Música de Ana Kiro, vino de Betanzos y exótico pasaje en un catamarán
25 jul 2011 . Actualizado a las 06:00 h.La publicidad promete regalar al navegante una isla virgen. «Treat yourself to a virgin island», reza en poético inglés el folleto que circula por las cálidas tabernas de O Grove. «Catamaran cruise with onboard lunch». Es decir, ruta en catamarán con comida a bordo. ¿Cuál es el destino así laureado? El islote Areoso, «Areoso island», una suerte de atolón de arenas blancas y aguas azules (sería fácil emplear de nuevo cálidas en esta somera descripción para satisfacer a los amantes de los tópicos, pero conviene apreciar que en la ría de Arousa la calidez, como queda escrito, pertenece al interior de los bares; la temperatura del agua aquí recortaría varios centímetros la personalidad de algún nobilísimo tertuliano) con las gaviotas por todo habitante. En Areoso no se puede fondear a menos de cien metros de la línea de bajamar. Solo tres empresas de O Grove -Cruceros Ángel, Cruceros Pelegrín y Cruceros do Ulla- están autorizadas por Medio Rural a incluir la isla dentro de su oferta turística en julio y agosto. Únicamente sesenta personas cada día. Estas son las condiciones.
Un digno arroz de marisco
El asunto se resuelve en la estación de autobuses de O Grove, en cuyo vestíbulo disponen los cruceros su taquilla, a base de 28 euros por adulto y 10 por niño. Los chavales menores de 6 años no pagan. Como el aire echa para atrás, a ninguno de los doce pasajeros que hoy viajamos a Areoso se nos ocurre hinchar pecho y ejercer de machos alfa en cubierta. Mejor dentro, que además hay buenas mesas y el personal de Cruceros Ángel está empezando a servir «an excellent traditional dish». O sea, un excelente plato típico de la zona que resulta ser un dignísimo arroz de marisco, con sus cigalas, sus langostinos, sus almejas y sus berberechos. Como se puede repetir sin ningún problema, nos ponemos las botas.
El maridaje se resuelve con un vino blanco de incierto origen, aunque embotellado en Betanzos bajo una etiqueta espectacular: Lenda Galega, ahí es nada. Redondea el ambiente una banda sonora compuesta por las mejores piezas de Ana Kiro y los compases de populares bandas del país sonando a un volumen que deja pequeño el tronar de los motores. Aquí estamos, here we are, dándolo todo, giving it all. «Correto, Gayoso», parece escucharse al carteiro de Luar.
Con acento semítico
A bordo se escuchan todo tipo de acentos. Madrileño, murciano, andaluz y... semítico. Saud viaja con su esposa y sus cuatro hijas. Son oriundos de Arabia Saudí aunque viven en Madrid y es su primera incursión en Galicia. La idea de la isla desierta les gustó y aquí están. ¿Y cómo va la cosa? «Muy bien, pero mucho frío; nosotros estamos acostumbrados a 45 grados». Esto, claro está, no lo remedia ni el licor café que la tripulación ofrece para brindar en el viaje de vuelta. La botella de Lenda Galega, Saud ni mirarla, mucho menos abrevar de ella. En cambio, Areoso parece impresionarlo. Tras abarloar el catamarán en una batea, una zódiac traslada al personal al islote. Si uno se despista, con permiso de las nubes y del airecillo, se diría en algún rincón del Caribe. Las chicas, tocadas con el hiyab, se divierten. Alfonso, murciano de vacaciones, da en el clavo: «Estoy en simbiosis con la naturaleza, tío». «Setting sail to this islet is a privilege», poner rumbo a este islote es un privilegio. La promesa resulta, por una vez, exacta. Another shot of coffe liqueur y a casa, que van siendo horas.