Los nuevos filtros virales de TikTok son indistinguibles de la realidad: «Hai xente que se mira no espello e non se recoñece»

Carmen Novo REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Una usuaria grabando un vídeo para la red social.
Una usuaria grabando un vídeo para la red social. UNSPLASH

Los creadores de efectos disponen de herramientas con inteligencia artificial que hacen que cada vez se adapten mejor a los rasgos faciales

09 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Durante las últimas semanas, un vídeo ha corrido como la pólvora en TikTok. Una persona mira a la cámara asombrada. Se graba a modo de selfie mientras se toca las mejillas, los labios y el pelo. Mientras, como si estuviera ante el espejo por primera vez, una expresión de incredulidad eclipsa su rostro. «No me reconozco, estoy viendo a alguien completamente diferente a mi», indica una usuaria durante los segundos que dura la filmación. Ciertamente, sus rasgos no son reales. Se trata de un nuevo paquete de filtros que modifican la piel y las facciones faciales.

Se llama bold glamour, traducido al español como «glamour intenso». En resumidas cuentas, el filtro adapta la apariencia natural de la cara a lo que puede ser considerado como el canon de belleza hegemónico. Hace los labios más voluminosos, afila la mandíbula y resalta los pómulos. Como si el fin fuera recrear descendientes de Kim Kardashian o Bella Hadid, también hace más fina la nariz, los ojos rasgados y la piel lista, de color uniforme.

En el 2019, la periodista de The New Yorker Jia Tolentino denominaba este fenómeno como Instagram face, traducido al castellano como «cara de Instagram». «En las revistas, los directores de arte siempre han editado las fotos de las celebridades para que coincidan con estándares de belleza poco realistas. Ahora puedes hacer eso con solo unos toques en tu teléfono», escribía. Por aquel entonces y siguiendo el camino que ya había abierto Snapchat, la aplicación introducía una variedad de filtros para selfie que promulgaban los ideales de belleza femenina que, hasta el momento, solo se podían conseguir a través de cirugías.

Han pasado unos cuantos años y los nuevos descubrimientos tecnológicos avanzan a pasos agigantados. Sobre todo, en el área de la inteligencia artificial. Lo que más ha llamado la atención en los nuevos filtros de TikTok es lo bien que se adaptan a la cara. En una actualización del pasado mes de febrero, Effect House, la herramienta que está detrás de los efectos, anunciaba que daría acceso a los creadores a la inteligencia artificial generativa. Entre las novedades, además del mencionado bold glamour, están un borrador de cejas y un efecto que dibuja una sonrisa independientemente de la expresión facial del usuario. Desde la plataforma aseguran que «se adaptarán a la piel y que son perfectos».

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No es legal

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Julián Flores, profesor de la Universidad de Santiago de Compostela en el Departamento de Electrónica y Computación, explica cómo estas técnicas cambian la confección que se había hecho hasta ahora de los filtros. Sintetizando el proceso, su creación consta de dos partes: reconocimiento facial y modelado en tres dimensiones. La primera fase, correspondiente a la identificación del rostro, es fundamental. La cámara localiza la nariz, los ojos, las cejas y, en función de los ángulos que formen, el Software se hace una idea de cómo es la cara. «Los niños hacen un dibujo y a partir de los ojos saben donde colocar la nariz. Es una biometría muy fácil, cuando tienes asimilados cuatro puntos puedes intuir los demás. Pegar algo sobre eso es sencillo», explica el experto. «Luego, con un sistema como puede ser Photoshop, creas el elemento en tres dimensiones», continúa. Puede ser una nariz de payaso, unas orejas de perro, unas gafas de sol o, en este caso, una nariz mucho más fina y unos labios voluminosos. Todas estas modificaciones «se superponen a la base biométrica».

@martatelleria

No entiendo NADA

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Lo que pasa con los filtros convencionales es que, al pasar un elemento por delante de la cara, desaparece. Poniendo la mano delante, alejando mucho la cámara o moviendo muy rápido el cuerpo se ocultaba hasta que la persona volvía a la posición inicial, aquella que captaba sin interferencias su rostro. «Situando algo delante de la cara, como puede ser la mano, tapas su biometría. Ya no se ven las cejas ni la nariz y el algoritmo dice: 'Esto no vale, lo borro'. Pierde los puntos de interés, los puntos calientes, lo que busca», explica Flores. Con el uso de las mascarillas, por ejemplo, la cámara no identificaba la cara y, por lo tanto, no era capaz de superponer un filtro. Lo mismo ocurre cuando al usuario se le coloca el pelo delante del óvalo facial.

En este punto es donde entran en funcionamiento las funciones impulsadas por la inteligencia artificial. «Antes, para el reconocimiento facial, la cara contaba como plana. Situaba esos tres puntos y trabajaba con esa base. Si usas técnicas más elaboradas, creas objetos en tres dimensiones. Sabes la profundidad, cuanto mide tu nariz y como tienes colocados los ojos. Saben exactamente cómo es tu cara», indica el experto. En resumidas cuentas, la cámara es capaz de detectar los rasgos faciales de una forma más minuciosa y detallada. Cuando se viralizó bold glamour, para probar su eficacia y sorprendidos, los usuarios recurrían a pasar la mano por delante. Sobre eso, Flores explica que «la detección de la piel humana es muy fácil en cuanto al color y para reconocer las manos ya hay algoritmos que lo hacen».

La respuesta en las redes

Aunque muchos usuarios de TikTok graban vídeos impresionados por el efecto, a otros les preocupa como esta herramienta de modificación facial puede afectar a la autoestima. Desde que se hicieron virales, muchos influencers se han posicionado al respecto. Ana Matamoros, que crea contenido relacionado con la moda para sus más de 200.000 seguidores, probó en filtro en uno de sus vídeos. «Esto es un peligro. He visto este filtro hiperrealista por TikTok que no se va ni aunque te toques, te pongas el pelo en la cara o si usas gafas», indica la joven sorprendida. La humorista Eva Soriano también probó el efecto a través de la aplicación. Lo describió así: «Hace este tipo de cara que, aunque estés contenta, pareces borde».

Algunos usuarios de la red han ido un paso más allá formulando la siguiente pregunta: ¿Debería de ser legal? Recientemente, el gobierno francés daba a conocer una serie de medidas para delimitar la actividad de los influencers en las redes sociales. Tal y como explicó el ministro de Economía, Bruno Le Maire, «para evitar efectos psicológicos destructivos», los creadores de contenido franceses tendrán que indicar cuando su contenido —ya sea una fotografía o un vídeo— ha sido retocado con algún filtro.

Para la influencer viguesa Rebeca Stones, «lo bueno de TikTok es que siempre que se usa un filtro de la aplicación aparece señalado en la descripción». Al seleccionar alguno de los efectos que incluye la red social, en la parte inferior del vídeo aparece una etiqueta que lo indica. No obstante, no hay manera de identificarlo si el vídeo ya se sube directamente con el efecto —por ejemplo, una modificación de Photoshop— en vez de ponerlo con la aplicación. Esta creadora de contenido lleva más de diez años habitando en las redes sociales. Sobre como han evolucionado los filtros, hace la siguiente reflexión: «Al principio se tendía a crear efectos graciosos, que buscaban el humor poniéndote orejas de perro o bigotes de gato. Ahora, cada vez se están haciendo más filtros de belleza que mejoran las facciones, suavizan la piel y agrandan los labios», indica. «Petición abierta para que vuelva el filtro de las orejas de perro», escribía una usuaria en TikTok junto a un vídeo probando bold glamour.

Stones vive de las redes sociales. A ella, que lo ve desde dentro, no solo le preocupan los usuarios que ven los vídeos y piensan que es auténtico, sino también los consumidores de dichos efectos. «Creo que acaban disociando su imagen real de la que proyectan en las redes sociales. Conozco a gente que sube absolutamente todo con filtros y se edita la cara con Photoshop», explica.

La psicóloga Concepción Rodríguez le pone nombre a esta problemática. «O impacto pode ser grave e chegar a causar un trastorno chamado dismorfia, que consiste nunha percepción distorsionada da realidade». «Pódense dar casos de persoas que estean tan familiarizadas co uso dos filtros que logo se miren no espello e non se recoñezan sen eles», continúa Rodríguez. Incide en que, aunque todo el mundo está expuesto a que los filtros puedan interferir en su autopercepción, afecta más a jóvenes. «As redes son máis significativas para eles e, ademais, están máis inseguros coa súa imaxe», explica. También a mujeres, porque «sempre se xulgaron polo seu aspecto».

Cada vez hay más pruebas de que estos filtros son perjudiciales para la salud mental. Un estudio del 2019 llevado a cabo por la City Universidad de Londres, encontró que el 94 % de las participantes femeninas se sintieron presionadas para verse de una manera particular, mientras que el 90 % admitió usar filtros o editar sus imágenes. También es probable que los resultados no sean ninguna sorpresa para las plataformas que crean e implementan los filtros de belleza. Un informe de The Wall Street Journal del 2021 reveló que Meta ya sabía que Instagram hacía que uno de cada tres adolescentes se sintiera mal con su cuerpo y que las adolescentes que usaban la aplicación manifestaban más síntomas de ansiedad y depresión.

«Hace mucho tiempo yo también le hacía retoques a las fotos para que se vieran perfectas. Un día en la playa me sacaron una foto en la que no me veía como en las fotos de mi Instagram. Dije: 'No tiene sentido. En realidad, esto es lo que yo soy'», confesó la cantante Karol G en una entrevista reciente en El Hormiguero. Hace un par de días, la colombiana denunciaba por medio de las redes sociales los cambios que le habían hecho a su cara y a su cuerpo para salir en la portada de la revista GQ

Cada vez más personalidades conocidas denuncian y admiten públicamente el uso de los filtros en las fotografías. En el documental Influencers: sobrevivir a las redes, Marina Rivers, con más de seis millones y medio de seguidores en TikTok, explicaba: «De pequeña, con 16 o 17 años, me obsesioné con mi cuerpo por lo que yo veía en redes sociales como consumidora. Cuando subía fotografías, antes de que la gente se diera cuenta, todos me elogiaban por un cuerpo que no era mio. Estaba editado. Es un problema ya no solo para los consumidores, sino para nosotros como creadores de contenido. Nos vemos obligados a llegar a un canon que nos hace volvernos locos».