La pasión de los cuatro aros

RAFAEL BAUTISTA REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Evolución del logotipo
M.M.M.

Audi es más que una marca. Sus cuatro aros simbolizan la pujanza y el orgullo de la maquinaria alemana que en los primeros años del siglo XX se convirtió en la gran referencia de la automoción. El gigante teutón es el resultado de la necesidad, el símbolo del esfuerzo colectivo para superar la crisis que llegó tras la Primera Guerra Mundial

14 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La historia de Audi es también la historia de una parte importante de la industria europea. La marca alemana es el resultado de la unión de otras cuatro firmas alemanas que, azotadas por la grave recesión económica que sobrevino a la Gran Guerra (1914-1918), decidieron unir sus fuerzas, tecnología y experiencia para crear un gran consorcio de la automoción en el país germano.

Eso es lo que significa el emblema de los cuatro aros que luce como signo distintivo de Audi. Es la suma de las cuatro empresas que dieron origen al consorcio automovilístico: Audi, DKW, Horch y Wanderer, según consta en la historia de la automoción. El nombre elegido para el bautismo del nuevo gigante del motor fue el de Auto Union.

La primera vez

La primera vez que se visualizó el logotipo oficial de Audi que ha llegado hasta la actualidad fue el 29 de junio de 1932, cuando fue presentado de forma oficial en sociedad, apenas seis meses antes del ascenso al poder de Hitler.

Cada una de las cuatro marcas conservó su denominación original, aunque compartía con el resto de socios el logotipo de los cuatro aros. Para evitar rivalizar por los mismos segmentos del mercado, cada una de las cuatro marcas se especializó en un sector diferente. Así, Horch se quedó con las gamas de lujo, DKW con las motos y los coches pequeños, Wanderer apostó por las gamas medianas, y Audi era un híbrido sin especialidad clara, lo que le acabó costando una desaparición temporal del mercado, hasta 1968, cuando la matriz apostó por su relanzamiento en el mercado internacional.

Audi no fue la única que sucumbió por falta de ventas tras la Segunda Guerra Mundial. La misma suerte corrió Horch. La falta de dinero dejó sin ventas a los fabricantes de los coches de lujo y el orgullo del empresario August Horch, uno de los pioneros de la automoción europea, cayó en el olvido de los consumidores y acabó por cerrar sus líneas de producción en el país germano. El resurgir de la marca de los cuatro aros llegó a partir de 1964. En ese año, Volkswagen adquirió Auto Union e inició el proceso de modernización del grupo.

El renacimiento

Para borrar cualquier vínculo con la Segunda Guerra Mundial, los rectores de Volkswagen apostaron por la marca menos conocida del grupo en aquellos años, Audi. Y en 1968 consiguen poner en el mercado uno de los coches con los que consiguieron reverdecer los mejores años del consorcio alemán. Era el Audi 100, una gran berlina familiar con un toque de lujo que acentuaba su comodidad y le permitía posicionarse como el modelo más original de su segmento,

Los cuatro aros volvieron a rugir con fuerza a partir de entonces y Audi, la traducción al italiano de Horch, que en alemán significa escuchar, fue completando su especialización hasta abarcar todos los segmentos de producción del mundo del motor, con la bandera de su logotipo como símbolo de distinción.

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