¿Tienes mascota? No será nada fácil encontrar un piso de alquiler

Uxía Rodríguez Diez
UXÍA RODRÍGUEZ REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

MARCOS MÍGUEZ

Más del 80% de los propietarios quieren que ese veto figure en el contrato

14 ene 2020 . Actualizado a las 21:39 h.

«Las personas con mascotas no tienen margen para elegir y se tienen que conformar con lo que queda». La que habla es Marcia, de la inmobiliaria Lugania. Es lo mismo que nos dirán todos los expertos en alquiler de viviendas consultados en Galicia. «Ahora mismo, más del 80% de los propietarios no quieren mascotas y nos piden que eso figure en el contrato de arrendamiento», aseguran desde Conchado Puente. «Lo primero que nos advierten es que les da igual el tipo de mascota, no van a aceptar animales». Rodrigo Liste, de Rías Altas Inmobiliaria, explica cómo afrontan esta restricción: «Todo el mundo pone ese requisito, pero intentamos salvarlo explicándole bien al propietario que hay muchas opciones para estar tranquilo. Podemos hacer un seguro que cubra todos los daños y desperfectos que ocasione el animal. Además, hay que hacer un reportaje fotográfico para que quede constancia de cómo se entrega el inmueble». También es habitual pedirle a los dueños de la mascota que aporten un certificado de que ya han estado con ella en otra vivienda para comprobar que no han tenido ningún problema. «A la hora de la búsqueda, muchos inquilinos esconden la mascota hasta el final y después es cuando tenemos más problemas», asegura Rodrigo, quien confirma que las posibilidades de elección se reducen mucho. Todas las inmobiliarias coinciden en el principal motivo que esgrimen los propietarios: la mayoría se basan en experiencias anteriores. Malas experiencias.

«No hace mucho alquilamos un piso en el que el propietario aceptó la mascota de la inquilina. Cuando la mujer ya se había mudado con su perro y antes de que se cumpliera una semana, tuvo que irse», el presidente de la comunidad informó de que en el edificio no se admitían animales. «Tuvimos que buscarle otro piso rápidamente. Dos mudanzas en una semana solo por tener perro», cuentan desde Conchado Puente.

Llamamos a uno de los pocos pisos que sí admiten mascotas específicamente: «Nós mesmos decidimos mudarnos ás aforas de Vigo para poder gozar dun terreo coa nosa mascota. Sabemos o difícil que é encontrar piso cun can e, por iso, cando decidimos alugar o noso apartamento puxemos que se admiten mascotas, independentemente do tamaño», asegura Xosé Sequeiros. También llamamos al número que aparece junto a un piso de Lugo en la situación contraria. «No se admiten mascotas porque tampoco se admiten en la comunidad, aunque, si no fuera así, seguramente tampoco lo permitiría», se limitan a decirnos.

Aunque hay otro punto en el que coinciden los expertos: «Hay inquilinos que estropean más los pisos que las propias mascotas».

Lo cierto es que, recurrir a Internet para buscar un piso de alquiler, es una de las opciones más utilizadas hoy en día, así que decidimos hacer un pequeño experimento. Abrimos una de las webs más conocidas y comenzamos a bucear. En ella, aparecen 644 casas y pisos en alquiler en la ciudad de A Coruña. Decidimos marcar un único filtro: admiten mascotas. La sorpresa llega cuando solo quedan 29 inmuebles para elegir. En Lugo, de las 317 viviendas disponibles, solo 31 quieren inquilinos acompañados de algún animal. Y así, ciudad tras ciudad y provincia tras provincia. En Santiago, las 217 viviendas se quedan en 15. En toda Pontevedra aparecen 1.295 inmuebles, pero se reducen a 95 tras marcar esa casilla. En el área de Vigo, de 809 casas y pisos solo 56 admiten mascotas; y en Ourense, solo 17 de 540.

 «Si no me deshago de mis dos gatas me echan del piso»

Claudia tiene que mudarse mucho por culpa de su trabajo. En los últimos años ha pasado ya por cinco pisos, pero cada vez le es más difícil encontrar una vivienda en la que admitan a sus dos gatas. «La última vez que me puse a buscar piso me resultó imposible. Siempre que decía que tenía dos gatas, todos se ponían a la defensiva. Uno hasta me llegó a decir que no admitía mascotas porque era animalista y consideraba que los animales que vivían con humanos en un piso estaban en cautividad», cuenta.

Al final, optó por la omisión. «Pensé que cuando lleváramos unos meses en el piso ya nos conocería como inquilinos y le daría igual que tuviésemos dos gatas», pero la propietaria se enteró y no le dio igual. «Le expliqué que nunca me habían dado ningún problema, la invité a venir a conocerlas para que comprobara su comportamiento, le conté que tenía un seguro de responsabilidad civil que cubre cualquier daño que ocasionen» y, a pesar de todo, la dueña del piso le ha dado un ultimátum: o se deshace de las gatas o Claudia y su familia se tienen que ir de la casa. «Le di todas las facilidades del mundo para que se quedara tranquila, pero no hay opción. Cree que si hace una excepción conmigo la tendrá que hacer con el resto de los inquilinos, y está convencida de que las mascotas siempre terminan dando problemas», asegura la joven mientras prepara otra mudanza.

 «Me costó convencer a la dueña, pero ahora está encantada»

Ángel Cañizares consiguió un trabajo en A Coruña y tres semanas antes de mudarse a la ciudad comenzó a buscar piso. Una vivienda para él y para Pepa, una setter inglés que lo acompaña a todos lados desde hace cuatro años. Nunca pensó que sería tan difícil. «Siempre que llamaba a un piso, antes de empezar a hablar de ninguna condición ni de nada, decía que tenía perro. Inmediatamente después me preguntaban por su tamaño». Propietario tras propietario, Cañi se empleó a fondo para convencerlos de que, al menos, lo conocieran y le dejaran ver el inmueble; pero, en la mayoría de los casos, la respuesta fue un no rotundo. «Tuve suerte con la propietaria del piso en el que ahora vivimos. Me escuchó, me conoció y ahora está encantada con Pepa». Eso llegó después de visitar más de una decena de pisos y de renunciar a vivir en la ciudad para irse a las afueras. Además, necesitó presentar un aval bancario a parte de la correspondiente fianza y, antes de entrar a vivir, hicieron un reportaje fotográfico exhaustivo de la vivienda.

«Muchas veces pagamos justos por pecadores. Nosotros tenemos que ser responsables de la educación de nuestras mascotas porque ellas no tienen la culpa. Yo mismo llegué a ver un piso que el inquilino anterior, que tenía perro, dejó en muy malas condiciones. Por supuesto, la culpa no era del perro, sino del dueño. Hay que educarlos y cuidarlos, y eso conlleva tiempo».