Esta teoría sostiene que algunos vuelos liberan sustancias para impedir producir sequías
02 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.La hipótesis más respaldada sobre cuándo y dónde aparece por primera vez el ser humano moderno apunta a África hace 200.000 años. Y desde que el homo sapiens tomó conciencia de su existencia y del entorno ha observado el cielo con temor. Siempre fue así hasta que surgió la ciencia para explicar cada fenómeno de la naturaleza. En el siglo XVII los cometas todavía eran interpretados como un castigo divino. El astrónomo inglés Edmund Halley demostró que en realidad son rocas que viajan por el espacio y cuyas órbitas se pueden predecir. Y de esta forma, la superstición desapareció.
En la era de las redes sociales viejos fantasmas del pasado afloran de nuevo. La tecnología permite propagar una mentira tan rápido y a tanta gente que no cuesta demasiado que se transforme en un movimiento o corriente de pensamiento. Es justo lo que está pasando con las estelas de los aviones. La tesis de los chemtrails sostiene que liberan sustancias químicas para manipular el clima. Como solo se ven en un día de cielo despejado, esta hipótesis asegura que sirven para producir sequías y fomentar el turismo. Un estudio realizado en el 2016 y publicado en la revista Environmental Research señaló que casi el 20 % de la población encuestada cree en la existencia de un programa atmosférico secreto.
El número de personas que abrazan esta teoría aumenta cada año, igual que los avisos ante la administración. Tal y como adelantó Televisión Española el pasado 29 de marzo, la fiscalía ha registrado un aumento significativo del número de denuncias por parte de ciudadanos. La cadena pública ha mostrado en sus espacios informativos algunos de los escritos que recibe el Ministerio Fiscal. «Estoy muy preocupada y agotada de ver cómo en el cielo mandan aviones a disolver las nubes cargadas de lluvia». «Son claramente fumigaciones y ocurren a diario. No están envenenando y están cambiando el clima evitando que llueva».
Dado que España se encuentra en sequía prolongada y resulta más común encontrar un cielo poblado de estelas de aviones que cubierto, los defensores de la conspiración están desbocados. La Agencia Estatal de Meteorología ha denunciado amenazas vertidas a través de las redes sociales contra esta institución científica. «Asesinos», «os estamos vigilando», «criminales», y «miserables» son algunos de los mensajes que recibe la Aemet desde hace unos meses.
Ayer, el exdiputado de Ciudadanos, Pablo Cambronero, elevó este bulo a un asunto con carácter oficial al registrar la siguiente pregunta en la mesa del Congreso de los diputados. ¿Está el Gobierno manipulando el tiempo a través a través del rociado aéreo de productos químicos?».
El proceso físico que origina la estela de un avión es bien conocido y está recogido en la literatura científica. Una información al alcance de cualquier persona con un poco de curiosidad. Son nubes de tipo cirro que se forman cuando el aire muy caliente que sale del aparato se enfría y condensa rápidamente al entrar en contacto con las temperaturas negativas que hay en las capas altas de la atmósfera. No hay nada más.
Sí que es verdad que influyen en el tiempo, pero no como propone la conspiración. Al tratarse de una nube tiene un efecto sobre la temperatura. Sobre esto la ciencia realizó un experimento después del atentado del 11 de septiembre del 2001 en Estados Unidos. Tras el ataque, se suspendió el tráfico aéreo durante tres días y se aprovechó el momento para medir el efecto de las estelas sobre el termómetro. El estudio registró la variación más alta de la temperatura entre el día y la noche en las últimas tres décadas.
El consenso en el mundo científico sobre este asunto es el mismo que sobre el origen antropogénico del cambio climático, total. En el 2016 la Universidad de California preguntó a 77 expertos de la atmósfera por este tema. El 98,7 % (76 de 77) negó la existencia de un plan oculto de los gobiernos para modificar el clima. En realidad, esto sí es algo que está ocurriendo, pero por el dióxido de carbono.