Mohammed: de Libia a Santiago huyendo de la guerra y la matanza

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Mohammed Al Badri en el barrio compostelano de San Pedro, cerca de donde reside actualmente.
Mohammed Al Badri en el barrio compostelano de San Pedro, cerca de donde reside actualmente. ICIAR PEREIRAS

Él ha encontrado una forma de agradecer a la capital gallega su cálida acogida

25 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Tiene 30 años y, aunque nació en Trípoli —la capital y ciudad más poblada de Libia—, Mohammed Al Badri dejó su país hace ocho meses «debido a la guerra y a la injusta matanza de inocentes». El 5 de noviembre llegó a Santiago. «Vine solo. Dejé atrás a mi familia», aclara. Hasta entonces, relata, «mi vida era como la de cualquier joven con aspiraciones, buscando el bien, la paz, el amor, el trabajo y la felicidad. Siempre caminaba con una sonrisa y con la intención de aportar algo bueno a este mundo».

En la capital gallega ha podido empezar una nueva vida tras «haber perdido mucho». Entre otras cosas, a algunos de sus familiares y amigos más cercanos. «Estaba cerca de ellos cuando fallecieron y habría estado con ellos si no fuera por la misericordia de Dios», dice convencido mientras recuerda a «las personas con las que pasé los mejores años de la infancia, con las que caminábamos, volábamos y soñábamos juntos».

ICIAR PEREIRAS

A pesar de todo, Mohammed no ha perdido la sonrisa. Él tiene un mantra que repite siempre: «La sonrisa cura». Y, aunque se comunica mejor con la ayuda del traductor del móvil, su actitud afable y agradecida le va abriendo puertas para integrarse en un nuevo país, una nueva cultura y en su nuevo comienzo. De hecho, asegura que en Compostela no tuvo problemas para encontrar alojamiento.

«Estoy muy agradecido por la ayuda, el respeto y el apoyo que he recibido de organizaciones como Cruz Roja, Cáritas y de la trabajadora social, que en todo momento me ofrecieron asistencia y orientación sin dudarlo», destaca un treintañero que decidió devolver su gratitud al pueblo que le tendió la mano alistándose como voluntario de Protección Civil.

«Tuve la idea cuando estaba estudiando español en Cruz Roja. Teníamos clases dos veces por semana y me quedaba mucho tiempo libre. Tenía el deseo de hacer algo útil para esta sociedad tan amable. Buscando en internet sobre posibilidades de voluntariado, descubrí el grupo de Protección Civil de Santiago. Leí sobre sus funciones y lo que aportaban a la comunidad: protección, asistencia, preparación para emergencias, apoyo a la ciudadanía y cuidado del bienestar de todos. Decidí presentarme en su sede y, desde el primer momento, vi gente amable, sonrisas sinceras y un espíritu de equipo que se sentía más como una familia. Me acogieron con los brazos abiertos, me enseñaron lo esencial del voluntariado y me transmitieron una energía positiva increíble. Hoy forman parte importante de mi vida. Tengo un profundo respeto y aprecio por todo el equipo, especialmente por la responsable de la agrupación, Begoña del Río, así como por los cuerpos de policía, bomberos y también el servicio de ambulancias y los médicos, que siempre estuvieron presentes en todas las actividades para brindar atención y servicios médicos a la comunidad. Todo mi respeto y agradecimiento para ellos», subraya el libio.

Explica que su permiso de empleo entra en vigor en octubre y antes trabajaba como administrativo en el archivo de una oficina gubernamental, además de tener experiencia en el sector de la construcción y hostelería, así como conocimientos de mecánica.