«A veces se evocan estilos, de las borrosidades impresionistas a las composiciones cubistas», apunta Solana. Destaca como «la foto ha vuelto al concepto de cuadro tras vivir buena parte del siglo XX rechazando la proximidad al lienzo y apostando por la espontaneidad radical». «Ahora es una forma más compuesta y escenificada, más de estudio, que no pretende simular una espontaneidad que no tiene y que conecta con la tradición pictórica», dice el director del Thyssen.
Deuda
También «la pintura debe a la fotografía mucho más de lo que reconocen muchos pintores que trabajaron con ella desde principios del XIX un poco a escondidas, como si la foto fuera algo ligeramente deshonroso, vergonzoso», dice Solana. «Hoy se han descubierto fuentes fotográficas literales para Delacroix o Degas que nadie hubiera sospechado y esto es más fácil de asimilar», agrega. Sostiene que «el estatus de la fotografía se ha elevado y la propia pintura a veces no es hoy la anfitriona: es la invitada en la casa de la foto. Ha pasado de hermana mayor a hermana menor y nos acordamos de la pintura porque la evoca la foto, que es el gran lenguaje visual contemporáneo». Así las cosas, ve la muestra como «un misterioso juego de cajas chinas en el que la foto está dentro del pintura, y viceversa».