En poco más de diez años, el arquitecto coruñés se ha convertido es uno de los más influyentes de España y su estudio es sinónimo de viviendas modernas y exclusivas
23 ago 2009 . Actualizado a las 02:00 h.Un apartamento que salió en todas las revistas de interiorismo y la reforma del bar de tapas Casa Pilar, en A Coruña, lo pusieron en órbita. Ahora construye rascacielos en Dubái y personajes como Raúl, Zidane, Michel Salgado, Fonsi Nieto, Elsa Pataky o los March le encargan sus viviendas.
-¿Cómo es tratar con este tipo de clientes?
-Es un lujazo, cuando cuentas con un alto presupuesto el límite está en ti mismo, en tu talento, en lo que puedes ofrecer. Conste que todos tenemos un presupuesto, por muy alto que sea.
-¿Ponen muchas pegas, se inmiscuyen?
-Cada vez menos. En La Finca hay algún recelo porque hay algunos empresarios de la construcción y tienen sus propios arquitectos. Por ejemplo, Antonio Catalán tiene su propio estudio de arquitectura e interiorismo y que le impongan otro... Una vivienda es el proyecto más complicado a nivel de relación con el cliente.
-De hecho, los grandes arquitectos, como Foster o Rogers, ya no hacen viviendas.
-Es que tienes que poner mucha gente y no es muy rentable. El trabajo es muy intenso, dura todo el proceso de construcción, porque los clientes suelen cambiar muchas cosas.
-Y en los últimos años se ha hecho mucha promoción de baja calidad.
-Es cierto, y de hecho eso se nota ahora que hay en el mercado más de un millón de viviendas sin vender y el usuario va a elegir mucho más. El promotor que quiera vender va a tener que invertir en diseño y en calidad. Al final, el público les ha dado una lección. El diseño no está reñido con la calidad.
-¿Qué coste de mantenimiento tienen las casas de A-cero?
-El coste general es muy razonable para lo grandes que son y tratamos de aplicar criterios de sostenibilidad, siempre que el cliente lo quiera. Hombre, si quieren una piscina cubierta con el agua a 32 grados en invierno, eso no hay sostenibilidad que lo aguante. Intentamos que estén bien aisladas, bien orientadas, ventiladas, con un buen sistema de calefacción y de enfriamiento.
-Llama la atención la limpieza de sus fachadas, cómo cortan el mármol...
-Nos gusta utilizar piedras naturales y el hormigón, y que dentro de equis años no haya que estar cambiando materiales, repintando...
-¿Ha sido complicado establecerse en Dubái?
-Fue muy lento y complicado por la poca información y ayuda que da nuestro cuerpo diplomático si lo comparas con el americano o el inglés. Estamos intentando abrir oficinas en Vietnam y en Brasil y vuelve a ser muy farragoso.
-¿Siguen adelante con la Wave Tower?
-La crisis es global y en Dubái se ha parado todo desde diciembre. La ley dubaití obliga a que el 70% esté vendido antes de construir. El proyecto de las islas es el que más avanzado tenemos, vamos a empezar a construir una parte.
-¿Qué diferencias hay con la construcción en España?
-En España puede haber diferencias de temperatura entre invierno y verano de más de 50 grados. En Dubái, de 25 grados, lo cual hace que sea más fácil, todo el tema de aislamientos es más chapucero. Y luego intentan planificar hasta niveles banales. El querer hacer una arquitectura diferente nos ha costado muchísimo esfuerzo.
-Hacen proyectos integrales: arquitectura, interiorismo, urbanismo, paisajismo...
-Hacemos hasta la fase que quiere cada promotor, en Dubái tenemos varios encargos que solo son el proyecto básico. Pero la tendencia es hacer proyectos integrales.
-¿Colaboran con alguna ingeniería como Arup?
-En Dubái sí. Por ley te tienes que asociar con un consultor y entre ellos está Arup. Intentamos tener el dominio completo del proyecto desde el estudio. Porque al final es una lucha permanente por intentar mantener el diseño y la idea inicial. Y en una ingeniería ven el proyecto desde otro punto de vista. Nosotros cuidamos hasta el último detalle y la estructura y las instalaciones son una parte más. Intentamos que nuestra arquitectura sea un juego escultórico.
-¿Ejerce de gallego?
-Por supuesto, siempre digo que somos un estudio gallego. Yo debo muchísimo a A Coruña, estoy orgulloso de haber estudiado ahí. Es una escuela magnífica, pero nos sorprende que jamás nos hayan llamado para contar nuestra experiencia. Si yo fuera profesor y supiera que a un alumno le va muy bien y sale adelante en un mundo tan complicado como este, me sentiría orgulloso.