AYER mismo La Voz informaba del caso de una joven alemana, víctima de los excesos en la política de empleo de su Gobierno. Allí, cualquier mujer menor de 55 años que lleve más de un año en el paro está obligada a aceptar cualquier oferta de empleo. Y lo que le ofrecieron a esta joven, informática de profesión y camarera ocasional, fue llanamente servicios de prostitución que, desde hace dos años, son perfectamente legales en Alemania. O lo tomaba, o se quedaba sin subsidio. Viene esto a cuento porque Alemania, que también pasa sus penurias, es, tradicionalmente, una nación ejemplar en lo que al trabajo y a la economía se refiere. Un espejo en el que mirarnos. Aunque, a la vista de este caso y de otros parecidos, los próximos milagros alemanes van a estar basados sobre algo más que el esfuerzo de sus trabajadores, porque una cosa es pedirte una hora extra a la semana y otra muy distinta, que te desprendas de tu ropa interior. No sé si han tenido oportunidad de echar un vistazo a la Constitución Europea. Pero al margen de lo que dicen todo trascendentes Loquillo, Luis del Olmo y compañía, resulta que la mayoría de los capítulos hablan de política monetaria, finanzas, aduanas, cohesión económica, política comercial, disposiciones fiscales... ¿Y que tiene que ver la desolada joven alemana con la Constitución Europea? Pues, a lo mejor, nada. Pero yo me voy a releer un poco más el texto, por si las moscas.