El hotel Metropol revive bajos los focos de «Un caballero en Moscú»

Rafael M. Mañueco MOSCÚ / COLPISA

PLATA O PLOMO

Ben Blackall / Paramount+ with SHOWTIME

La serie que emite SkyShowtime basada en la novela del mismo nombre del escritor estadounidense Amor Towles

02 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La pronunciada caída que sufre en Rusia el turismo procedente de Europa y Estados Unidos por la guerra en Ucrania no ha hecho mella en el hotel Metropol de Moscú, que vive un buen momento gracias al éxito de la miniserie Un Caballero en Moscú, que emite SkyShowtime basada en la novela del mismo nombre del escritor estadounidense Amor Towles.

El establecimiento es un suntuoso cinco estrellas con precios que oscilan entre 260 y 490 euros y suites que alcanzan los 760. De ahí que muchos seguidores de la serie se tengan que contentar con un delicioso desayuno en el salón Metropol con su impresionante cúpula de vidrieras, su fuente de mármol, sus inigualables lámparas de pie afaroladas y el acompañamiento de una orquesta de cámara. Otra opción para recorrer es acudir a alguno de sus restaurantes. Uno de ellos es el que ocupa la sala Boyarski, réplica de las recargadas cámaras de los boyardos de la época de Iván el Terrible.

Publicada en el 2016, la novela de Towles cuenta la historia del conde ficticio Alexánder Rostov, que tras escapar de la pena de muerte es confinado en plena guerra civil, en 1922, en arresto domiciliario perpetuo en el hotel Metropol. Allí, en lujosas salas y habitaciones, salvo la suya, situada en un frío desván, se relaciona con otros huéspedes, pero bajo la implacable vigilancia y hostigamiento del nuevo poder bolchevique recién instalado en Rusia tras la revolución de 1917.

Construido en estilo Art Nouveau y diseñado por el arquitecto británico William Walcot, el Metropol recibió a sus primeros huéspedes el 5 de marzo de 1905. Situado en la misma plaza que aloja el teatro Bolshói y a unos pasos de la Plaza Roja y el Kremlin, incorporaba todas las innovaciones técnicas de principios de siglo: electricidad, telefonía, frigoríficos y ascensores. Según el proyecto del mecenas Savva Mámontov, primer propietario del hotel, la componente artística era fundamental, lo que convirtió a este legendario local en uno de los monumentos históricos y arquitectónicos más llamativos de la capital.

En su construcción participó toda una galaxia de reconocidos y prestigiosos arquitectos y artistas. Pero Mámontov no pudo rematar su proyecto. Acusado de malversación y arrestado, al final fue absuelto, pero quedó arruinado y tuvo que vender su propia casa y la obra en construcción para pagar las deudas.

Sede del Gobierno

Los nuevos propietarios contrataron nuevos arquitectos que introdujeron cambios significativos en el proyecto inicial. Así, la sala central del complejo, diseñada como un atrio cubierto con una cúpula de cristal y concebida como sala de teatro con 3.000 butacas, se convirtió en restaurante. En 1901, un incendio provocó ajustes en los planos.

Antes de la Revolución Bolchevique de 1917, los clientes del hotel eran viajeros, hombres de negocios y personajes de la élite cultural y política, rusa y extranjera. Durante los combates callejeros de octubre a noviembre, el hotel vivió un enfrentamiento armado entre unidades del Ejército Rojo y los cadetes de la Guardia Blanca zarista, que se atrincheraron durante seis días. Al año siguiente, los dirigentes comunistas trasladaron la capital desde Petrogrado (San Petersburgo) a Moscú y el Metropol, nacionalizado, se convirtió temporalmente en la sede del Gobierno. En su reformado salón se celebraron reuniones del Comité Ejecutivo Central de Rusia, en las que a menudo intervenían Vladímir Lenin y León Trotski.

Originalmente, todo el edificio estaba rodeado por una inscripción en mayólica de Friedrich Nietzsche: «Nuevamente la vieja verdad: cuando construyes una casa, te das cuenta de que has aprendido algo». Los comunistas la sustituyeron por una cita de Lenin, «Solo la dictadura del proletariado es capaz de liberar a la humanidad de la opresión del capital», que aún puede leerse en la actualidad.

En 1931, el Metropol reabrió sus puertas como hotel de moda para extranjeros de alto nivel interesada en conocer el ‘paraíso soviético’ y como lugar de encuentro de diplomáticos. Entre los huéspedes hubo jefes de estados extranjeros, estrellas mundiales del teatro, la ópera o el cine. Acudió gente como Bernard Shaw, Bertolt Brecht o Mao Zedong. Tras los muros del hotel, avanzaba la represión estalinista, las purgas, fusilamientos y confinamientos de millones de personas en los siniestros gulags (campos de trabajo penitenciarios). Muy cerca del Metropol, en la plaza Lubianka, estaban las mazmorras del Comisariado Popular de Asuntos Interiores, el terrible NKVD, la policía de Stalin.

La guerra y la renovación

Durante la II Guerra Mundial, el local se llenó de periodistas extranjeros que cubrían la contienda desde el Frente Oriental. Años después, tras la muerte del dictador comunista, el KGB desplegó allí sus agentes para tratar de hacer acopio de cualquier información aprovechable. La famosa ‘sección femenina’ del KGB, compuesta por bellísimas mujeres entrenadas, se afanó en seducir a cualquiera que pudiera facilitar acceso a datos clasificados. Después, con aquellas jóvenes se mezclaron prostitutas y el hotel empezó a coger fama como lugar de vicio y depravación.

De 1986 a 1991 se restauraron las fachadas y los interiores originales, y el hotel adquirió el estatus de cinco estrellas. Antes ya habían pasado por allí personajes como John Steinbeck, Robert Capa, Golda Meir, Marlene Dietrich, Marcello Mastroianni, Jean Marais o Paul Mauriat.