Marta Estévez: «Tras ser finalista en el premio Planeta y escribir sobre Santiago, volví a mis orígenes»

Olalla Sánchez Pintos
Olalla Sánchez SANTIAGO

SANTIAGO

La escritora, afincada en Teo, estará el próximo sábado en la Feria del Libro, en la Alameda, con su segunda novela «La tercera orilla». La segunda, ambientada en Santiago, no deja de leerse en la ciudad: «Dos años después del libro, aún recibo mensajes sobre familias de la Compostela de 1931»

04 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

El próximo sábado la escritora Marta Estévez firmará ejemplares de su segunda novela, La tercera orilla, en la Feria del Libro de Santiago, un evento que ya toma la Alameda. «Yo soy más de esos pequeños actos. Me gusta esa cercanía con la gente, escuchar sus sensaciones… A raíz de esa obra, en la que a través de la vida y familia del protagonista recojo los estragos que dejó la droga en Galicia en los 80 y las consecuencias de la emigración, algunos lectores me trasladan que se identifican con esas vivencias», afirma agradecida la autora, de 52 años, restando méritos a lo conseguido en los últimos seis. «Yo llevo escribiendo desde niña, pero llegó un momento en el que quise, como emisora, que mi mensaje llegase. Empecé a presentarme a concursos literarios para asomar la cabeza en el mundo editorial», repasa.

Tras crecer en Vigo, llegó a Santiago en 1993. «Era el año Xacobeo. Disfruté mucho esa etapa. Vivía en la Rúa Nova de Abaixo, en una de las calles de mayor juerga universitaria», rememora. «Si soy sincera, al optar por Filoloxía inglesa, no pensé en sus salidas laborales. En el fondo quería adquirir un criterio lector, acceder a libros de grandes escritores.... No olvido el clic que tuve con la obra de Virginia Woolf, a la que incluso incluí como personaje en la sombra en mi primera novela publicada», remarca. «Al acabar, me dediqué unos años a la docencia. Fue en un impasse durante la crianza de mis dos hijos, ahora adolescentes, cuando me decidí a escribir a tiempo completo, teniendo siempre conmigo libretas en las que tomo notas», resalta sobre su vocación. «Hace siete años, con una novela acabada, y sin contárselo a nadie, me presenté al premio Azorín. Mi meta era abrirme puertas para poder publicar. Quedé finalista. Dos años más tarde, presenté otra novela al premio Planeta. Quedé cuarta. Sin ser ingenua respecto a mis opciones, me ilusionó ver, durante la gala en Barcelona, cómo mi nombre tardaba en sonar en la cuenta atrás entre finalistas... Ese año ganó Carmen Mola y se desveló que ese nombre escondía a tres autores», evoca.

PACO RODRÍGUEZ

«Fue un punto de inflexión. A la semana tenía agente literario y, en un mes, editorial. En la primera reunión me hablaron de publicar esa obra, pero yo ya había escrito El secreto de las hermanas Asorey, ambientada en Santiago, y decidí que las dos novelas anteriores se quedarían guardadas en un cajón, y sin dramas. A la gente le asombra y siempre me pregunta por ello, pero para mí es fundamental ser honesta conmigo misma. Yo había evolucionado, no era la misma que había escrito eso. Tú hoy no te pondrías una chaqueta que en tu día te gustó, pero que sabes que ya no te favorece», ejemplifica.

Esa novela ubicada en Santiago, de estructura coral, se convirtió así en su primera obra en ver la luz. «Quería abordar el tema del sufragio femenino y, por lo tanto, la época, la Segunda República, cuando se aprobó que la mujer pudiese votar, me vino dada. Necesitaba situar la obra en una ciudad pequeña y Compostela, que conozco mucho —ahora vivo en Teo—, era idónea. La escribí con un mapa de la ciudad de 1931 sobre mi mesa. Consulté el Arquivo Histórico Universitario... Es curioso comprobar, salvo por algún nombre, lo poco que cambió la zona vieja. La gente me dice que puede recorrer la ciudad con la novela; que visualiza las calles que retraté. Me hablan de datos históricos, como el de las lavanderas de Galeras o el de la escuela pública en esa época, que se recoge. Dos años después de su publicación, el libro se sigue leyendo. Aún recibo mensajes que relatan historias reales de familias que vivían en Compostela. Al parecer, unas hermanas Asorey residían en la rúa do Preguntoiro», señala.

«Tras esa obra, volví, con mi segunda novela, a mis orígenes. El germen fue una historia real que me impactó en los 80 y que escuché en Vigo a un maestro que tenía un alumno que llegó un día feliz a clase después de que su padre, heroinómano, muriese. Con la reconversión industrial de fondo, hablo de desarraigo, de culpa...», subraya, y explica que ya está avanzando en una tercera novela sobre identidad y duelo. «Escribo desde las 08.00 horas; por la tarde, repaso. Soy muy puntillosa... Para mí escribir es inevitable. Lo haría aunque no se publicase», destaca.