La misión más agradable del guardia civil Juan José Sandá en O Pino

O. P. SANTIAGO / LA VOZ

O PINO

El guardia Juan José Sandá, en el centro de la imagen, recibió el homenaje de sus compañeros el lunes en O Pino por su jubilación
El guardia Juan José Sandá, en el centro de la imagen, recibió el homenaje de sus compañeros el lunes en O Pino por su jubilación

Recibió una llamada el lunes para presentarse en el cuartel, y allí se encontró a sus compañeros formando para despedirle tras 42 años de servicio en el cuerpo, 36 en la localidad

11 jun 2024 . Actualizado a las 13:42 h.

Poco se imaginaba el guardia civil Juan José Sandá en la mañana del lunes, cuando recibió en el coche patrulla una llamada del 062 para regresar al cuartel de O Pino, lo que allí se iba a encontrar. Era su último día de servicio, tras 42 años en el cuerpo, y al bajarse del coche fue recibido por el capitán Antonio Zobra, jefe de la compañía de Santiago, quien lo acompañó a la entrada del cuartel: allí formaban para saludarlo los que han sido sus compañeros durante décadas. En muchos casos el formal saludo militar dejaba paso a un sentido abrazo a Sandá; sobre todo por parte de quien cerraba el grupo, su hijo Juan, sargento de la Guardia Civil. Fue un momento en que el homenajeado no pudo contener la emoción.

Juan José Sandá recibe el abrazo de su  hijo, sargento del cuerpo, en el homenaje que le tributaron el lunes
Juan José Sandá recibe el abrazo de su  hijo, sargento del cuerpo, en el homenaje que le tributaron el lunes

Sandá es el guardia más veterano en el puesto de Arca, al que llegó hace 36 años, un destino próximo a su Boimorto natal. A principios de los años 80 había estado destinado en Logroño, interviniendo en complicados operativos en los años de plomo en el País Vasco, como los realizados en la central nuclear de Lemóniz. Vega de Valcarce fue su siguiente parada, hasta volver a Galicia y hacerse gran conocedor del Camino de Santiago, atento a los peregrinos que lo recorren por la zona. Ahora le llega la jubilación, y con ella más tiempo para cuidar de los suyos en su casa en Melide (el lunes lo acompañaban además de su hijo su esposa, su hija y su yerno, junto con el alcalde de O Pino Manuel Taboada) y también para disfrutar de sus aficiones. La bicicleta, el tute y por encima de todas la pesca fluvial, que animó a practicar a varios de los guardias que compartieron con él servicio en el cuartel, y que pese a ser todo un veterano encontraron en Juan José un compañero más, siempre dispuesto a colaborar, ganándose el aprecio que todos ellos le testimoniaron el lunes en su misión más agradable.