André Fandiño: «Es increíble verte en China con la única medalla europea en wushu»

Olalla Sánchez Pintos
Olalla Sánchez SANTIAGO

SANTIAGO

XOAN A. SOLER

El gallego, al frente del centro de entrenamiento Enforza, en la avenida de Lugo, participó en agosto en los World Games, los juegos mundiales de deportes no olímpicos. «Emociona que la gente del gimnasio, sin saber de artes marciales, se quedase a ver todo el 'streaming', para verme competir»

28 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Admite que aún le dura la «resaca emocional» por lo vivido en agosto en la ciudad china de Chengdu, donde se celebraron los World Games, los juegos mundiales —apoyados por el COI— de deportes no olímpicos, y en los que se hizo con la medalla de bronce en wushu, una disciplina incluida en ellos por primera vez. «Es increíble verte allí, con 20.000 personas animándote, y logrando la única medalla europea en la categoría», destaca feliz André Fandiño, de 38 años, accediendo entre risas a explicar su pasión. «Me preguntan tantos qué es el wushu, que tengo la respuesta en la recámara... Es el conjunto de artes marciales chinas, con diferentes modalidades. Hay mucho wushu a nuestro alrededor aunque no se reconozca con ese nombre», señala, pensando en alto en películas de Jackie Chan. «Yo de niño era acérrimo del Xabarín Club por Son Goku… Empecé a practicar wushu con cuatro años en Cangas, donde nací. Dos años después nos mudamos a Ribeira, donde mi padre, a quien siempre le gustaron las artes marciales, montó un gimnasio, en el que también me daba clase de wushu. Me fascinaba aprender el arte de aquellos a los que admiraba; aprender a pegar patadas, volteretas...», enumera.

«Aunque éramos adiestrados en todos los estilos, empecé compitiendo a los 13 años en taolu, que es como la parte de rutinas o exhibición, con combinaciones de movimientos. Años después, y mientras estudiaba INEF en A Coruña, di el salto a sanda, la modalidad de combates uno contra uno», prosigue y reconoce que, tras ello, arrancó su escalada de trofeos.

«A los tres años logré mi primer campeonato de España, sumando desde entonces nueve oros y un bronce. Competí en europeos, llegando a ser bronce en el 2014, y, en mundiales, alcanzando el mismo metal en Rusia en el 2017. Tras el mundial del 2023 fue cuando decidí retirarme. Acababa de coger el gimnasio Enforza en Santiago; empezar un negocio tuyo siempre es complicado...», razona, y salta al lado personal.

XOAN A. SOLER

«Con 27 años me había instalado en esta ciudad y luego, y como había hecho aquí una red bonita de gente, me quedé. En A Coruña ya había trabajado como entrenador físico y aquí seguí con ello. Entré en la academia de baile Tempos e Menssana, en Fernando III O Santo, que tenía una parte de entrenamiento, y allí estuve nueve años. Luego, la pandemia, con el ERTE y el futuro incierto, me hizo repensar en una salida propia... Coincidió que conocía a gente de un gimnasio de la avenida de Lugo donde entrenaban quienes practican sanda. Él que lo regenta buscaba a alguien que gestionase la parte de entrenamiento y me lancé abriendo Enforza...», continúa. «Un porcentaje de gente mayor del que esperaba me siguió de un sitio a otro... Los ánimos de muchos me dieron calorcito en el corazón», confiesa y aclara que en su gimnasio él no imparte wushu, sino entrenamientos personales o en grupo, muchos centrados en fuerza. «Yo el ejercicio lo entiendo sobre todo por salud, no por estética. En estos dos años viví casos que te impulsan, como evitar que con entreno un adolescente evite operarse la rodilla...», indica. «Un alumno me sorprendió personalizando sus zapatillas con la palabra wushu», afirma risueño.

XOAN A. SOLER

«El pasado enero me dijeron que la Federación Española estaba buscando a un peleador para los World Games. Yo estaba retirado, pero coincidía todo... Esos juegos se celebraban en mis vacaciones; no tenía que cerrar el gimnasio... Muchos compañeros de A Coruña me alentaban a presentarme y se comprometían a pelear conmigo aquí cada sábado... Incluso se acercó gente desde Cuenca o Madrid por mi preparación... La organización me pidió un power point de mí mismo y aceptó la candidatura. Me subí de nuevo al ring, al Lei Tai... Dediqué a ello todo mi tiempo libre», constata. «Ya en China todo fue espectacular. Al ver mi bronce no daba crédito. Fue como una recompensa a todo el sacrificio que requiere un deporte de alto nivel... Algo que me emocionó fue ver que muchos alumnos del gimnasio, sin contacto con el wushu, no se perdían en verano el streaming de la competición», agradece, avanzando que, ahora sí, se retiró. ¿Y te ves montando una escuela de wushu en Santiago? «Ojalá».