Pantomima Full: «La cultura del esfuerzo es un cáncer»

IKER CORTÉS MADRID / COLPISA

PLATA O PLOMO

Carlos Ruiz B.k

El dúo cómico estrena en Disney+ la serie «Entrepreneurs», donde desarrollan en formato más largo sus parodias de gurús e «influencers»

22 oct 2025 . Actualizado a las 10:31 h.

Alberto Casado (Madrid, 41 años) y Rober Bodegas (Carballo, 43 años) se hicieron conocidos cuando irrumpieron en Sé lo que hicisteis..., el espacio de La Sexta que conducían Ángel Martín y Patricia Conde. La química entre ambos ya estaba presente cuando hacían sus primeros sketches. Tras un proyecto para internet junto al presentador del que salieron escaldados, la pareja se convirtió en dúo artístico. Con Pantomima Full y vídeos de poco más de un minuto y medio llevan casi diez años retratando a gurús, mercachifles, influencers y canallitas de todo pelaje. Ahora se lanzan a la ficción televisiva con Entrepreneurs, una serie de diez episodios acerca de un niño de papá que, junto a un vendehumos, monta un coworking. Este jueves 23 se estrena en Disney+.

—Es inevitable ver «Entrepreneurs» como una extensión de los vídeos que hacéis bajo Pantomima Full.

—[Rober Bodegas] Siempre nos había gustado la idea de hacer un proyecto más ambicioso, como una serie y Álex de la Iglesia nos propuso apoyarnos en el camino. Cuando grabábamos los vídeos siempre decíamos: «Cómo molaría desarrollar más a este personaje o juntarlo con este otro y pensar en un universo donde pudieran estar todos juntos». Y un coworking nos parece buena idea, porque también desde ahí podíamos retratar pues toda esta historia del emprendimiento y de ser tu propio jefe y todo eso de convertir tu hobby en tu trabajo, ¿no?

—[Alberto Casado] Sí, eso de trabaja en lo que te guste y nunca trabajarás (risas).

—¿Es un cáncer la cultura del emprendimiento?

—[R. B.] ¡Guau! (risas). No vamos a decir a estas alturas que emprender está mal, pero sí que es un cáncer toda esta cultura del esfuerzo, de que hay que trabajar y dormir en la oficina.

—[A. C.] Sí, eso y la cultura de que hay que petarlo, porque te lo están vendiendo como que es hacerte un cursillo de 300 euros y eso es lo más jodido.

—Dan vida a dos personajes mezquinos. ¿Se les acaba cogiendo cariño?

—[A. C.] A la hora de hacer la serie sí hemos intentado que, aunque lo sean, tengan un fondo y te acaben dando un poco de pena, como nuestros personajes en los vídeos porque si no serían demasiado despreciables.

—[R. B.] Sí, lo guay de haber crecido tanto en el formato, de un minuto y medio a casi media hora, es poder contar mucho más. Digamos que al final los vídeos tienen su discurso de que esto es lo que te vendo, y los rótulos te hacen intuir que eso no estaba así, y la serie te permite explayarte en sus miserias y creo que por eso acabas perdonando a los personajes, porque dices «¿pero este cretino de qué va» y luego «pero pobre, si no tiene nada».

—¿Las redes sociales nos están volviendo tontos?

—[R. B.] Es de rancio decir sí, pero cómo decir que no. Creo que es verdad que te bombardean con tantas cosas que puede dar lugar a que te equivoques. En general todos intuimos cuándo una cosa es un timo, un engaño o está exagerada, pero lo cierto es que, por ejemplo, las casas de juego, que estaba todo atestado de ellas, de repente hizo falta prohibir eso, porque a pesar de que todos teníamos claro que ahí te iban a engañar, la gente acaba yendo, porque siempre tienes la historia de uno al que le fue bien y dices, «bueno, 20 euros no es nada». En general siempre hay gente buscando engañarte: haz mi curso de lo que sea.

—[A. C.] El bombardeo de contenido es tan bestia que ya todo el mundo quiere hacer contenido. ¿Por qué no voy a hacer un canal de que voy a restaurantes? Nadie quiere ser recibidor de contenido y esto se ha ido de las manos. No puede ser que tu canal vaya de que pruebas de vermús (risas).

—En la serie están todos los tics del mundillo: gurús, «coaches», CEOs... ¿Temen represalias? ¿Les han salido enemigos con los «sketches» de Pantomima Full?

—[A. C.] No nos dan miedo los emprendedores. Si se enfadan, aquí estamos, dispuestos a pelear (risas). En realidad, más allá del cachondeo, pretendemos más que se vea representado nuestro entorno y nuestra generación en diferentes personajes, más que los emprendedores, que al final es lo que lo envuelve todo.

—[R. B.] Si miras diez años atrás, y en una ciudad como Madrid, donde todos hemos llegado de otro lugar, la serie también habla de esas personas de 40 años, de los rezagados, los que se quedaron ahí pegados a la plaza del 2 de mayo. Oye, ha estado bien esto de ser DJ y de hacerle fotos a un amigo y tal, pero yo qué sé, va a haber que buscar otro plan. Y te llega uno: «Vamos a esto, que te dan birra». Joder, si con 40 años tengo que estar yendo a zamparme unos cuadros de mierda porque dan latas de Mahou verde... Hostia, tengo que hacer un cambio en mi vida, aunque sea más aburrida.

—De la Iglesia rueda tres episodios, pero no se lo menciona en la comunicación.

—[R. B.] Desde el principio pidió no figurar en las notas de prensa porque es fácil que su inercia robe un poco la idea de que es la serie de Pantomima. Y la verdad es que es guay que haya querido estar ahí.

—[A. C.] Ha sido fácil currar en el sentido de que se nos ha dado cien por cien de libertad para que esto se parezca lo más posible a lo que queríamos hacer. Ha sido algo como «a vuestro servicio para lo que queráis».

—Es su primera serie, ¿qué debilidades y qué fortalezas se han visto?

—[A. C.] A nivel escritura lo disfrutamos mucho y fue cero marrón, porque lo pillamos con muchas ganas, como siempre nos quedábamos con ganas de más... A nivel actoral fue mucho más jodido, porque en los vídeos ni te aprendes el guion, porque al final son frases sueltas que vas tratando de decir con naturalidad, como tú puedas. Y de repente el rollo de decir que es un personaje que tiene un desarrollo... ¿Cómo se hace esto? Yo leo frases en un móvil (risas).

—[R. B.] En la visión general de la serie hemos intentado no ser tan tontos como para no escribirnos algo que de ningún modo lo sepamos hacer, porque al final somos cómicos, no actores. Y mi personaje es un tío despreocupado, un niño grande, con actitud de sobradillo. El 90 % del tiempo es eso y estás cómodo.