Desde niña comparan con la diva de la Navidad a Alba, una madrileña que vive desde hace tres años en Galicia y lanza ahora un villancico cuyo videoclip rodó en la capilla de Santa María
20 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Melide tiene a su propia Mariah Carey. Se llama Alba Rodrigo de la Torre y, aunque es madrileña, vive de forma permanente desde el 2020 en la capital del melindre. Cuenta esta cantante de 36 años de melena azul, conocida en el mundo artístico como Nahlax, que ya de niña comparaban su voz con la de la diva de la Navidad, a la que admira y es uno de sus referentes. Lleva desde muy pequeña practicando sus famosos whistles (esas notas agudas casi imposibles de alcanzar por la mayoría de mortales) y un experto musical refrendó el parecido entre ambas en la radio. Ahora sus caminos se aproximan un poco más, al haber lanzado un villancico propio (Feliz de tenerte aquí). Eso sí, ella canta en español y junto con su equipo han huido conscientemente de los estereotipos navideños importados desde Estados Unidos en el videoclip. «Ver nevar a través de una ventana es muy bonito, pero aquí se ve poco, y tendemos a idealizar la Navidad. Queríamos resaltar tradiciones propias: un puesto de castañas, un belén, un árbol navideño... Buscábamos que fuera muy de aquí», dice su hermano Lorenzo (apodado Lonchx, el mediano de tres, quien saca a Alba 5 años). Él es hoy su productor y compositor, un proceso en el que cada vez participa más la cantante. Explican que la elección del escenario tampoco fue casual. «Tenía que ser un sitio con magia, pero de verdad», apuntan, y las puertas de la capilla de Santa María de Melide se abrieron casi milagrosamente para el rodaje.
«Es una historia muy bonita porque solemos ir mucho por allí y nunca la veíamos abierta. Íbamos a la tapia de la capilla, que está a pie del Camino de Santiago, a componer muchas de las canciones del primer disco porque no nos gusta encerrarnos, y pensábamos grabar el videoclip de Feliz de tenerte aquí en el monasterio de Sobrado dos Monxes, hasta que tuvimos la oportunidad de entrar a la capilla y fue un flechazo», relata la vocalista. «De esta forma también ponemos en valor ese patrimonio», apunta el disyóquey Jaime Piñeiro, su pareja, representante y letrista de apoyo. Él es, de hecho, el culpable de que acabasen los tres en Melide. «Surgió una historia de amor entre nosotros y su familia es de aquí, de O Barreiro, por lo que nos compramos un pisito para venir a veranear hará unos 15 o 18 años. Nos vinimos de forma definitiva en la pandemia, a raíz de finalizar el contrato que teníamos con el ingeniero de sonido de Mónica Naranjo. Fue una etapa preciosa, muchas horas de estudio y aprendizaje, en las que tuve la oportunidad de usar el mismo micro con el que ella grabó muchos de sus éxitos. Era mi ídolo de niña, por lo que fue un sueño», cuenta Alba.
Pero ese proyecto se estancó y decidieron coger las riendas y sacar su propia música, sin ataduras y «liberados de las barreras de la música comercial». Ese es el momento en el que los tres se mudan a Melide, en una especie de retiro musical del que salió el primer disco de Nahlax y de camino viene ya el segundo, del que formará parte este villancico junto con otros temas muy dispares. Para este 2024 ya tiene unos cuantos bolos cerrados y, entre otros muchos sitios, actuará en Arzúa.
¿Y de dónde viene el nombre de Nahlax? Es un juego de letras donde incluye las dos primeras de su nombre y las de su abuelo, Antonio. Él era hijo de un hombre con talento, tanto que aseguran que el mismísimo Paco de Lucía siendo aún muy joven al escucharlo tocar la guitarra dijo que le gustaría tener sus manos, a pesar de que era un músico autodidacta y tocaba durante la guerra y posguerra para ganar un dinero extra. Antonio, aunque era comercial en Madrid y destacaba por tener buena labia, «también apreciaba mucho la música», recuerda su nieta. Tenían un vínculo muy especial y destaca que siempre se emocionaba cuando los hermanos actuaban para animar las reuniones familiares, incluso antes de que empezase el espectáculo. La mayor de los tres, también acabó dedicándose a la música, en su caso como disyóquey y técnica de sonido.
Alba explica que su hermano Lorenzo fue quien le enseñó de niña a cantar y la acompañó a lo largo de su carrera musical. Para ellos comenzó siendo un juego y acabó siendo el motor de sus vidas. Explica la cantante que de cara al segundo disco (todavía sin nombre) ya tienen unas 18 canciones en cartera. «Salen como churros», comenta entre risas, y harán un videoclip para todas y cada una de ellas. Entre los escenarios que eligen, como sucedió con la capilla de Santa María, hay muchos enclaves locales: el castillo de San Felipe en Ferrol, el antiguo sanatorio de Cesuras... Y, al igual que sucedió en su primer álbum de estudio, hay alguna letra escrita íntegramente por la pequeña de los Rodrigo, para la que es «muy importante sentir las canciones como mías», subraya. En el caso del villancico, el mensaje habla de una época del año que para ella es muy especial por la unión familiar: «Una vez fuimos muchos en mi familia y ahora no somos tantos, pero igualmente hay que celebrarlo y sentirnos felices de tenernos los unos a los otros». En cuanto a la diversidad de géneros (hay desde dance-house hasta rhythm & blues o incluso baladas al estilo de los años 30), indica Lorenzo que no ha sido algo fortuito: «Son como los estados de ánimo de cualquier persona, muy diferentes dependiendo del momento. Y, cuando hacemos los videoclips, queremos que también se plasme en lo visual esa diversidad».