Verónica Sánchez, Lali Espósito y Yani Prado: «Hemos utilizado la purpurina para dar visibilidad a la oscuridad»

beatriz pallas REDACCIÓN / LA VOZ

PLATA O PLOMO

TAMARA ARRANZ

«Sky Rojo», la nueva serie de los autores de «La casa de papel», estrenará su segunda temporada en julio

14 abr 2021 . Actualizado a las 09:18 h.

Ellas son las tres fugitivas más buscadas del catálogo de Netflix, donde triunfan con la última propuesta de los creadores de La casa de papel, la serie Sky Rojo. Verónica Sánchez, Lali Espósito y Yany Prado encarnan a Coral , Wendy y Gina, una española, una argentina y una cubana explotadas como esclavas sexuales en un antro situado a los pies del Teide y que emprenden una loca huida por carretera que les hace sentir que otra vida es posible. La segunda temporada de su escapada se estrenará el 23 de julio.

Pregunta. Sky Rojo denuncia la trata de mujeres, pero muy lejos de la estética del cine social. ¿Cómo afrontaron esta historia de denuncia con estética brillante?

Verónica Sánchez. Existe esa denuncia de fondo, solo que hemos utilizado la luz, la purpurina y el brillo para darle más visibilidad a esa oscuridad. Ni estamos blanqueando ni banalizando, estamos utilizando las armas del entretenimiento, la acción y la diversión para que ese mensaje llegue al máximo de gente posible.

Lali Espósito. Es una apuesta muy arriesgada y creo que valiente por parte de Alex Pina y Esther Martínez, de toda la gente que ha trabajado duro para hacer algo original, porque el que toma riesgos en una industria como el entretenimiento tiene grandes frutos. Ellos han demostrado, no solo con La casa de papel sino en general como productora Vancouver, que siempre van a mirar el contrapunto, que no les gusta lo obvio. Creo que poder abordar este tema llamando tu atención como espectador con las armas del entretenimiento, como la aventura, la acción, la purpurina y el brillo, es una manera inteligente de contar esta historia tan dura y con la que pocos se atreven en el mundo del mainstream, llegando con Netflix a 170 países. Es una apuesta heavy en la que te la juegas y para bien. 

Yany Prado. Es correcta la metáfora con la que se ha hablado de la serie desde sus inicios, que es la del caballo de Troya. Mediante esta estética se está contando un tema delicado, del que tenemos que tomar conciencia como sociedad, pero se cuenta de forma inteligente, mediante el brillo y el humor negro. La gente pensaría que como es un tema delicado hay que girar hacia el drama, pero la intención es contarlo de forma más liviana para que le llegue al público a través de este tercer acto constante que es la serie, que te hace estar atento todo el tiempo. Es una apuesta valiente y arriesgada.

P. El personaje de Gina pone rostro a un problema como el de las mujeres que huyen de una situación de necesidad y contraen una deuda impagable con alguien que las explota sexualmente.

Y.P. Llegan al engaño por la necesidad económica. Gina viene a España engañada, pero con la esperanza y la fe de que puede cambiar algo en su vida. La explotan sexualmente, la privan de su libertad, la tienen secuestrada y todo aquello que pensó que podía ser bueno para su familia viene a ser un jarro de agua fría de tanta realidad. A Gina se le prohíbe el derecho que tenemos todos los seres humanos de ser libres.

P. El más misterioso es el personaje de Coral. ¿Qué esconde?

V.S. No se sabe muy bien cómo ha ido a parar a ese club una mujer que, cuando es entrevistada por Romeo, dice que es licenciada en biología. Es española y en un momento en el que habla con Wendy asegura: «Yo sí elegí estar aquí». Y tiene un trato distinto con Romeo, el proxeneta. Es un personaje enigmático. Podría parecer que está ahí por voluntad propia, pero al mismo tiempo es absolutamente toxicómana, porque es incapaz de soportar su realidad. Y quieres saber todo el rato quién es ella, es demasiado enigmática. Lo único que sabes es que en el momento en que vio a sus amigas en peligro decidió abrirle la cabeza a la persona que las estaba atacando y a partir de ahí huyen. Pero es necesario volver atrás para entender cómo ha llegado a esa situación.

P. Wendy parece ser la más fuerte, la que tira del grupo.

L.E. La base que hemos creado para el personaje de Wendy es que no hay demasiada explicación, es víctima de un sistema social, como muchas mujeres que pasan por esto. Hay una realidad económica mundial que desde siempre arrastra a las mujeres hacia los lugares más de mierda y los espacios menos dignos. Wendy es de un barrio muy humilde, de la Villa 31, en el corazón de Buenos Aires, y, a diferencia de Gina, ella sí sabe que viene a trabajar de prostituta. Lamentablemente sabe que es una salida laboral para mujeres que necesitan mejorar su situación económica y va con esa especie de ilusión, que es lo único que la sociedad le regala, de llegar a eso que en su cabeza es un «empleo» y se encuentra con esta situación de esclavitud sexual. Algo muy bonito de estos personajes es que a priori no te las presentan como unas heroínas. Las tres están en situaciones dramáticas, con corazones rotos y con una cabeza llevada a los terrenos más oscuros. Sin embargo, tienen este impulso de escapar. Ni lo planearon ni lo querían. Es una decisión muy loca del capítulo uno. Hay algo del instinto natural de sobrevivir que las lleva a cometer la peor locura que se puede cometer ahí dentro, que es matar al proxeneta. Y esa situación de valentía sin querer las lleva a conectar con que puede haber otra vida, que pueden salir de ahí. No es que se juntaran a planear cómo matar a Romeo. Salió desde lo más profundo del corazón. Es un buen punto de partida para las tres protagonistas.

P. La serie se compone de capítulos muy cortos, pero de acción permanente. ¿Fue un ritmo muy exigente?

V. S. Es una serie que ha sido muy exigente en todos los sentidos, a nivel físico, a nivel emocional y a nivel energético. Hemos dado todo lo que teníamos.

Y. P. Esto hizo que fuéramos un poco más eficientes a la hora de contar una cierta situación, que fuese más concreta y más rápida en las transiciones, Fue una gran escuela, porque son pioneros en hacer este drama de acción capítulos de 25 minutos contando algo con pura adrenalina, este tercer acto constante en el que todo el tiempo pasa algo. Tenía que compaginar el drama contando un tema delicado, que existe en la vida real. Teníamos que estar todo el tiempo con pilas en cada escena, porque sabíamos que no podíamos demorarnos para transitar de una emoción a otra, para clavarnos y deleitarnos en ese pensamiento. Era complicado, pero fue para todas una escuela el tener que contar esto en tan poco tiempo. Estoy muy contenta, porque creo que se ha logrado y que el espectador lo entiende bien.

P. ¿Qué ha sido lo más complicado de las escenas de acción?

L. E. Todo. A nivel físico, más allá del interpretativo, ningún día era tranquilo. Nos colocó en un espacio de entrega total, no solo en las escenas duras dentro del club sino en la parte de acción, en las que aprendimos mucho. Pero creo que hay algo que nos colocó en una situación que ya conocía como mujer y fue que todo lo hacíamos en tacones de quince centímetros, con extensiones y con minifalda, porque esa era la propuesta visual de estos personajes. Como mujeres actrices encontrarnos en esa dificultad para llevar a cabo la realidad de los personajes y cada escena era fuerte. Afrontar todo eso en esas circunstancias estéticas nos supuso mucho trabajo.