«Cada semana reparan en Concheiros algo que se rompe unas pocas horas después»

Margarita Mosteiro Miguel
Marga mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Vecinos y comerciantes aseguran que, dos años después de finalizar las obras, «se cumple todo lo que dijimos»

28 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

«¿Cómo vemos Concheiros?. Casi igual que unos meses después de que se dieran por acabadas las obras», comenta Dolores, una de las comerciantes de esta calle, que considera que el Concello tiene «nos tiene abandonados, y también a los vecinos». La remodelación, que finalizó en junio del 2022, sigue sin convencer a los comerciantes y a los residentes, que aseguran que la brigada municipal de Obras realiza, cada poco tiempo, reparaciones de la calzada, repone bolardos o recoloca los bancos de piedra.

Uno de los desperfectos más habituales y que entraña mayor peligro es el que afecta a las losas de piedra que cruzan la calzada de un lado a otro. Algunas están sueltas y rotas, quedando en ocasiones levantadas, lo que causa problemas a la circulación. Algunos bancos de piedra aparecieron desplazados hacia el interior, «pero suponemos que vienen por la noche a ponerlos bien, aunque en unos días volverán a estar desplazados», explicó la trabajadora de la Administración de Loterías. ¿Quién los mueve?. Unos creen que son golpeados por los camiones de reparto al maniobrar, pero otros se inclinan por la opción de los mueven a propósito para hacer los giros, al no poder girar en la Cruz de San Pedro.

Hasta hace unos días, una cinta de la Policía Local rodeaba los bolardos. «Vino la brigada a pegarlos, pero en unos días puedes volver, que estarán sueltos», apunta Julio, un vecino que no recuerda cuántas veces fueron reparados. Los bolardos son el símbolo de una campaña en redes sociales, en la que se fotografían con flores y cintas a modo de despedida o bienvenida, dependiendo de si son golpeados o reparados.

Otra de las cuestiones que suscita críticas es la suciedad. «Hay papeles y vasos tirados en el suelo, y grasa», comenta Paula, una vecina de Belvís. «Los de la limpieza vienen poco», comenta Jacobo, de un establecimiento de café. «Cada dos o tres semanas pasan con una máquina», dijo. Alexia, de la óptica, coincide en que «la máquina pasa alguna vez, y lo sé porque nos dejan la cristalera sucia». Asimismo, se pregunta cuándo funcionarán los contenedores de papel y plástico, que fueron sustituidos «por otros en superficie»

«Ni unas flores para alegrar la calle»

Los espacios que rodean a los árboles son otro foco de discordia. «No pusieron ni unas flores para alegrar la calle», apuntó Lucía, una joven de Fontiñas que echa en falta «un poco de color». Una de las comerciantes lamenta «la falta de atención, lo que pusieron no vienen a atenderlo, y crece sin control. Hay muchas malas hierbas». Por si fuera poco, las furgonetas y otros vehículos golpean continuamente las rejas que rodean a los árboles y algunas están dobladas.

Por otro lado, las pintadas afean portales, accesos a garajes y escaparates de bajos comerciales cerrados. En las últimas jornadas aparecieron pintadas en el ascensor de Triacastela, y múltiples pegatinas lo ensucian en el acceso desde Concheiros. Una de las fachadas de la calle se ha convertido en una especie de tablón de anuncios, donde se publicitan todo tipo actividades y ofertas.

Algunos comerciantes, hartos de retirar las heces de perros y de desinfectar delante de sus locales para eliminar el olor a orina, optaron por colocar «bebedeiros para cans, porque din que onde beben non mean. Aínda que rouban os bebedeiros; e non son os peregrinos».