El policía de Santiago que conciencia a los jóvenes: «Algúns pais xustifican que os seus fillos menores leven o alcol da casa»

Juan María Capeáns Garrido
Juan Capeáns SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

PACO RODRÍGUEZ

Martín Camba ofrece estos meses 55 charlas para que conozcan todo sobre el ocio nocturno

09 oct 2024 . Actualizado a las 22:05 h.

Las rutinas vitales de Martín Camba, como la de tantos otros santiagueses, cambiaron por culpa del siempre inquieto Ubaldo Rueda. Hace cinco años, este agente de la Policía Local se encontró con el ex director del instituto Rosalía, quien le transmitió su preocupación por las resacas que traían los viernes dos alumnos del centro. Con discreción, sin señalar a nadie, preparó una charla trasladando todo el conocimiento adquirido como policía local curtido en el turno de noche. Sus palabras, su claridad y sus recomendaciones, certeras y sin edulcorantes, entusiasmaron a la comunidad educativa.

De aquella intervención casi improvisada salen ahora algo más de medio centenar de charlas en todos los colegios y residencias universitarias de Santiago, y este año como novedad, con asociaciones de padres y madres que quieren saber qué pasa por la noche cuando sus hijos salen. Camba algo sabe. «Eu vivín de mozo aqueles tempos nos que había que cortar a rúa Nova de Abaixo. Como policía xa non», reconoce.

La noche de Santiago del siglo XXI, la que él ha vivido como profesional, ha cambiado respecto a la que vivieron los compañeros más veteranos, «dos que moito aprendín», dice agradecido. Cree que ahora sale menos gente, pero lo hace más repartida a lo largo de la semana, lo que obliga a tener los ojos abiertos en las 11 noches al mes que le toca turno (hasta hace poco eran 15). Sí vivió el auge y caída del botellón, hasta afirmar que salvo el Apóstol, la Ascensión «e un par de noites con verbena, está practicamente erradicado». Es una ventaja para las patrullas, que ya no tienen que enfrentarse a masas de gente de difícil control en las que la efectividad de los consejos de Camba son menores. Con todo, tiene que hacer frente a situaciones conflictivas jaleadas por el alcohol o las drogas: «Eu sempre digo que, especialmente pola noite, é importante botarlle un 50 % de sentido común e man esquerda e outro tanto de aplicación da normativa», explica. Por eso le gusta recalcar en sus charlas que con «educación e respecto é probable que acabe ben, e se empeza mal, acabará mínimo nunha denuncia administrativa». Se refiere en concreto a actitudes poco recomendables, como no abrirle a la policía cuando hay una fiesta en un piso, escapar por la calle cuando se acercan los agentes o directamente tener malas contestaciones. Por no hablar de agresiones, «un atentado contra un axente da autoridade e un delito, e como tal ten as súas consecuencias xudiciais».

Esas consecuencias que tienen algunas cosas que hacen los jóvenes por la noche es lo que más sorprende a los protagonistas y a sus progenitores, que primero preguntan por la peligrosidad nocturna —«Santiago é unha cidade tranquila», afirma convencido— y después por cuestiones que saben que están a la orden del día, como la falsificación del DNI para entrar en las discotecas, «que é un delito»; o que los menores beban alcohol. «Algúns pais xustifican que os seus fillos menores leven preparados os combinados de alcol da casa. Din que prefiren saber o que van beber. O certo é que están contribuíndo e participando na comisión dunha infracción», advierte, y no solo por una cuestión de civismo, sino por salud. En las fiestas de un barrio se produjeron hace dos años doce intoxicaciones etílicas, y ocho eran menores. Chicos y chicas, porque las actitudes incívicas están muy repartidas por sexos, señala.

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Camba ha tenido turnos de noche duros, con apuñalados, con muertes por accidentes o el siniestro del Alvia, pero también vivió encuentros amables, como cuando tuvo que apercibir a unas universitarias a las que había dado la charla tres días antes: «Vimos a teoría, e isto foi a parte práctica», le contestaron.