Chinos que viven en Galicia hablan sobre el coronavirus: «La gente se nos queda mirando fijamente»

SOCIEDAD

Peile Lin, profesor de la Escuela de Idiomas de Ourense, arriba a la izquierda. Fan Fan, gerente de varios negocios de hostelería en A Coruña, arriba a la derecha. Abajo, Xiao Hong Xu, profesora de yoga y pilates en Carballo
Peile Lin, profesor de la Escuela de Idiomas de Ourense, arriba a la izquierda. Fan Fan, gerente de varios negocios de hostelería en A Coruña, arriba a la derecha. Abajo, Xiao Hong Xu, profesora de yoga y pilates en Carballo

La comunidad asiática pone en marcha la campaña #nosoyunvirus para combatir los prejuicios racistas

05 feb 2020 . Actualizado a las 15:32 h.

La discriminación viaja más rápido que la enfermedad. Ahora que el coronavirus se percibe como una amenaza, ciudadanos asiáticos denuncian, desde distintos puntos del mundo y bajo la etiqueta #nosoyunvirus, actitudes racistas, prejuicios y estereotipos. Gente que se aparta de otra gente con ojos rasgados. Comentarios hirientes. Agresiones físicas. ¿Sucede también en Galicia?

Xiao Hong Xu da clases de yoga y pilates en Carballo, tiene amigas en Wuhan e incluso ella misma ha comprado mascarillas para enviárselas a su familia «porque las empresas las piden para ir a trabajar» y allí escasean. Aunque no ha percibido rechazo como tal y cree que «eso se nota en las grandes ciudades», sí ha sentido como gente mayor se le queda «mirando fijamente unos 30 segundos o así». Considera que es consecuencia del bombardeo informativo que lleva a personas que no conocen la realidad de la situación a reaccionar de ese modo «cuando ven a una asiática». En cualquier caso, «en Carballo todo el mundo me conoce y sabe que hace más de un año que no voy a China», bromea.

Xu también explica que la situación «tampoco es para volverse locos». Aunque es cierto que en Wuhan y ahora en otras ciudades se han restringido los movimientos de personas y las fábricas no funcionan, «el gobierno está dando ayudas de más o menos mil euros y tampoco se pagan los alquileres de enero-febrero». Además, incide en que «aunque es contagioso, los que están muriendo son, sobre todo, personas mayores que ya tenían otras enfermedades. Alguien sano, lo normal es que se cure», afirma la profesora, que espera que en una o dos semanas la situación empiece a normalizarse «porque tampoco es tan fácil contagiarse».

En A Coruña, la empresaria de hostelería Fan Fan señala que no han tenido problemas. «Nada, ni con los niños en el colegio ni en los restaurantes que tenemos, no ha habido ningún incidente», apunta. Del rechazo que han generado algunos de sus compatriotas en algunos puntos de Europa no ha encontrado ni rastro. «Pienso que esas cosas ocurren en grandes ciudades, pero no aquí». Sin embargo, el miedo está ahí. «Tenemos el mismo miedo que podéis tener vosotros. Todos mis trabajadores llevan al menos un año sin ir a China», explica. «Pero estamos preocupamos por la familia que tenemos allí. No en Wuhan, donde está el principal problema y espero que lo controlen todo cuando antes».

Peile Lin, profesor en la Escuela de Idiomas de Ourense y afincado en Galicia desde hace 15 años, sigue la actualidad de lo que ocurre en su país de origen por Internet y un grupo de WeChat. «Estamos cerca de 430 personas chinas que vivimos en Galicia, comerciantes y también estudiantes. Y con eso, tenemos información sobre cómo prevenir la enfermedad y donar útiles que hagan falta allí», dice. La familia de Lin es oriunda de Zhejiang, la segunda provincia más afectada por el coronavirus tras Hubei. La explicación está en el tránsito de gente. «Hay mucho comercio y está conectada con Wuhan, aunque esté a 800 kilómetros. Hacia Pekín y Shanghái también hay movimiento, pero están más lejos», explica. Lin valora vivir en Galicia porque «es una comunidad tranquila». «Y no me siento discriminado. Racismo puede haber siempre, pero no es por el coronavirus, sino porque esa persona es racista. Y aquí no pasa como puede ocurrir en otras partes de España o Europa».

El joven, de 29 años y que vivió antes en Vigo, sí supo de algunos comercios chinos de la ciudad olívica donde los dueños vieron un pequeño descenso de clientes en los últimos días. «Pero entiendo que la gente esté alerta y más sensible», dice.