Un folleto

Cristóbal Ramírez

SANTIAGO

05 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Algo he debido de hacer mal, sin duda, porque, tras publicar en estas páginas y desde hace años una ruta, con el fin de ofrecer a los lectores otra opción el fin de semana, el concello de Val do Dubra publicó hace poco un simple y estupendo folletito sobre un itinerario y he tenido que hacerme con él… en Madrid.

El tríptico en formato mini se centra en el PR-G 202, Ruta da Fervenza do Rexedoiro y, si le ha costado algo, habrá sido muy poco, porque lleva el logo de la Diputación de A Coruña. Y Turismo en ese organismo provincial lo dirige un hombre respetado por los alcaldes, sean del signo político que sean, Xosé Regueira.

Folletos hay miles por el mundo adelante, pero tan útil y claro como este, pocos, muy pocos. En 1.170 centímetros cuadrados está todo. Es mérito, desde luego, de quien así lo concibió (una empresa que según Google ya no existe) y de su diseñadora, de cuya existencia me entero ahora porque no tenía ni idea. Pero es de justicia nombrarla: Rosa Erraiz.

Si uno fue a ese escaparate que es Fitur, la Feria Internacional de Turismo celebrada en Madrid, vería que en el estand de este país había cientos de folletos. Y excepto los de Turismo de Galicia, cada uno era hijo de su padre y su madre en lo que a diseño se refiere: no hay manera de identificar ninguno de ellos con esta tierra. Puro minifundismo.

Sé que es mucho pedir —obligar no puede ni Sánchez ni Rueda— que al menos en un subsector, el de las rutas de senderismo homologadas, los ayuntamientos creen diseño y marca. O sea, que empleen el mismo tipo de letra, de mapas, de escala del itinerario y de formato. Que hagan una colección, en resumen. Porque eso sí sería vender imagen de país.