Las agencias han olvidado a las maniquíes de color que triunfaron en los ochenta. Hoy proponen otro canon de belleza y promocionan a chicas del este de Europa
27 jun 2008 . Actualizado a las 02:00 h.Se llamaban Mounia, Naomi, Katoucha, Iman o Alek: reinas de las pasarelas desde los años ochenta junto a sus colegas blancas. Pero las modelos negras han desaparecido prácticamente de los desfiles de moda, desplazadas por una ola de jóvenes beldades rubias venidas de Europa del Este. En vísperas de los desfiles de alta costura para la temporada otoño-invierno 2008-09, que empezarán el lunes próximo en París, varios profesionales de la moda confirman esa tendencia.
«Pedí a las agencias modelos negras para nuestro próximo desfile», pero «no tienen», afirma el diseñador Mario Lefranc. «¡Estoy harto de rusas rubias!», exclama, antes de explicar que «evidentemente están de moda las rubias con ojos azules».
«En este momento hay que hacer un esfuerzo. Las agencias no nos proponen modelos negras», opinan también colaboradores del diseñador Jean-Paul Gaultier, que en sus desfiles ha promovido siempre la diversidad (de raza, pero también de edad y de corpulencia). Desde hace unos años, se vive «una verdadera invasión de chicas de Europa del Este, de esos cánones de belleza».
La historiadora de la moda Lydia Kamitsis estima que, «en estos tiempos en que la la diversidad es promocionada y mucho más aceptada», lo lógico sería que esa diversidad se viera en las pasarelas, pero «lo que ocurre es exactamente lo contrario».
Hasta los años sesenta «el ostracismo y el racismo estaban todavía muy presentes», había «una especie de uniformidad y de preeminencia de la raza blanca», recuerda la historiadora.
A mediados de los años sesenta hubo una «ruptura radical» que hizo que «se utilizaran maniquíes negras en primera plana de las revistas y también en los desfiles. Fue entonces un verdadero escándalo», agrega. En esa época, creadores de moda como Yves Saint Laurent y Paco Rabanne fueron los primeros que hicieron desfilar modelos negras.
La diversidad
En los años ochenta hubo una «explosión de la diversidad», con «modelos de todos las culturas, de todos los formatos». Lamentablemente, «todo eso desapareció progresivamente para regresar a esta uniformidad y esta preeminencia blanca que vemos hoy», señala Kamitsis. En su opinión, este fenómeno se debe a que «se está menos en una lógica de creación que en una lógica de marcas, de productos», que implica «una suerte de desdibujamiento de la personalidad de la modelo en beneficio del producto».
Hubo períodos en que los creadores de moda tenían la voluntad de inscribirse en su sociedad, de representarla, de promover la diversidad, recuerda la historiadora. Diseñadores como Azzedine Alaïa y Jean-Paul Gaultier quisieron «romper el molde de los cánones de belleza». Pero hoy «hay una tendencia general a fundirse en una cierta uniformidad», porque el campo de acción de los diseñadores está «muy restringido por las estrategias de márketing» y la voluntad de no asumir ningún riesgo. Además, «para la moda, los mercados llamados emergentes, como China y Rusia, o los países árabes, son sociedades que tienen la reputación de ser poco propensas a la mezcla cultural» y «la modelo blanca aparece sin duda como el mejor comodín para convencer a esas clientelas», afirma.
«Hay que vender», resume Renée Dujac-Cassou, directora de la agencia de maniquíes Crystal; y «lo que hoy hace soñar a la gente es la rubia con ojos azules. Es así de simple», afirma.
«La bella africana ya no hace soñar a nadie, como tampoco una princesa tibetana o una princesa china», recalca Dujac-Cassou apuntando un cambio de tendencias que vuelve a favorecer a las modelos blancas. Dujac-Cassou afirma que por este motivo la proporción de modelos de otra raza en las pasarelas internacionales «será siempre sumamente limitada».