Escocia a golpe de testosterona con los protagonistas de «Outlander»

iker cortés MADRID / COLPISA

PLATA O PLOMO

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Sam Heughan y Graham McTavish recorren los usos y costumbres de las Tierras Altas con la serie «Men in Kilts»

03 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Es innegable que el nivel de testosterona que brinda Men in Kilts (Hombres en faldas escocesas) podría destrozar un sismógrafo, pero también es cierto que la química que se adivina entre Sam Heughan y Graham McTavish, protagonistas de la exitosa serie Outlander, es uno de los mejores reclamos para llevar a buen puerto esta atípica ruta por Escocia. Estructurada en seis episodios de unos 25 minutos de duración, esta serie documental que emite Movistar va descubriendo al espectador los usos y costumbres de los oriundos de las tierras altas, abordando en cada entrega alguna de sus peculiaridades, desde su rica gastronomía hasta los espectaculares paisajes de costa y valles que esculpen su figura, pasando por los deportes, la música y los bailes, las tradiciones y las supersticiones.

A bordo de una furgoneta, con Sam como conductor y Graham de copiloto, los rostros que dan vida a Jamie Fraser y Dougal MacKenzie se desplazan de este a oeste y de norte a sur para descubrir que el país de Outlander es en cierta manera real -quitando los viajes en el tiempo- y que la Escocia actual es aún más atractiva y emocionante.

Men in Kilts, que emite Movistar+, arranca con una entrega dedicada a la gastronomía escocesa y aunque sitúa el haggis, un sabroso embutido de corazón, hígado y pulmones de cordero que se cocinaba tradicionalmente en el estómago del animal, como el plato nacional, estos cicerones prefieren encerrarse en The Kitchin, en Edimburgo, uno de los cuatro restaurantes con estrella Michelín que posee el país, para degustar, entre otros platos, una vieira de Orkney y un bogavante de Newhaven. «Nuestra despensa es la envidia del mundo», dice Tom Kitchin, dueño del local. «Con ese nombre -recordemos que kitchen es cocina en inglés-, es difícil que fuera cartero», bromea Sam.

Y es que toda la apuesta se vertebra en torno al humor que, a menudo, surge de las conversaciones de la pareja. Hay pullitas, chistes acerca del trabajo de actor, también sobre lo irracional de algunas tradiciones, mucha camaradería y hasta una jugosa mezcla entre realidad y ficción. Ocurre, por ejemplo, cuando, a punto de llegar a una de las más de cien destilerías que producen whisky en Escocia, Graham insinúa que a Sam le gusta mucho darle al alpiste. Un momento en el que aprovechan para poner un picadito con decenas de secuencias de Outlander en las que Jamie Fraser, su personaje en la pantalla, se echa unos tragos.

La presencia de la serie que los ha hecho conocidos es una constante en el documental, pues sirve no solo para dar contexto, sino también para mostrar la importante labor de documentación sobre la que se asienta la ficción, un reclamo turístico de innegable importancia. Aparece, por ejemplo, en el capítulo dedicado a los deportes escoceses cuando muestran el shinty, una mezcla de hockey y lacrosse, del que se disputó un partido en Outlander y que precisamente enfrentó a los personajes de ambos.

No en vano, los deportes tradicionales estaban muy ligados a los clanes y eran una muestra de fuerza, valía y valentía a cargo de sus miembros. Desde el lanzamiento de martillo, hasta el levantamiento de piedras, pasando por el lanzamiento de troncos o los ya más actuales rugby y golf. Y entre ejercicio y ejercicio, uno se entera de que el campo de golf de Saint Andrews cuenta con entre 400 y 500 años de antigüedad. «Es todo natural, hacían pasar al ganado por estas tierras para allanar el terreno», asegura Fraser Riddler, caddy master del campo.

Ni qué decir tiene que Sam y Graham, dos deportistas natos, llegan a apostarse un baño, en pelota picada, en el Atlántico a quien quede mejor en todas estas pruebas. Merece la pena llegar al final.

Con una fotografía muy cuidada, que no duda en apostar por el dron y las grandes tomas aéreas cuando la belleza del paisaje así lo requiere, Men in Kilts supone un acercamiento fresco e irreverente a una Escocia más desconocida de lo que se cree.