Alemania cierra su historia nuclear con la clausura de sus tres últimas centrales

juan carlos barrena COLPISA

SOCIEDAD

RONALD WITTEK | EFE

El Gobierno de Scholz deja atrás este sábado cincuenta años de producción energética siempre polémica para apostar plenamente por las renovables

15 abr 2023 . Actualizado a las 12:32 h.

 Medio siglo de protestas han dado por fin sus frutos. Con la desconexión de la red y la clausura este sábado de las tres últimas centrales atómicas alemanas, el movimiento ecologista y antinuclear más relevante de Europa ha alcanzado por fin su objetivo en este país. Mientras otros socios de la UE como Francia, Polonia o Finlandia proyectan y construyen nuevas plantas atómicas, el Gobierno de Berlín ha decidido cerrar un polémico capítulo energético para apostar plenamente por las renovables. «La medida es irreversible», ha afirmado tajantemente esta semana el vicecanciller federal y ministro de Economía, Robert Habeck, líder verde cuyo partido ha luchado desde su entrada en 1983 en el Bundestag, el Parlamento federal, por el fin de una tecnología para la producción de electricidad que consideraba de alto riesgo.

Los accidentes en las plantas de Harrisburg en 1979, Chernobil en 1986 y Fukushima en 2011 han demostrado en el pasado la peligrosidad de esa fuente de energía. La decisión de renunciar a la energía nuclear en Alemania viene de lejos. Ya en 2000 el Ejecutivo de coalición de socialdemócratas y verdes que presidió el canciller federal Gerhard Schröder acordó el cierre de todas las plantas atómicas para 2020. Sin embargo, la alianza de conservadores y liberales en el segundo mandato de Angela Merkel decidió en 2010 prorrogar catorce años el funcionamiento de las centrales más modernas. El acuerdo no duró mucho. Cuatro días después del siniestro de Fukushima y alarmada por sus consecuencias, Merkel echaba marcha atrás y dictaba el fin de la energía nuclear en Alemania por etapas hasta el fin del pasado año. El cierre este fin de semana de las tres últimas centrales no se está viendo, sin embargo, libre de polémica.

El Partido Liberal, el más pequeño del tripartito que gobierna en Berlín, considera que la medida amenaza la seguridad energética y exige que las tres instalaciones se mantengan en la reserva, mientras la Cámara de Industria y Comercio advierte de estrecheces en el suministro eléctrico y subidas de precios. Y el vicepresidente del grupo conservador en el Parlamento, el cristianodemócrata Jens Spahn, ha llegado a hablar de «día negro para la protección del clima», toda vez que a cambio siguen funcionando plantas térmicas de carbón más contaminantes.

«Situación controlada»

Habeck, mientras tanto, trata de tranquilizar a todos. «Tenemos la situación controlada», asegura el ministro federal de Economía ante el hecho de que las reservas de gas están en máximos, se construyen nuevas terminales para gas licuado en varios puertos alemanes y aumentan las plantas de energías renovables. La vicepresidenta del Bundestag, la verde Katrin Göring-Eckardt, espera incluso que bajen los precios de la energía. «La electricidad se va a abaratar en la medida que entran en funcionamiento más renovables», señala, a la vez que recuerda que la energía nuclear «es cara, tanto para producirla, como después».

El fin de la energía nuclear en Alemania no tiene, pese a todo, marcha atrás. Las propias compañías eléctricas gestoras afirman que técnica y económicamente no se pueden tener en reserva las plantas aún en funcionamiento como proponen algunos políticos. Y el Ministerio de Medio Ambiente y Seguridad Nuclear ha recordado que esa opción no es factible. «La producción de energía nuclear en Alemania después de la fecha establecida para su fin violaría la ley», subrayó un portavoz ministerial.

Un trimestre de prórroga

Las últimas centrales atómicas de Isar 2, Neckerwestheim 2 y Emsland debían haber sido apagadas el 31 de diciembre, pero su vida se ha prorrogado algo más de un trimestre por la crisis energética como consecuencia de la guerra en Ucrania y el temor del Ejecutivo que preside el socialdemócrata Olaf Scholz a un apagón en pleno invierno debido a una escasez de gas natural que finalmente no se ha producido. Pese al corte en el suministro ruso, Berlín ha sabido resolver a tiempo el abastecimiento desde otros países y descarta problemas energéticos en el futuro.

El desmantelamiento de las centrales nucleares en Alemania, donde llegó a haber 33 reactores en funcionamiento, será, sin embargo, una operación cara. Una comisión especial ha calculado que el cierre y desmontaje de las plantas, así como el transporte y almacenamiento de los residuos atómicos, tendrá un coste de 48.000 millones de euros. Para ello se ha creado un fondo que ha sido alimentado por las propias empresas eléctricas gestoras. Con ese fondo se financiará el desmantelamiento, pero también la creación de un depósito para todos los residuos cuya localización está aún por determinar. Según la empresa eléctrica RWE, hacer desaparecer por completo de manera limpia una central nuclear supone un gasto de entre 500 y 1.000 millones de euros, dependiendo de su tamaño. Una operación complicada, ya que no solo se trata de retirar el combustible atómico, sino de desmontar todos los elementos radiactivos antes de proceder al derribo de los edificios. Los expertos calculan que son necesarios un mínimo de 15 años antes de dejar un solar impoluto. RWE tiene previsto que la planta de Emsland, una de las tres últimas, no quedará libre de toda radiactividad hasta 2037.