Jalopín, el furancho con el que una santiaguesa sorprende en pleno centro de Palma de Mallorca: «Al abrirlo, pensé:  ''¿Qué es lo que echo de menos?''»

Olalla Sánchez Pintos
Olalla Sánchez SANTIAGO

VIVIR SANTIAGO

Cedida

Tras haberse formado en restaurantes como el de la cadena Pachá en Ibiza, la compostelana Laura Sueiro decidió abrir en la capital balear un proyecto con el que sanear también su morriña. En su taberna, de productos y platos gallegos, no faltan recuerdos a Las Marías o un photocall para inmortalizarse como Zapatones. Tampoco, las foliadas

25 dic 2024 . Actualizado a las 11:24 h.

Más de un año y medio después de ponerlo en marcha, la compostelana Laura Sueiro confirma el buen ritmo de Jalopín, el local con alma de furancho que abrió en el 2023 en una céntrica calle de Palma de Mallorca. «Desde el principio sorprendió, también a muchos gallegos que ya se paran delante al leer su nombre, con gheada… Lo quise llamar Jalopín por ser así cómo llamaba mi padre, ya fallecido, a mi hijo. La pandemia y su muerte fue lo que me decidió a emprender. Él creía mucho en mí», evoca emocionada la santiaguesa, de 46 años, repasando los inicios de su singular proyecto.

«Yo siempre había compatibilizado ya mis estudios en Santiago con la hostelería. En Compostela fui tres años camarera en Ruta. También trabajé en la NAO Berlín o en un local, ya cerrado, en el Rock Club. Años después me fui a Londres. En el 2011, y tras un impass en Galicia, llegué a Ibiza, donde trabajé en el restaurante de la cadena Pachá. Mi vocación es la hostelería... Allí conocí al padre de mi hijo, responsable de la parte de cocina japonesa. Ya juntos, nos movimos luego por otros países. Somos unos culos inquietos», comparte sonriendo.

«Llegó un momento en que necesitábamos parar, también para poder escolarizar a nuestro hijo. Nos instalamos en Palma de Mallorca y, durante el covid y tras la muerte de mi padre, me replanteé muchas cosas… Él siempre había apostado por mí, me decía que yo, que hasta ese momento nunca había abierto algo propio, valía mucho», rescata, explicando, que, tras rechazar más opciones que se le presentaron, no dudó en poner en marcha su sueño de montar algo de clara tradición gallega.

«Pensé: ‘'¿Qué es lo que echo de menos?'' Y tenía claro que lo que iba más conmigo eran las tabernas de siempre, las que yo frecuentaba en Galicia. Esos bares con aire de furancho, donde surgen espontáneamente foliadas...», repasa.

«A pesar de que casi estaba fuera de plazo para optar al programa Dona Impuls, de proyectos transformadores liderados por mujeres, la singularidad de poner en valor la tradición y cultura gallega y el hecho de apostar, ya de inicio, por la inclusión y accesibilidad, por derribar barreras sociales, facilitaron que accediese al programa. Gracias a la financiación del Consell de Mallorca pudimos abrir Jalopín», agradece, aclarando, sobre el último aspecto, que en su bar se realizan con frecuencia Coffee Sign, encuentros donde invita a «compartir un café en lengua de signos» o que ya tienen la carta en braille y con pictogramas, pensadas para las personas con TEA. «Yo me formé en todo ello, y es algo en lo que estoy muy implicada», aclara.

 

En el 2023 fue cuando Jalopín, un bar al que en las redes lo presenta como un «rinconciño enxebre y molón, donde sanear la morriña», echó a andar con un menú de claro sabor gallego. «Gracias a la colaboración con mi hermano, que actúa como proveedor a través de su empresa, Pescados y Mariscos Area Maior, Jalopín se abastece principalmente de productos traídos desde Galicia. Trabajamos, también en la carne, con pequeños productores gallegos, con firmas del Mercado de Abastos de Santiago», acentúa, no olvidando nunca sus orígenes. «Aquí, intentando siempre que sea con productos de temporada, se pueden tomar los típicos platos que se podrían encontrar en un furancho, como tostadas de chicharrones, raxo con patatas, carne ao caldeiro, pulpo, empanada -con la receta de mi madre-… El cocinero, que venía de un proyecto de cocina fusión, se emocionó al conocer la idea. Él también es gallego... Al final, creo que algo importante en Jalopín es la cercanía y espontaneidad de los tres trabajadores. Yo trabajo de cara al público, algo que me encanta», demuestra, compartiendo fotos de un local que tampoco esconde en sus paredes su esencia.

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«Algo que gusta mucho, y también se fotografía, es el mural lleno de frases gallegas como ''Nunca choveu que non escampara'' o litografías que me regaló un anticuario de A Coruña sobre Castelao. Por todos lados hay recuerdos de Las dos en punto, de Las Marías. Yo, además, conocía a Zapatones, era su amiga. Monté una imagen para que cualquier cliente se puede tomar una fotografía como si fuese ese reconocido peregrino; como en un photocall», muestra con cariño.

«Tenemos como un botafumeiro e incluso colgamos por las paredes varias panderetas que nos envió desde su taller de Santiago José Sanín. Yo, en mi ciudad natal, tocaba la pandereta. Crecí entre foliadas, y eso es algo que también me gusta favorecer en el local y que creo que lo convierte en diferente. Cuando surgen esas xuntanzas musicales, todos los presentes lo disfrutan. También, muchos gallegos, para quienes Jalopín ya es una parada. Yo sabía que los gallegos estábamos por todos lados, pero no sabía que en Palma había tantos», comenta riendo, y feliz por la buena marcha del negocio.

«Conseguí llevar parte de Galicia a Mallorca, y eso ilusiona», refrenda.