hasta la tercera semana de este mes. Después deberán exponerse 15 días y resolver las alegaciones, si las hubiere, con lo que no entrarán en vigor hasta febrero.
Será algo más tarde de lo que esperaba el ejecutivo local, pero le dejará por delante diez meses de gestión para intentar superar el bajo nivel ejecutor de inversiones de los dos últimos años. Uno de los objetivos que se ha marcado Martiño Noriega ante un capítulo inversor que crece y que -al margen de desconocer todavía los remanentes del 2017- se complementará con obras financiadas con parte del superávit del 2016.
El más alto desde el 2009
Y será no solo un objetivo, sino un empeño que le reclamarán socialistas y nacionalistas al tiempo que le facilitan la aprobación de unas cuentas que crecerán hasta los 110,2 millones (las más altas desde el 2009) y ante las que han coincidido en la abstención por distintas razones y partiendo de distintos posicionamientos. Porque el BNG de Rubén Cela venía de apoyar las cuentas del 2017. Pero con alguna de sus expectativas frustrada, en esta ocasión no estaba dispuesto a llegar más allá de la abstención. Y, para eso, con la exigencia de unos mínimos que asumió CA: la duplicación de la partida de ayudas para comedores y material escolar, un plan de prevención de incendios forestales, otro de supresión de barreras arquitectónicas y un tercero de empleo juvenil, además del compromiso de trabajar en el pago de impuestos a la carta.
Satisfechos con el grado de cumplimiento de sus compromisos en el 2017, los socialistas apostaron por la misma vía negociadora, pero formulando y encajando el doble de iniciativas. Hasta el punto de que Paco Reyes identifica un tercio del capítulo inversor con las propuestas de su grupo. «Hai unha impronta do noso proxecto de cidade nestes orzamentos», dice el socialista, para quien se ve que CA tenía «un relato, pero non un proxecto de cidade». Pero el nivel de aceptación del gobierno, sin embargo, no ha sido suficiente para obtener su apoyo expreso. Sobre la mesa no se han puesto cosas que Reyes también quería tratar, afirma, como cuestiones de ingresos, de personal y de carácter social, y defiende que la suya es una abstención de «incentivo». Y, al igual que el BNG, afirma que la ciudad precisa presupuestos y que no se trata de obstaculizarlos, pero ahora la responsabilidad de la gestión será de CA.
El PP ve el debate presupuestario sobrevalorado al «non cumprirse as previsións»
El PP todavía no ha fijado su posición para el pleno presupuestario, afirma, aunque todo apunta a que se opondrá. Es la tónica entre las formaciones que son alternativa entre sí. Los populares no se han salido de ella en este mandato. Y no parece que lo vayan a hacer precisamente en el año en que menos se les ha tenido en cuenta en el proceso de elaboración de las cuentas. Porque en su caso, indican, no es que «non quixeramos aportar, senón que non fomos chamados á negociación». Valorarán la cuestión la próxima semana, aunque de momento ya afianzan su argumentario sobre el bajo nivel de ejecución inversora para cuestionar las cuentas que ha formulado Compostela Aberta. «Dalgún xeito, o debate orzamentario é un tanto inflado, está sobrevalorado, porque non se cumpren as previsións: o grao de execución é moi baixo», afirma Alejandro Sánchez-Brunete. Los presupuestos deben transformarse en «feitos» y «aquí hai un grao escaso de execución», dice.