El turbulento vuelo de Ryanair que salió de Santiago, intentó aterrizar en Palma, repostó en Valencia y regresó a Lavacolla: «Estuvimos horas a bordo con un vómito que no limpiaron»

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Imagen tomada durante el intento de aterrizaje el pasado sábado en Palma
Imagen tomada durante el intento de aterrizaje el pasado sábado en Palma Cedida

Una viajera del vuelo que el sábado salió de Compostela rumbo a Palma relata con indignación todo lo vivido: «Nos engañaron. Si la gente hubiera sabido que volvíamos sí o sí a Santiago, nos habríamos bajado todos en Valencia»

10 dic 2024 . Actualizado a las 21:45 h.

De pesadilla tilda Nekane Otero lo vivido desde el pasado sábado día 7 cuando se montó en un avión de Ryanair en Santiago para regresar a Palma, un destino al que, tres días después, y al igual que sucede con otros pasajeros, aún no ha regresado.

La odisea arrancó mientras el avión, que había partido pasadas las 19.00 horas de Lavacolla -casi en hora- se aproximaba al aeropuerto mallorquín de Son Sant Joan. Una terminal azotada en esos momentos por un fuerte viento. De hecho, este sábado las inclemencias meteorológicas llegaron a provocar 238 incidentes en Mallorca. Nekane relata el miedo vivido en el avión.

«La hora prevista de aterrizaje era más o menos las 20.30 horas. Unos minutos antes, y poco después de que el piloto anunciase que se iniciaba el descenso, empezaron las turbulencias, cada vez más y más fuertes. Teníamos tanto miedo que yo hasta le mandé un wasap a mi hijo despidiéndome», evoca con emoción. «Me agarré al asiento. Empezamos todos a decir: ''¡Ay, Dios!…'' Ya estábamos cerca de la pista. De hecho, muchos comentamos eso luego», relata, aclarando que, ante esa situación, el piloto decidió subir. «Nos explicó que tanto por las inclemencias meteorológicas como por las características del avión no se podía aterrizar. Al poco, puso rumbo hacia Valencia», aclara Nekane. «Ya en ese destino, vimos que la intención era repostar allí, pero muchos pasajeros lo que querían era bajar del avión. La experiencia que habíamos vivido había sido horrible. Nadie quería pasar de nuevo por eso», lamenta.

«El piloto nos dijo que, por política de empresa, si alguien se bajaba en Valencia todos los cargos de la vuelta a Palma correrían por su cargo y que, también por política de empresa, habría un segundo intento de aterrizaje en Palma y que, si no se podía, habría que volver a la base, a Santiago. Nos aseguró, de todas formas, que no íbamos a pasar lo mismo que en el primer intento. Parece ser que varios aviones habían logrado aterrizar en Palma poco después del nuestro… Yo me debatí entre bajarme o no, pero como tenía tantas ganas de llegar, me confié y decidí seguir», asegura ahora con enfado. «Nada más despegar, sin embargo, ya cogió hacia Santiago. Ya no hubo ese segundo intento de aterrizar en Palma. Nos engañaron. Si la gente hubiera sabido que volvíamos sí o sí a Santiago, nos habríamos bajado todos en Valencia. Una ciudad más próxima a Palma y desde donde es más fácil, también por barco, trasladarse hasta Mallorca», subraya.

«En el rato que estuvimos en Valencia, que fueron como unas dos horas, no nos dieron ni un vaso de agua, y eso que en el avión viajaban niños y gente mayor, con problemas de salud. La mayoría no tenía apenas batería en los móviles. Pedimos poder cargarlos, y ni eso. Un señor había vomitado muchísimo; pedimos que llamarán a un médico y nos dijeron que no había médicos en el aeropuerto de Valencia. En las casi dos horas en Valencia no fueron capaces ni de limpiar los vómitos así que llegamos a Santiago con todo. El olor era asqueroso», relata aún muy enfadada por el trato recibido.

Al aeropuerto de Lavacolla llegaron a las 01.30 horas. «Ya estaba cerrado. Solo quedaba una persona de AENA y la de facturación de Ryanair. El de seguridad nos aseguró que hacía muy poco que les habían avisado de que volvíamos a Santiago. Ya en el aeropuerto la tensión se disparó. Estábamos todos indignados. Nadie sabía decirnos nada. Decían que no nos podían poner otro vuelo, y que, al día siguiente, no había sitio… Como no teníamos batería hasta desenchufamos un árbol de Navidad para poder cargar el móvil», relata, asegurando que todos reclamaban una solución.

«Finalmente nos dividieron en dos hoteles próximos. Debíamos ser como 50 o 60. Yo llegué al mío casi a las 04.00 horas. Nos habían dicho que nos darían de comer y de desayunar, y nada. La compañía solo se hizo cargo de la noche. Todo lo demás, por nuestra cuenta. Cada uno empezó a buscarse la vida», prosigue.

«Había un grupo de argentinos que se buscaron un coche de alquiler para ir hasta Madrid. Otro grupo de mujeres estaban intentando localizar billetes en el AVE, también hasta Madrid, para poder continuar desde allí hasta Palma. En mi caso, como tengo familiares en Ourense, a los que había venido a visitar, decidí buscarme un tren al día siguiente hasta allí. El vuelo que encontré aún me sale hoy desde Vigo. Sé que otra pareja también va a regresar a Palma en él. Es todo indignante», incide. «No se puede tratar a nadie así. Lo único que nos queda es recoger todos los recibos de los gastos y reclamar. A estas horas a mí aún no me llegó ningún correo de Ryanair», añade.

La Voz se puso en contacto con Ryanair para preguntar por lo sucedido. Esta es la respuesta de la compañía: «Este vuelo de Santiago a Palma se desvió a Valencia debido a los fuertes vientos en el aeropuerto de Palma. Como las condiciones meteorológicas no mejoraron, se canceló el vuelo de vuelta y se informó a los pasajeros de que podían regresar al aeropuerto de Santiago o salir desde Valencia y llegar por su cuenta a Palma, donde podrían reclamar la devolución de los gastos pagados en Ryanair.com. A los pasajeros afectados que regresaban a Santiago se les proporcionó alojamiento durante la noche y se les informó de sus opciones de cambiar de vuelo sin coste alguno o de recibir un reembolso completo. Pedimos sinceras disculpas a los pasajeros por cualquier inconveniente causado como resultado de este desvío relacionado con el tiempo y la posterior cancelación, que estaba fuera de nuestro control».

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Tres incidentes en los últimos días

Con este último, y en menos de diez días, hasta tres vuelos de Ryanair con origen en el aeropuerto de Santiago hicieron frente a algún tipo de percance. El primero de ellos ocurrió el 30 de noviembre cuando los pasajeros de un vuelo de la compañía que salía de Santiago rumbo a Barcelona tuvieron que esperar hasta nueve horas de espera, con una emergencia médica y dos embarques frustrados por el medio.

Al día siguiente, el domingo día 1 de diciembre, los viajeros que salían de Lavacolla rumbo a Tenerife Sur en otro vuelo de Ryanair, tuvieron que esperar en el avión cuatro horas hasta que, finalmente, los desembarcaron. 

Estos pasajeros debían partir de Compostela a las 15.50 horas, aunque, y en medio de una jornada en la que Santiago se vio azotada de forma intensa por la tormenta, que llegó acompañada de fuerte aparato eléctrico, el impacto de un rayo sobre el avión frustró la salida desde Lavacolla.