De O Transistor y sus «Micros abertos» al éxito del StreetGarden: los bares que sorprenden en Bertamiráns y ya arrastran gente desde Santiago

Olalla Sánchez Pintos
Olalla Sánchez SANTIAGO

VIVIR SANTIAGO

O Transistor, en Bertamiráns
O Transistor, en Bertamiráns Cedida por Cristina Padín

La capital amiense no solo despunta por su creciente población, también, y cada vez más, por sus locales

18 feb 2024 . Actualizado a las 10:32 h.

En los últimos años muchos vecinos de Santiago se trasladaron a vivir a Bertamiráns, capital del único concello (Ames) convertido en reserva demográfica gallega, y con una población que tampoco deja de crecer. Un rápido incremento y pujanza que ha llevado a varios hosteleros a montar en la localidad amiense bares que animan a muchos de sus vecinos a no tener que trasladarse ni coger el coche para tomar algo. El auge y singularidad de varios de estos establecimientos ha llevado incluso a habitantes de otros concellos, como de Santiago, a moverse hasta allí. Repasamos algunos de ellos:

O Transistor

Cedida por Cristina Padín

Uno de los bares que más elogios y fieles suma en Bertamiráns es O Transistor, un local abierto en diciembre del 2021 por Benjamín Seoane Bra, un hostelero nacido en Bugallido, en Ames, quien, tras formarse tanto fuera de Galicia como en cafeterías y pubs de Santiago, decidió impulsar en la capital de su concello el local al que a «el gustaríalle ir».

«Nós, desde Bugallido, sempre viñamos a dous locais en Bertamiráns, nos que, tanto pola súa música como polo ambiente, nos sentiamos moi cómodos, pero pecharon. Durante a pandemia barrunteino e ao ano seguinte, tras atopar este local, decidinme a intentar montar ese sitio co que me sinto identificado», apunta desde un establecimiento, de, aproximadamente, 100 metros cuadrados, ubicado en la rúa Pedregal y que, desde el comienzo, destacó por su aire musical y cultural.

«Lembro que ao inicio, ao ensinarllo á familia, preguntábanme estrañados que como non tiña televisor, ou se faciamos café», recuerda riendo. «A nosa idea dende o comezo foi centrarnos en ser unha coctelería ou vermutería na que primase a música. A iso alude o propio nome do local, O Transistor, como as súas paredes, con fotos de distintos grupos...», comenta señalando una cuidada decoración donde no faltan radios antiguas o un escenario, uno de sus espacios más concurridos.

Cedida por Cristina Padín

«Dende o comezo intentamos programar concertos. Hainos cada xoves e domingo. Os xoves, ao acabar as actuacións, comezan ademais os Micros Abertos, unha das iniciativas que creo que máis chamou a atención e gustou. Xente á que lle gusta a música xúntase para tocar sen coñecerse; e mola moito ver ata a dez persoas no escenario», comenta con satisfacción por lo conseguido. «Logramos moita clientela fiel. De feito creo que a maior parte xa son caras coñecidas para nós», incide. «Temos incluso varias persoas que veñen expresamente de Santiago cada xoves só para asistir aos Micros abertos», acentúa.

«O feito de que Bertamiráns crecese tanto en poboación, con moita xente moza, axudou a diversificar aquí a oferta de locais, e iso é moi bo», reflexiona. «Creo que o noso, aínda que máis coñecido, aínda segue sorprendendo», valora.

StreetGarden

Otro local que retiene miradas y clientela es el StreetGarden, un bar que, cuando nació, en plena pandemia, alegró la desescalada a muchos vecinos, logrando, con el tiempo, que su fama fuese incluso más allá. «Hasta aquí viene gente de Santiago, pero también de Negreira o Noia», constata Manuel Fernández Hermo, uno de los dos socios y amigos —junto a Raúl Insua Villar— que lo abrió en el 2020.

Ambos habían trabajado en hostelería y echaban en falta en la zona de Bertamiráns «una opción para tomar el vermú o una copa sin tener que desplazarte hasta otro concello, como Santiago», apunta desde un local al que le favoreció su ubicación.

Sandra Alonso

El establecimiento se emplaza junto a una zona verde, el Paseo do Rego do Ameneiral, que incluye un demandado parque infantil y un río. «Se llama StreetGarden porque es como un jardín en la calle. Si das la vuelta al edificio se ve una calle con coches, pero en este lado todo es acogedor», apunta Manuel con satisfacción. «Muchos valoran la terraza, cubierta cuando hace mal tiempo, y que también se puede destapar», valora el hostelero, incidiendo en que todo ello ayudó a ampliar la clientela.

«Aquí vienen desde padres que, por la tarde, esperan a los niños que están en el parque, a muchos vecinos de entre 30 y 50 años que quieren picar algo de nuestra carta -en la que tratamos de englobar distinta oferta, desde raciones a woks, tacos de pollo, sushi o hamburguesas- mientras toman una cerveza, un vermú o una copa, sin tener que coger el coche», prosigue.

«El fin de semana abrimos hasta las 02.30 horas; por ello nos afianzamos también como uno de los locales de Bertamiráns donde tomar una copa antes de ir a uno de los pubs del enclave», continúa, aclarando que su éxito ya le llevará próximamente a ampliar su local. «Cogimos otro establecimiento, al lado del inicial. Ambos, dentro de poco, ya estarán unidos», celebra.

Tropic Burguer

Alberto Sar, responsable de Tropic Burguer
Alberto Sar, responsable de Tropic Burguer Olalla Sánchez

Otro de los locales que mejor refleja el gran crecimiento que vive Bertamiráns, sobre todo desde el cambio de siglo, es Tropic Burguer, un establecimiento que nació hace 30 años y que evolucionó a medida que la capital amiense crecía.

El negocio, abierto por los padres del actual gestor, nació como hamburguesería, de ahí su nombre. «Al principio, estaba situado en la céntrica avenida da Maía. La calle actual (Rueiro) aún era solo tierra», recordaba hace poco en La Voz su actual responsable, Alberto Sar.

«Mis padres incluyeron sobre el año 1995 el menú del día, una buena oferta para los muchos obreros que había en la zona, y que ayudaron a edificar la localidad», evocaba el hostelero. «En el año 2000 ya nos vinimos para la nueva ubicación, y en los siguientes hicimos reformas y lo ampliamos porque nos hacía falta», describe desde un local de 450 metros cuadrados.

«Apostamos también por ir aumentando la oferta en el menú del día. En la actualidad podemos ofrecer hasta siete entrantes, ocho platos principales y otras tantas posibilidades de postre por 13 euros. La gente valora la variedad, la relación calidad-precio. Por semana entre 180 y 200 personas comen aquí. El fin de semana es también necesario reservar», subraya agradecido a la fidelidad y a la heterogeneidad de la clientela. «De lunes a viernes nuestro público son sobre todo, trabajadores, pero el fin de semana esto se llena de gente joven», remarca.

«Junto a las comidas, nos enfocamos más en los desayunos, abriendo a las 07.00 horas», afirmaba, enlazando con otro de los factores que les dio popularidad. «Algo que a primera hora llama la atención de la gente son los cafés de especialidad, no tan extendidos aún en Bertamiráns y que nosotros introdujimos hace dos años. Su sabor o el ver que con ellos no se consume azúcar, atrajo. Los fines de semana desayunan aquí hasta 140 personas e, incluso, se acerca gente de Santiago», sostiene, alabando unos cafés, ahora en tendencia, que contienen granos únicamente de la variedad arábica y tienen una puntuación de más de 80 puntos sobre 100 de acuerdo a un sistema internacional para evaluación de calidad

Casa Abelleira y sus chicharrones

Evangelina Bardanca con sus chicharrones, en una foto de archivo
Evangelina Bardanca con sus chicharrones, en una foto de archivo SANDRA ALONSO

Hay también en Bertamiráns establecimientos que ya despuntaban en la zona cuando el núcleo amiense aún era una pequeña aldea. Uno de los más conocidos es Casa Abelleira, un establecimiento familiar fundado hace más de 50 años por Evangelina Bardanca y su marido, Manuel Abelleira, y que, por sus chicharrones, su fama trasciende fronteras. El establecimiento, hoy en día, es una de las pocas casas con hórreo que aún se ven en la capital amiense.

Evangelina Bardanca recordaba en el 2019 en La Voz cómo era Bertamiráns cuando abrieron Casa Abelleira. «Isto daquela era unha agra onde non había nada. Estaban a facer un colexio ao lado, e os camioneiros que pasaban pola zona dicían que non había onde tomar unha cervexa. Empezamos a servirlles unha tapiña. Matabamos un porco e faciamos os sábados os rixóns para os obreiros, porque daquela traballábase tamén os sábados e non che había tantas pontes. A xente empezou a reclamar os chicharróns a diario», explicaba.

«Estamos nun punto de parada, a medio camiño para a xente que vén de Muros e Noia a Santiago. Por aquí pasaba a estrada principal antes de facerse o corredor Brión-Noia e a xente acostumaba a quedar a comer aquí, na Casa dos Rixóns. Tamén tiñamos carnicería», relataba a La Voz su hijo Manuel, quien cogió las riendas del negocio.

Él mismo aclaraba que en Casa Abelleira hoy en día ya se pueden llegar a preparar cuatro ollas de chicharrones al día.