El IES Eduardo Pondal fabrica ideas: arañas antirruidos y ruedas que avisan

emma araújo SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

PACO RODRÍGUEZ

Dos alumnas de 2º de la ESO ganan el concurso «Atrévete a ter unha idea»

13 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Tener una buena idea es el primer paso de todo proceso creativo, pero para argumentarla hay un camino que puede ser arduo o una aventura cargada de disfrute y ganas de aprender, sobre todo cuando apenas se roza la adolescencia. Fomentar la imaginación científica es el objetivo de los concursos Atrévete a ter unha idea y Euemprende Idea que cada año promueve la Consellería de Educación, Ciencia, Universidades e Formación Profesional. En su última convocatoria hubo 137 participantes de dieciséis centros educativos y de formación profesional de Galicia. Dos de los proyectos ganadores tienen el sello de fábrica del IES Eduardo Pondal mientras que el tercero le correspondió al CIFP Politécnico de Santiago. 

Detrás del éxito del Eduardo Pondal está la vocación docente de Noelia Negreira Ferrol, profesora durante seis años en este instituto, que forma a seiscientos menores, y que ahora trabaja en el Xelmírez I. Aroa Domínguez Barros y Noa Vázquez Miramontes fueron dos de sus alumnas de segundo de la ESO que participaron en el concurso y lo ganaron.

Las tres han vuelto a encontrarse para desvelar la receta de su éxito, que no es otra que la apuesta de la profesora y del instituto por los proyectos competenciales, una fórmula educativa que, reconoce Noelia Negreira, va sobre ruedas con alumnas como Aroa y Noa. Esto mismo lo corrobora Guillermo Fernández, vicedirector del centro y profesor de Física y Química, especialidad que comparte con Noelia Negreira. «Para nós é un orgullo ter estes recoñecementos», destaca este vicedirector.

Ambos premios llegaron tras meses de trabajo, que nacieron en el proceso de cómo se germinan las ideas, con imaginación y analizando soluciones exitosas. Aroa Domínguez recuerda perfectamente cómo se le ocurrió la suya, que consiste en la introducción de un material metálico en cada rueda para que cuando esta se gaste, la placa quede al descubierto y el ruido que genere alerte de que ya es hora de cambiarla. «Meu pai conducía. Comentou que un coche tiña as rodas moi gastadas e eu pensei nun mecanismo que avisase», recuerda. Como su conciencia medioambiental está muy arraigada, pensó en el uso de materiales «baratos» para construir estas placas.

Noa Vázquez planteó como idea crear una especie de arañas con un sistema de control acústico para minimizar ruidos ambientales y con unos tentáculos con capacidad para absorber las vibraciones. En su caso no recuerda cómo se le ocurrió, pero si se tiene en cuenta que el instituto está en obras y que Noa tiene dos familiares diagnosticados de autismo, queda claro que las molestias del ruido le preocupan especialmente. El premio casi lo daba por descontado, ya que su instituto también logró uno el año pasado, por lo que pudo ver las exposiciones participantes y pensó que estaría más que a la altura. Y acertó.

Cada una se llevó un ipad y la alegría del trabajo bien hecho, una fórmula que ambas aplican en sus estudios y en sus sueños de futuro, ya que Noa apuesta por la neurocirugía y Aroa aspira a ser una profesora como Noelia, defensora a ultranza de los proyectos competenciales y que pide más medios para llevarlos a cabo. 

Contenedor de usos múltiples

Los trabajos de ambas no fueron los únicos de Santiago reconocidos este año, ya que en la categoría Euemprende Idea, el primer premio correspondió al proyecto «Ourizo, plan room garden», ideado en un ciclo del CIFP Politécnico de Santiago. Consiste en el diseño de un contenedor modular transformable como barra de bar, sala de yoga, cuarto de juegos o espacio de lectura. Detrás de este trabajo están Héctor Barbeito Carnota e Isaac Rey Temes. De la misma edad, 44 años, ambos compartían la afición por trabajar la madera compartiéndola con profesiones muy alejadas de este campo, ya que Héctor compagina la preparación de oposiciones con contratos en la Administración pública e Isaac es veterinario. Mientras Héctor debía trasladarse desde A Coruña para las clases presenciales y aprovechaba el tren para estudiar y ponerse al día, Isaac tenía peores conexiones porque vive en Cee y su trabajo lo obliga a viajar por toda Galicia. 

Este dúo creó un tándem perfecto porque a Isaac le gustaba más todo lo relacionado con el taller mientras que a Héctor, que partía de la misma idea, todo lo relacionado con el diseño le resultó muy atractivo. A la hora de valorar la concesión del premio, Isaac Rey afirma que fue un buen «colofón» a varios años de trabajo mientras que para Héctor supuso «la guinda del pastel» y una herramienta más para sus opciones como opositor en el campo de la enseñanza.