Desaparecer a tiempo, Carrie

Tamara Montero
Tamara Montero CUATRO VERDADES

PLATA O PLOMO

Max | EFE

11 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Vuelven, silenciosos, a quedar ordenados en las baldas. Quizá los manolos ya nunca salgan de ese vestidor y es posible que sea lo mejor para ellos. Para todo el mundo.

De estos cuatro años, tres temporadas, dos hogares y un reencuentro fallido con el pasado, la secuela de Sexo en Nueva York nos ha dejado una enseñanza vital importante: la de que hay que saber irse, desaparecer, esfumarse. Que no vale la pena sostener la agonía e ir desdibujándose poco a poco, perdiendo la esencia, transformándose en algo, en alguien, que no se reconoce en el espejo. Le ha pasado a Miranda Hobbes, aquel icono auténticamente feminista de finales de los 90 que dejó de ser fiel a sí misma en este sucedáneo exagerado que se ha convertido And Just Like That. Le ha pasado a Seema, la versión low cost de una Samantha Jones que sí supo que había que poner tierra de por medio y desapareció antes de que el naufragio fuese así de evidente. Y a Lisa, a la que su padre se le ha muerto dos veces en tres temporadas, una de palabra, la otra funeral dramático (en el sentido teatral del término) mediante.

Se cancela una serie que nunca debió haber existido. Al menos no así, entre ropa exagerada, diálogos forzados, fallos de raccord y falta de autenticidad. Carrie Bradshaw se merecía desaparecer a tiempo.