Un lavadero

Cristóbal Ramírez

SANTIAGO

02 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Media página y con foto. Así publicó este periódico hace un par de semanas la noticia de que una pareja de escoceses, con la ayuda de tres amigos igualmente británicos, recuperó el lavadero tradicional de Manselle, aldea de Dodro en la cual se asentaron los dos primeros en el 2020. La noticia remataba con la frase de una vecina: «Merecen un premio por limpar así o lavadoiro; os que de aquí de toda a vida non o fan».

Hasta ahí los hechos. Pero falta añadir la lección de voluntariado y de respeto por el entorno dada por esas cinco personas, porque la vecina tiene toda la razón del mundo: unos extranjeros vienen a limpiar nuestra casa y ni siquiera se nos cae la cara de vergüenza. Tenemos el paisaje y las aldeas como todo el mundo sabe y los maltratamos (el firmante reside en una urbanización donde la mitad es gente respetuosa y la otra mitad no tiene el menor inconveniente en contaminar visual y más que visualmente las inmediateces).

Resulta que en Gran Bretaña incluso cosas como el servicio de salvamento marítimo lo conforman voluntarios, y la defensa del patrimonio está integrada también por voluntarios, con varios millones de cotizantes. Pero en esta comarca hasta un humilde lavadero queda abandonado.

Hace tres años Oroso dejó impoluto el de Dolores, en el Camino Inglés y se convirtió en un photocall. Ahora vuelve a estar olvidado. De acuerdo, el Concello no tiene interés, pero ¿dónde está el voluntariado? Aquí si no hay euros por medio nadie mueve un dedo. Pero luego sonreímos cuando nos manda dinero Europa, de los (elevados) impuestos que pagan por ejemplo en Dinamarca. Otro país, por cierto, donde los voluntarios conforman una potencia social. Para deprimirse, vaya.