José Paz: «Si pudiese volver atrás, me seguiría quedando con mi dolor, mi silla y mi arco»

SANTIAGO
El santiagués sufre distrofia muscular de cinturas, una enfermedad degenerativa, que le empezó a cambiar la vida desde los 20 años. Sin perder nunca su buen humor, asume ahora el reto de lograr llegar a los Juegos Paralímpicos del 2028 en tiro con arco: «Tardas mucho en aceptar lo que te pasa, pero, una vez superado el miedo, ya despegas»
07 abr 2025 . Actualizado a las 21:22 h.Pese a la dureza del relato, José Paz contagia su optimismo y buen humor. «Siempre fui así», explica. «Mientras respires, puedes», añade, inspirador. «La gente alucina, pero ya digo que hoy si pudiese volver atrás, cuando aún no se me había diagnosticado una enfermedad degenerativa, una distrofia muscular de cinturas, me seguiría quedando con mi silla, mi arco y mi dolor, pese a que convivo con él 24 horas y es como si me clavasen agujas encima de la rodilla», afirma el santiagués, de 45 años.
Su primera etapa transcurrieron entre su colegio, La Salle, y el atletismo. «A los 20 años, empecé a notar un enorme cansancio, a perder fuerza en las piernas. Entrenaba y vomitaba», evoca sobre unos síntomas aún iniciales. «En esa etapa yo estudiaba Informática y Dereito —en el 2024 empecé Filosofía— y, al terminar, empecé a trabajar como habilitado de procurador», prosigue sobre una faceta laboral que realizaba entre, cada vez, más dolor. «Los médicos no lograban ponerle nombre a lo que tenía. Así seguí 15 años hasta que a los 35, un mes antes de que naciese mi hijo, me hicieron una prueba genética y apareció mi enfermedad, de la que mis padres son portadores. Somos tres hermanos, y me tocó a mí...», comenta resignado, pero sin perder la sonrisa. «El mío es, además, un caso extraño dentro de una enfermedad rara que, normalmente, no cursa con dolor. De las cerca de 3.000 personas en España con esta distrofia, solo dos la experimentamos así. Lo habitual es que a los 10 años estés en silla de ruedas, con afectación en corazón y pulmones, que yo no tengo. La silla la cogí a los 40. Los médicos creen que el atletismo pudo ayudar a que todo se me retrasase», apunta y alude a cómo lo gestionó.

«Viví una fase de negación. Lo pasé mal. Tardas mucho en aceptar lo que te pasa, pero me forcé a salir de la zona de confort, del sofá... Luego también lo normalizas. En total fueron tres años. Creo que todos tenemos una discapacidad adquirida, el miedo, como el temor al qué dirán, pero, una vez superado, ya despegas», destaca. «Estuve un año y medio sin atreverme a coger la silla. En Santiago nos conocemos todos... Yo vivo en Virxe da Cerca y mi primera salida fue por la cuesta de As Trompas. Ante un comentario de que iba en un Lamborghini, me eché a llorar, pero luego lo relativicé y seguí», defiende.
«Mi gran bajón físico llegó en la pandemia. Perdí movilidad y el dolor se incrementó un 1.000 %. Tras ella, me reincorporé al trabajo, pero solo aguanté una semana. Ya no podía», acentúa. «Ahí llegaron a darme fentanilo durante ocho meses. Tomaba ocho frascos al día. Fue horrible... Tenía tal dependencia por el dolor... Tuve que desintoxicarme. Busqué algo que me dejase cansadísimo para poder dormir sin pensar en ello. Pese a ser para mí muy arriesgado, en una finca cogí un sacho y planté y planté», evoca. «Ahora llevo una bomba con morfina», señala.

«Ya con la silla, hice vídeos para Instagram con mis mejoras o sobre problemas de accesibilidad... Por mi hijo Álvaro, que me lo pidió, fui a La Salle a hablar de mi experiencia, y creo que tengo fanes en el colegio», bromea. «Empecé a dar charlas en más centros y en asociaciones. Me volqué en visibilizar la situación de las personas con discapacidad, por eso fui hace poco al programa de Broncano. También me llaman para ayudar a gente a gestionar un diagnóstico similar. Las gracias que te dan es una pasada.... Te realiza. Soy feliz», resalta.
«En el 2024 me contactó Lanzadera Deportiva, un proyecto que capta y forma en deporte inclusivo. Con su Escuela Prime me ofrecieron probar tiro con arco, con el reto de llegar a los Juegos Paralímpicos. Acepté; soy disfrutón... En nueve meses me dicen que progresé lo que otros en años», sostiene, y lamenta no poder entrenar en Santiago. «Necesito un espacio concreto, que no hay. Ya lo pedí al Concello. Entreno tres días a la semana en Ferrol con el gran Manuel Campoy. Un concesionario de Santiago me ayuda con los gastos, me patrocina», agradece. «Sobre todo disfruto del camino. Y si llego a Los Ángeles, será un sueño», avanza. «La productora Serea Films me está acompañando hasta el 2028, grabando un documental. La idea es llamarlo Paz en la tierra. Dicen que soy un bálsamo de alegría», cita riendo.