La Viagra cumple 15 años

Nacho Mirás SANTIAGO / LA VOZ

SOCIEDAD

Enrique IV de Castilla mandó una expedición a África en busca del unicornio que pudiera devolverle su potencia sexual. Otros probaron con el cuerno del rinoceronte. Hoy, la magia se dispensa con receta

29 abr 2013 . Actualizado a las 12:45 h.

Nadie se imaginaba hasta qué punto la Viagra, esa pequeña pastilla azul, iba a cambiarlo todo. El doctor Antonio Marqués Queimadelos, urólogo en el Policlínico La Rosaleda de Santiago, habla de una revolución no solo en los tratamientos para la disfunción eréctil, sino también en la manera de diagnosticar, ya que acabó con las complicadas pruebas que había que hacer para detectar posibles trastornos vasculares. Hasta tal punto ha roto esquemas que hasta el rabino mayor de Haifa llegó a recomendar Viagra por su efecto «sobre la paz conyugal».

-¿Por qué se produce la disfunción eréctil?

-Puede ser expresión de un montón de procesos, tanto psíquicos como orgánicos. Esta patología acompaña a pacientes con enfermedades tan comunes como la diabetes, hipertensión, tratamientos antihipertensivos... Y a otras enfermedades como esclerosis múltiple, hipogonadismos, radioterapia, prostatectomías... También se relaciona con la depresión, la ansiedad, el consumo de alcohol, drogas o tabaco.

-Y hasta que apareció la conocida pastilla azul, el tratamiento pasaba por inyectarse. Solo de pensarlo...

-Sí, estaban las inyecciones intracavernosas, aunque eran pocos los que permanecían fieles a un tratamiento tan agresivo. Entonces nos quedaba, como hoy, el tratamiento quirúrgico mediante la implantación de prótesis. La llegada de un tratamiento oral supuso una revolución: mucha gente que vivía en una nebulosa de angustia y que no se atrevía a hablar de su problema encontró una solución. Pero insisto: antes de automedicarse es imprescindible venir al urólogo.

-¿Qué hace exactamente la Viagra?

-Es un vasodilatador que se emplea para conseguir y mantener la erección. Es casi un medicamento ideal: cómodo de administrar, no invasivo, no doloroso... Tiene un alto índice de eficacia y mínimos efectos secundarios. Eso sí, no es económicamente asequible y no lo puede utilizar cualquier hombre: es necesaria una historia médica completa y un examen para determinar las causas de la impotencia, ya que no está indicada en todos los casos. Por ejemplo, en los hipogonadismos que pueden aparecer entre los cuarenta y cincuenta años, y que requieren otro tipo de tratamiento a base de testosterona.

-Supongo que un producto así es fruto de años de investigación, que los científicos trabajan incansablemente en el asunto...

-Lo curioso es que es fruto de una casualidad. Intentaban encontrar un medicamento para bajar la tensión. Estaban detrás de distintas moléculas y, entre las que apareció, estaba esta. Creían que sería un buen hipotensor. Cuando empezaron los estudios se dieron cuenta de que, prácticamente, no afectaba a la tensión arterial, pero los que la probaban salían encantados [sonríe].

-¿Cree que ha redundado en una mejor salud mental de los pacientes?

-Sin duda. Y no solo eso: la Viagra ha salvado bastantes matrimonios. Claro que también ha echado a perder otros [sonríe], no sé dónde está el término medio. Es cierto que, muchas veces, la causa de las disfunción tiene que ver con una experiencia previa negativa: una vez que, por algún motivo, tienes lo que coloquialmente denominaríamos un fallo, luego tienes un cierto temor a que te pueda volver a pasar. Y eso crea una inseguridad que hace que el varón intente evitar situaciones que, en una relación normal de pareja, terminan siendo estimulantes del apetito sexual. Por eso se dice que la Viagra ha salvado muchos matrimonios.

-¿Ha contribuido también a que la gente mayor redescubra la sexualidad o hay algo de mito en eso?

-El apetito sexual no depende de la edad. Lo que pasa es que, muchas veces, el varón no consigue una erección. Si está sano y no tiene alteraciones cardíacas o enfermedades asociadas que contraindiquen su uso, esa persona puede recuperar una sexualidad completamente normal. Da buenos resultados en pacientes mayores de 65 años.

-En estos años se ha hablado mucho de riesgos para el corazón...

-Hablamos de un tratamiento para personas que lo necesitan. El gran problema de la Viagra es que hay gente que no la necesita pero quiere ser Supermán. Y algunos han muerto de sobredosis. Si no existen trastornos del ritmo cardíaco se puede tomar. Está contraindicada si el paciente utilizan parches de nitritos. Pero el mito del corazón es relativo, siempre se aconseja autorización del cardiólogo si uno padece del corazón.

-¿Qué hay de los efectos secundarios?

-Los más comunes son dolor de cabeza, sofocos, molestias respiratorias, alteraciones en la visión y trastornos gástricos.

-¿El precio es un problema?

-Que no se hiciera cargo la Seguridad Social es un problema, cuando aquí estamos hablando de una enfermedad. Las inyecciones, sin embargo, sí entran. Yo creo que, en las debidas condiciones, debería ser un gasto asumido por la Seguridad Social. Insisto: siempre para la gente que lo necesite. Lo malo es que en estas cosas siempre hay un mundo de fantasía y parafernalia. En la diferencia entre que sea utilizado como la medicina que es o como afrodisíaco está la diferencia entre si debe ser asumido o no por el sistema sanitario de salud pública.