
Cerrará sus 54 reactores a medida que agoten su vida útil de aquí al 2030
15 sep 2012 . Actualizado a las 07:00 h.Japón ha dado una vuelta de tuerca a su política nuclear: renunciará a la energía eléctrica producida por la fusión del átomo de aquí al 2030 en un cierre programado de las centrales. El plan, que prevé que no se dará ningún permiso para la construcción de nuevos reactores, fue anunciado ayer por el gobierno nipón tras un acuerdo del consejo de ministros. La decisión se toma un año y medio después del accidente de Fukushima, el segundo siniestro nuclear más importante de la historia después del de Chernóbil y que aún mantiene alejado de sus hogares a más de 50.000 japoneses. El gobierno, en principio, no parecía dispuesto a renunciar a una fuente energética que antes del siniestro atómico le aportaba el 30 % de sus necesidades eléctricas, pero ante la creciente presión popular, cada vez más antinuclear, tuvo que reconsiderar su postura.
De esta forma, Japón sigue la senda iniciada por países como Alemania, Bélgica o Suiza, que con anterioridad ya habían establecido un calendario para el cierre programado de sus reactores, que culminará a lo largo de la próxima década.
La decisión del gobierno nipón no significa, sin embargo, que a lo largo de los próximos meses no vuelva a reabrirse alguna de las instalaciones que ahora están paradas para ser sometidas a los fuertes controles de seguridad implantados después de la catástrofe de Fukushima. De hecho, en estos momentos solo están operativos dos de los 54 reactores que operaban antes del siniestro atómico. Los demás podrían volver a reabrirse si las necesidades energéticas del país así lo requieren y siempre y cuando su seguridad sea certificada por una entidad independiente al margen del ejecutivo. Eso sí, Japón no permitirá la construcción de ningún nuevo reactor e irá apagando los existentes a medida que vayan cumpliendo los 40 años de vida, que es el máximo de actividad que se les permitirá. De esta forma, en la década de los treinta todos quedarán clausurados.
La paralización real de las plantas atómicas desde Fukushima ya ha obligado a Japón a reestructurar sus fuentes energéticas y a reforzar el uso de los combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) para satisfacer sus necesidades. Este fuerte incremento ha disparado la dependencia y factura energética del país y lo obligará a incumplir su compromiso de reducir las emisiones de efecto invernadero.