Un ciclo de cine con mirada al pasado y que viaja hasta lugares como Taipéi para pensar en el problema de la vivienda en Santiago

CARMEN NOVO SANTIAGO / LA VOZ

VIVIR SANTIAGO

Fotograma de «O Pisiño», película del 1958 incluída dentro del ciclo. Dirigida por Marcos Ferreri, se articula en torno a la búsqueda de piso por parte de una pareja después de doce años de noviazgo.
Fotograma de «O Pisiño», película del 1958 incluída dentro del ciclo. Dirigida por Marcos Ferreri, se articula en torno a la búsqueda de piso por parte de una pareja después de doce años de noviazgo. Cedida por el Cineclube de Compostela

El Cineclube de Compostela articula su programación de abril en torno a una temática tan universal como actual, el difícil acceso a un hogar: «Hai 70 anos que este problema existía xa en Madrid e había moitos filmes, como "O pisiño", que o denunciaban»

09 abr 2025 . Actualizado a las 15:40 h.

Petrita y Rodolfo llevan doce años siendo novios. Si todavía no se han casado es porque la falta de medios les impide pagar un espacio en el que vivir juntos. Él trabaja como administrativo en unas oficinas de Madrid, pero su salario es insuficiente para acceder a una vivienda. Un día, ella dibuja una solución que podría ponerle fin a todos sus problemas. Si él se casara con Doña Martina, su casera, que es mayor y está enferma, podría heredar su contrato de renta antigua. Cuando muriera, los dos podrían comenzar a vivir la vida que soñaban desde hacía tanto tiempo y que pasaba por poder alquilar un piso en la ciudad. La historia es una ficción muy real. De este planteamiento parte El pisito, una comedia negra neorrealista del 1958 que se ha convertido en un clásico del cine español. «A partir de aí ábrense unha serie de desventuras que demostran, ademáis do diferente que era a vida hai 70 anos, que este problema xa existía en Madrid e que había filmes que o denunciaban», comenta Iván Villarmea, miembro del Cineclube de Compostela.

La película se proyectará hoy (21.30 horas, Gentalha do Pichel) como parte de un ciclo programado por el Cinceclube y dedicado a reflexionar acerca de la problemática de la vivienda. Bajo el nombre de Comprar. Alugar. Compartir se esconden cuatro proyecciones de épocas y lugares diferentes que ayudan a demostrar que la preocupación por gozar de un espacio propio es un universal y atemporal. «A de O Pisiño é a época do éxodo rural, cando moitas persoas chegaban ás cidades españolas sen ter unha casa. Do mesmo xeito que outros cineastas da súa xeración, como José Antonio Nieves Conde, Luis García Berlanga ou Fernando Fernán Gómez, Marcos Ferreri denuncia a carencia de vivendas a un prezo alcanzable para a xente de 30 ou de 40 anos que quería facer a súa vida», continúa Iván, exponiendo un planteamiento que resulta familiar. Cientos de personas salían a las calles de Santiago este sábado para defender una vivienda accesible para todos, movimiento que, después de las últimas noticias acerca de la subida de los precios de los inmuebles y de las condiciones de los mismos, demuestra la sensibilidad y el recorrido al que llega el tema. 

«Desde o Cineclube pensamos que o cinema leva tratando este problema décadas, en distintos paises e momentos históricos. O dereito á vivenda é algo que move á humanidade e temos moitos nomes que nos axudan a pensalo tanto en presente como en pasado. O ciclo foi o resultado de estar unha ducia longa de persoas —muchas de ellas, como cuenta, de menos de 30 años— lembrando filmes para abordar o tema desde diferentes perspectivas», explica. El resultado de ese proceso fue una selección de cuatro películas y un corto. La primera, que se proyectó la semana pasada, fue A vivenda. Un ben social?, dirigida en el 2020 por Sagrario Fernández Méndez y por Xosé Bocixa. Ella, que es trabajadora social, reúne fragmentos de diferentes entrevistas a personas a las que, de una manera o de otra, se les complica el acceso a la vivienda. Fue la más actual de todas las elegidas. Cinco años han pasado desde su grabación y el escenario sigue pegado al presente. 

Después de Semana Santa, el miércoles 23, el ciclo viaja hasta Taiwán. Se proyectará O burato, una distopía musical del 1998 en la que el reputado Tsai Ming-Lian imagina una gran epidemia en la nueva y poblada ciudad de Taipéi que transforma a todos los habitantes en cucarachas. Con miedo, dos vecinos se encierran en sus apartamentos minúsculos y envejecidos. Están aislados y sin nadie con quien hablar. De repente, una gotera dibuja un agujero que permite que él pueda ver a su vecina. «É unha ficción alegórica e distópica que nos leva a pensar sobre a relación entre os nosos corpos e os espazos que habitamos, que se convirte nunha extensión. Se as vivendas son pequenas, escuras, húmidas e mal conservadas, ímonos sentir doentes», reflexiona Iván. En todas las proyecciones son ellos mismos los que traducen los subtítulos al gallego. Lo hacen desde hace veinte años y los comparten, para enriquecer el fondo, en las principales webs de subtítulos. En este caso concreto, la acción cobra un significado todavía más especial: «Como se trata dun musical, unha persona, que é tradutora profesional, vai buscar que as cancións taiwanesas teñan rima e sonoridade tamén en galego».

 El ciclo terminará el miércoles 30 con una sesión doble. Primero se proyectará Problemas de vivenda, un corto documental de los años 30 dirigido por Edgar Anstey. «En concreto, esta peza é relevante na historia do cinema porque foi unha das primeiras que empezou a grabar o son no propio lugar en vez de facelo no estudo. Os documentalistas visitan a diferentes personas nas súas casas. A xente conta como vive e os problemas que teñen a nivel domestico, inmobiliario e de calidade constructiva. É moi innovadora porque no 1935 non se podia escoitar á xente falando das súas casas», desgrana Iván. El programa se cierra ese mismo día con Cassie volve a casa, un largometraje dirigido por Ken Loach. Es del 1966, mucho antes de que, en la década de los 90, se hiciera conocido por sus ficciones sociales neorrealistas. «Loach denunciaba, fai 60 anos, como no contexto de formación urbana do Reino Unido, a xente se sentía atrapada nos barrios brutalistas que se construían sen servizos, despois de tirar as vivendas contaminadas e desgastadas de arredor das fábricas», continúa. 

Con estos ejemplos, demuestran que la problemática de la vivienda es universal y que no entiende de épocas. Por mucho que cambien las casas, pasan los años y el tema continúa vigente.