La vida fluye en el abismo oceánico

Raúl Romar García
R. Romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Detectan una importante actividad microbiana en la Fosa de las Marianas

19 mar 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

La vida también se abre paso en las tinieblas. A una profundidad de algo más de once mil metros bajo el nivel del mar, donde la oscuridad es perpetua, la temperatura glacial y la presión extrema, 1.100 veces mayor que en tierra firme, los investigadores marinos se han encontrado con una absoluta sorpresa: la vida no solo fluye, sino que la concentración de células microbianas es intensa y muy activa.

Nada podía hacer presagiar tal cosa en el Abismo de Challenger, en la Fosa de las Marianas, de 11.034 metros de profundidad, un hábitat en el que la presencia de oxígeno es casi testimonial. Pero las bacterias han sabido adaptarse para vivir en un ambiente extremo en el que, paradójicamente, tampoco falta materia orgánica de la que alimentarse. Al contrario. Los microbios incluso se dan un festín con los flujos inusualmente altos de restos de animales muertos y algas procedentes de zonas mucho más superficiales, un material que probablemente es expulsado hacia el abismo marino por los frecuentes terremotos que se producen en el área. En este punto, la concentración de organismos unicelulares es incluso el doble que la existente a seis mil metros por encima, un hábitat teóricamente mucho más propicio para la vida.

Influencia en el clima

«Nuestra conclusión es que el importante depósito de materia orgánica en el Abismo de Challenger mantiene una actividad microbiana en aumento, a pesar de las presiones extremas que caracterizan el entorno», explica Ronnie Glud, de la Universidad de Dinamarca del Sur, y responsable de una investigación publicada en la revista científica Nature Geoscience.

El trabajo ofrece una visión del fondo de la Fosa de las Marianas, situada en el Océano Pacífico frente a China, Japón y Filipinas, muy distinta al mundo «ajeno y estéril» descrito por el cineasta James Cameron tras viajar a la zona en un minisubmarino especial. Ahora, los investigadores tomaron muestras de sedimentos recogidas por un submarino robótico que, tras ser analizadas, desvelaron un paisaje inesperado. Es más, la intensa actividad microbiana sugiere que la fosa puede ejercer un importante papel en el ciclo del carbono y, por tanto, en el clima del planeta. La inmensa materia orgánica allí depositada puede actuar también como una esponja a la hora de absorber dióxido de carbono.