Ana Lombao: «Es alucinante que, por el boca a boca, en tres años llene las clases de pintura»

SANTIAGO
Tras casi 20 años en el audiovisual, algo que le vino de cuna, la santiaguesa se decidió a virar a la pintura, su vocación. En el 2022 abrió un taller de dibujo en Área Central, al que muchos padres también recurren en verano por su opción de conciliación
16 jun 2025 . Actualizado a las 21:43 h.No puede esconder que disfruta con lo que hace. «Me lo paso bomba con los alumnos. Es muy agradecido ver cómo aprenden, su destreza, cómo te enseñan... Los niños no admiten que dibujes por inercia. Preguntan: "¿Y por qué?"», cita riendo Ana Lombao, la santiaguesa de 46 años que dirige, desde el 2022, un taller de pintura en Área Central, al que las familias recurren también en verano por su oferta de conciliación. «Tras casi 20 años dedicada al audiovisual, es alucinante ver que, por el boca a boca, en tres años tengo las clases llenas», agradece.
Nacida en la rúa da Algalia de Arriba —«Desde la terraza veíamos los tejados del casco histórico»—, se declara también picheleira de corazón. «Mi padre trabajaba en TVE. De niña un recuerdo muy vivo es cuando él y mi madre colaboraban con Kukas, quien empezaba a destacar con su taller y su espectáculo de marionetas. Una hermana y yo éramos de las primeras que veíamos las obras y decíamos si nos gustaban. También participábamos en los pasacalles… Todo eso me influyó. Temas que dibujo tienen que ver con aquello», evoca. «Lo del audiovisual me vino de cuna. En mi casa teníamos, por los aparatos de mi padre, hasta la habitación del vídeo. Mis padres montaron Eidon, una de las primeras productora gallegas que grababa eventos y reportajes etnográficos», prosigue.

«La pintura también me fascinó desde pequeña, cuando iba a unas clases en la Rúa Nova por las que pasamos muchos santiagueses... De mayor estudié Belas Artes y, junto a unos compañeros, montamos una productora para trabajos de videocreación. Yo dibujaba en ordenador; hacía guiones... Un cortometraje de animación, A meiga chuchona, sobre una leyenda, una temática que me encanta, se movió por festivales europeos. Otra obra, Fatum!, sobre un hombre víctima de sus miedos, logró nominaciones y premios, como uno en Houston», rememora.
«Llegó un momento en el que veía, sin embargo, que necesitaba retomar el papel y el lápiz. Fui soltando ese trabajo y la pandemia ya me resituó. Empecé a trabajar en las bibliotecas —otra de mis pasiones— de los centros socioculturales de Santiago, en catalogación y luego como monitora de pintura. Comprobé que me encantaba el contacto con los niños y adultos. La gente me animó a dar el salto a mi propio taller y, tras localizar un local en Área Central desde el que, con sus ventanales, se ve la rúa Berlín, una de las calles de Fontiñas, también con las posibilidades que ofrecía para enseñar perspectiva, me lancé. Desde joven vivo en este barrio», aclara.
«Arranqué con el taller en la Pascua de hace tres años, aún con pocos alumnos, pero que repetían... Luego se fue llenando. Niños de los centros socioculturales me acompañaron...», resalta, y razona su gran mano con ellos. «En casa somos cinco hermanos. La mayor ponía orden. Yo, la segunda, jugaba», comenta divertida, mientras encadena elogios a los inscritos en su taller. «Es muy bonito ver cómo, tras la fase que en pintura conocemos como extraterrestre, al parecer que una figura no te sale, llega el instante en el que le ven forma y gritan: "¡Eureka!". También, cuando no saben cómo seguir y les pido que escuchen al cuadro y, de repente, dicen: "Ana, el cuadro ya me ha hablado"... Pequeños y adultos, como una chica que hace prótesis dentales y viene porque quiere hacerlas más hiperrealistas, te sorprenden siempre... En clase hablo de cuadros famosos y unos padres cuentan que su hija de cinco años repite la historia que hay tras una obra surrealista de Magritte, que está expuesta», afirma desde un espacio lleno de dibujos de agradecimiento y pósits en los que unos alumnos se animan a otros. «Eso emociona», destaca.
Sin descanso, adelanta proyectos. «En Santiago pude exponer mis obras, donde no faltan leyendas o algo de botánica, y recibir algún premio, como el CreArte de la USC», apunta. «En los últimos años encadené trabajos interesantes, como, en Cataluña, una ilustración científica sobre un hallazgo de huesos neandertales. Este verano volveré además a estar en el Festival PortAmérica, con un taller de creación artística sobre temas de ecología... Otras ideas que me motivan son la de estar a punto de abrir una tienda online con mis ilustraciones y la, aún futura, de montar una muestra con obras de mis alumnos», subraya. «Estoy feliz con el cambio», asevera.