Denuncia la poca accesibilidad de una rúa reformada en Melide

Natalia Rodríguez Noguerol
natalia noguerol MELIDE / LA VOZ

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La calle Uruguay presenta dificultades para las sillas de ruedas

29 abr 2023 . Actualizado a las 05:05 h.

«¿Quen lle dá o parabén ás obras?», se pregunta Antonio Aldariz. Y se explica, con más de un ejemplo, recorriendo los menos de 150 metros de la rúa Uruguay, en Melide. Pese a que la calle se acondicionó recientemente con la construcción de nuevas aceras, la accesibilidad deja, en tramos, mucho que desear. No basta con hacer maniobras con la silla de ruedas en la que, durante un tiempo, tendrá que desplazarse su mujer, porque la recuperación de una desafortunada caída le impide caminar.

Y lo cierto es que salvo en la confluencia con la rúa José Mosteiro Guntín, subir a las aceras no debe resultar nada fácil para las personas con movilidad reducida. En las conexiones con la Vicente Risco y con la avenida de Toques y Friol, los remates de las aceras dejan bastante que desear, tal y como señala el afectado. Y el acceso resulta imposible hacia el final de la calle, donde a la estrechez de por sí de las aceras —«son cativas, non chegan a un metro», observa— se suma un poste de la luz que se levanta como un obstáculo imposible de salvar. «É de chiste», afirma, con humor resignado, el hombre. A su edad —tiene 77 años— no tiene problemas de movilidad, como tampoco tenía, con tres años menos y hasta que se lesionó en las dos piernas, su mujer, María Fe Quintela.

«Cando tes verdadeiramente necesidade é cando o notas; de non tela, pasaría por aquí cincuenta mil veces e nunca me fixaría», comenta Antonio Aldariz sobre los problemas de accesibilidad de una calle que, por perpendicular a la avenida en la que residen —la de Toques y Friol— frecuenta en los paseos con su mujer. Admite que «non temos que ir precisamente por esa calle, pero —puntualiza— chámame a atención que nunha obra recente non se garanta a accesibilidade». A lo largo de la rúa Uruguay hay más ejemplos de los obstáculos que, como este matrimonio de septuagenarios, tienen que enfrentar las personas con movilidad reducida. «Aquí vai ao gusto do consumidor», afirma el hombre para señalar el tramo que hay sin acera a la altura del garaje de un edificio, o las rampas metálicas que se montan donde sí la hay para salvar el desnivel y garantizar el acceso a bajos.