Japón decide verter al mar agua descontaminada de la central nuclear de Fukushima

maría puerto PEKÍN / E. ESPECIAL

SOCIEDAD

KIMIMASA MAYAMA

Indignación entre los vecinos asiáticos por una decisión «irresponsable»

13 abr 2021 . Actualizado a las 19:43 h.

Pekín, junto a otros vecinos asiáticos, se oponen a la decisión anunciada por Japón de verter al Pacífico más de un millón de toneladas de aguas contaminadas procedentes de la central nuclear de Fukushima, destruida en 2011 por un tsunami. El controvertido plan anunciado por el primer ministro nipón, Yoshihide Suga, genera rechazo entre la propia población japonesa, asociaciones medioambientales y sobre todo en la industria pesquera nacional, a la que se suman la de Corea del Sur y China.

Tokio sostiene que el vertido no representa un peligro para el medioambiente porque las aguas serán descontaminadas antes de ser liberadas en el mar. En ese sentido, las autoridades prometen que los niveles de radiación serán inferiores a los estándares que la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece para el agua potable. El agua acumulada se ha utilizado para refrigerar los núcleos de los reactores nucleares dañados en el accidente. También hay una parte que proviene de la lluvia o de la que se ha recuperado de las filtraciones en el subsuelo.

La operada de la central nuclear, Tepco, ha construido más de 1.000 tanques para contener cerca de 1,3 millones de toneladas de agua radiactiva desde que se produjo el desastre, pero se quedará sin espacio de almacenamiento en la segunda mitad de 2022. Cada día se generan 140 nuevas toneladas. Las aguas son filtradas para eliminar la mayoría de los elementos radiactivos a excepción del tritio, un isótopo radiactivo del hidrógeno.

El tritio también se genera de forma natural en la atmósfera y va a parar al agua de lluvia. El objetivo es que en el agua que se vierta al mar la concentración de tritio sea muy baja y no represente un peligro para la salud. El vertido comenzará en unos dos años y durará décadas.

El gobierno japonés ha tardado años en adoptar una decisión que sabe que es impopular. Pero asegura que cuenta con el respaldo del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA),que certifica que el proceso es similar al que se realiza en otras centrales nucleares.

Greenpeace ha acusado a Tokio de optar por la opción más barata en vez de proteger la salud y los intereses de la población cercana a la planta. El plan cuenta con el rechazo de las asociaciones de pescadores de la región que temen que la industria nunca consiga recuperarse. China, Corea del Sur y Taiwán han mostrado su malestar. Pekín no ha dudado en calificar de «irresponsable» la decisión nipona y pedir que se revoque. El comunicado del ministerio de Exteriores incluso advierte que podría adoptar algún tipo de medida de respuesta y recuerda que «el océano es una propiedad compartida de la humanidad» por lo que sostiene que el vertido no puede ser una decisión unilateral.

El gobierno surcoreano se ha sumado a las críticas y ha afirmado que lamenta profundamente; la decisión de Tokio y exige transparencia en el proceso. Incluso se han registrado protestas ante la embajada de Japón en Seúl. En cambio, Estados Unidos, un buen aliado de Japón, ha respaldado el plan.

Un desastre con 18.500 muertos

El 11 de marzo de 2011 un terremoto de magnitud 9 provocó un gran tsunami que barrió la costa noroeste de Japón, 18.500 personas murieron o desaparecieron. La central nuclear de Fukushima quedó gravemente dañada liberando toneladas de agua y gases radiactivos. Fue el peor accidente nuclear desde Chernóbil en 1986.