Vecinos de Marantes, en Santiago, se hartan de la «desmesurada» cantidad de radares que sufren en la N-550: «Imos a multa por semana»

Andrés Vázquez Martínez
Andrés Vázquez SANTIAGO

VIVIR SANTIAGO

Radar móvil adherido a la parte trasera de una señal en la N-550.
Radar móvil adherido a la parte trasera de una señal en la N-550. Cedida

Critican que su carretera no haya recibido mejoras en años y el nulo caso que les hacen las autoridades cuando reclaman «algo tan necesario e simple como un paso de peóns»

03 oct 2023 . Actualizado a las 20:23 h.

Hace años que la carretera N-550, en su vertiente que conecta Santiago de Compostela con A Coruña, es conocida por la gran cantidad de radares móviles que se colocan día sí y día también en sus cunetas. Ya sea dentro de coches de la Guardia Civil, sobre trípodes o pegados a señales, las alternativas abundan. No les queda otra a los vecinos que viven en sus riberas que tirar de retranca: «Nós, os de Marantes, para dicir de onde somos aos de Santiago, temos que darnos a coñecer como os da parroquia que está no alto onde se pon o radar indo para Sigüeiro».

Estas semanas han agotado su paciencia. La abundancia de coches camuflados sangra sus bolsillos, siendo ellos los principales perjudicados de una actuación policial que, bajo el punto de vista de la asociación de vecinos Rego das Pedras, en Marantes, «tan só ten afán recadatorio e non mira en absoluto pola seguridade viaria». Cuando comenzaron a estar tan presentes estos controles de velocidad móviles en sus arcenes hasta se alegraron, «sentíndonos protexidos ante as enormes velocidades que ás veces acadan os condutores nestas rectas», pero esa idea poco duró.

Radar fijo en la recta de Finsa, en dirección Ordes desde Santiago.
Radar fijo en la recta de Finsa, en dirección Ordes desde Santiago. PACO RODRÍGUEZ

Con el tiempo se dieron cuenta de que los principales perjudicados eran ellos mismos, «pois imos a multa por semana, xa que poñen as cámaras nas herbas altas, entre as silveiras que ocupan parte dos bordes da estrada do crecidas que están». Los vecinos tienen la sensación de que se están riendo prácticamente de ellos, ya que en lugar de desbrozar las cunetas, las autoridades utilizan la maleza para camuflar los radares. «É indignante que no canto de mellorar as infraestruturas para gozar dunha mellor visibilidade cando se conduce, retirando esas herbas, teñamos que aturalas e aínda por riba ter os trípodes metidos no medio delas».

Bajo el criterio de estos vecinos de la parroquia de Marantes sería muy necesario tomar en cuenta otras medidas que ellos llevan tiempo presentando ante la Demarcación de Carreteras del Estado en Galicia sin respuesta alguna. «Pensamos que sería moi útil para reducir eficazmente a velocidade na N-550 a instalación de rotondas, que ademais servirían para dar acceso ás parroquias como a nosa, a de Nemenzo ou a de Berdía, que temos que meternos cara as nosas casas a través dun cruce moi perigoso».

De este modo, indican los ciudadanos afectados, se copiaría el mismo modelo que ya tiene esta carretera en su vertiente sur, hacia Padrón o Pontevedra, algo que también ven como un agravio comparativo, teniendo en cuenta la inversión llevada a cabo en esa dirección, «onde foron atopadas formas máis efectivas de limitar a velocidade da estrada que simplemente poñer radares decotío».

El firme de la N-550 en la salida de Santiago por la rúa do Cruceiro da Coruña, en dirección a Marantes y Sigüeiro.
El firme de la N-550 en la salida de Santiago por la rúa do Cruceiro da Coruña, en dirección a Marantes y Sigüeiro. XOAN A. SOLER

Otro de los objetivos que tienen los habitantes de esta zona, aunque más complicado, es la reducción de tráfico que pasa cada día por la N-550, que es una de las vías más saturadas de Galicia al tener tan solo como alternativa uno de los tramos más caros de la AP-9, entre Compostela y A Coruña. Nada más que el ruido de coches que padecen quienes viven al pie de la carretera, constante y elevado, da lógica a esta petición.

Estos vecinos han trasladado también en numerosas ocasiones a la administración competente (el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana) la creación de una manera segura de cruzar la calzada, «que parte a nosa parroquia pola metade». Se quejan de la inverosímil situación de tener que atravesar los tres carriles, limitados a 70 o 90 kilómetros por hora dependiendo de la zona, para, por ejemplo, dejar a sus hijos en la parada del autobús que los lleva a la escuela. «Se xa temos medo por nós, como non o imos ter polos nosos fillos?».