Lucía Sanjuán trabajó en el Registro Civil del Consulado de España en Los Ángeles: «En California la gestación subrogada es un auténtico negocio»

SOCIEDAD

María Pedreda

Esta madrileña trabajó nueve años otorgando la nacionalidad española a bebés nacidos gracias a un vientre de alquiler en Estados Unidos. «Allí vale todo por dinero, había días que no podía pegar ojo por lo que veía»

05 abr 2023 . Actualizado a las 17:14 h.

«¡Por fin un paquete todo incluido en California!». No es un touroperador el que anuncia esta promoción, sino una agencia especializada en gestación subrogada —con sede en Madrid y Barcelona— que promete el sueño americano. En este caso, la compañía se encarga de los gastos clínicos, el test genético, la asistencia legal, la compensación económica de la gestante o los seguros de vida. Todo por una única transacción que será el pasaporte para conseguir un bebé. El «si quieres puedes» tiene en el estado de California su hipérbole y, según explica Lucía Sanjuán, esta idea alcanza su cénit en el terreno de la gestación subrogada, donde esta práctica es legal desde 1993. Oficial en el Consulado General de España en Los Ángeles, estuvo hasta el 2019 a cargo del departamento de nacionalidad y registro civil: el lugar donde todo acaba y empieza para cada vez más familias españolas.

Esta madrileña se planteó en más de una ocasión contar lo que vivió durante nueve años en este empleo, pero no terminaba de dar el paso. Sin embargo, el revuelo mediático que ha provocado la maternidad de Ana Obregón le animó a cambiar de opinión. Ante todo, comenta, porque el debate sería otro si hubiese más información al respecto de un asunto peliagudo que, a su juicio, solo ha asomado la patita.

Empieza la conversación diciendo que se va a referir a la gestación subrogada como vientres de alquiler, lo que para ella son las madres gestantes que cumplen los deseos de esos «padres intencionales» que viajan hasta Los Ángeles para encontrarse con su nueva vida. «Es importante que diga que aunque éticamente no estoy a favor de este proceso, reconozco que tengo emociones cruzadas porque sí he comprendido la situación de algunas personas que recurren a un vientre de alquiler». Comienza ahora el relato.

Lucía Sanjuán
Lucía Sanjuán

Cambio en el perfil

«Cuando empecé a trabajar en el Registro Civil, la mayoría de personas que me encontré eran parejas homosexuales que no tenían otra manera de ser padres; por lo general, se enteraban de cómo funcionaba la gestación subrogada porque asistían a conferencias que daban agencias norteamericanas en hoteles españoles, y si les interesaba finalmente el tema, ya contactaban con los responsables. Ahora las cosas han cambiado y las redes sociales, los medios de comunicación y el boca a boca hacen que este proceso reproductivo sea mucho más conocido».

También fue cambiando el perfil de los progenitores y, según su experiencia, casos como el de la presentadora de televisión son del todo menos excepcionales. «Ahora la principal demanda viene por parte de hombres y mujeres muy mayores que están solos», indica. Y continúa: «Es gente que tiene dinero y a la que, además, por edad la ley ya no les permite adoptar. Entonces van a Estados Unidos porque en sitios como California la gestación subrogada es un auténtico negocio».

«El problema que yo veía es que entran en juego jueces, médicos y abogados a los que lo único que les importa es el dinero, no se tiene absolutamente nada en cuenta quién es la persona que se va a hacer cargo del niño ni importa el futuro del recién nacido». Estas palabras se recrudecen al completar la historia con un par de anécdotas que, dice, harán comprender al lector la gravedad del asunto. «He llegado a escribir a los servicios sociales del lugar donde viven los padres intencionales para que actuaran, porque se veía que no eran personas aptas para tener un niño; por otro lado, conocí también el caso de una mujer muy mayor que su gestante tuvo trillizos y, como se vio desbordada, entregó uno de los niños a los servicios sociales de Nueva York».

Una posible solución

Por lo que le contaron familias con las que trató en Los Ángeles, el examen psicológico que tenían que pasar se realizaba por teléfono, «y muchos ni siquiera hablaban inglés; me da la sensación de que era un mero trámite y apenas había control». Por eso, y dada la complicadísima coyuntura, según esta madrileña la única solución para garantizar el bienestar del menor —no hace referencias a la gestante porque, explica, nunca conoció a ninguna ni sabe los motivos que le llevan a someterse a este proceso— pasa por que «los padres intencionales sigan los mismos trámites que cuando se inicia una adopción; es decir, que haya un certificado de idoneidad que pueda indicar que la familia es la adecuada».