Pablo Álvarez, el astronauta español: «Sabemos el riesgo al que nos exponemos, pero compensa»

Javier Albisu BRUSELAS / EFE

SOCIEDAD

Pablo Álvarez, el primero a la izquierda, con los otros cuatro astronautas titulares que ha presentado la Agencia Espacial Europea
Pablo Álvarez, el primero a la izquierda, con los otros cuatro astronautas titulares que ha presentado la Agencia Espacial Europea ESA

La Agencia Espacial Europea presenta en sociedad a sus cinco nuevos cosmonautas, que entrenan en Colonia

03 may 2023 . Actualizado a las 22:29 h.

El español Pablo Álvarez (León, 1988) acababa de iniciar su formación en el centro de entrenamiento de la Agencia Espacial Europea (ESA) en la localidad alemana de Colonia cuando vio cómo la nave Starship de SpaceX explotaba en el aire en un vuelo experimental. Pero no le ha hecho titubear.

«Son riesgos que conocemos. Cuando echas el currículo para convertirte en astronauta, sabes a lo que te expones. Creo que todos los beneficios de la exploración espacial y toda la ciencia y tecnología que podemos desarrollar en el espacio compensa con creces ese riesgo, y es mi forma de justificarlo. Pero sí, esto sigue siendo algo peligroso», explica Pablo Álvarez.

El ingeniero industrial, uno de los cinco astronautas seleccionados entre 22.500 aspirantes, sonríe y responde con entusiasmo, ataviado con el flamante mono azul de astronauta con su nombre bordado en el pecho que ha recibido solo unas horas antes.

Su determinación es la misma que cuando a los cinco años empezó a fantasear con convertirse en astronauta, o cuando a los diez se decidió a perseguir ese sueño tras ver a Pedro Duque viajar fuera de la Tierra en una nave espacial, convirtiéndose en el primer español en abandonar el planeta (tras el hispano-estadounidense de la NASA Miguel López-Alegría, crecido y formado en Estados Unidos).

Álvarez sabía que ganarse la vida fuera de la Tierra no era una meta fácil, pues únicamente lo han conseguido unas 550 personas desde que el cosmonauta soviético Yuri Gagarin inició ese camino en 1961.

«Te das cuenta en algún momento de tu vida que no es un objetivo realista, que hay muy pocos, que es muy difícil, dejas de soñar y puedes perder un poco la chispa. Pero cuando vi la oportunidad de la Agencia Espacial Europea esa chispa se volvió a encender», comenta.

La convocatoria salió en marzo del 2021. Eran las primeras plazas en 14 años y este ingeniero con experiencia en industrias aeroespaciales como Airbus y Safran envió su currículum.

«Es un tren que pasa una vez en la vida, así que intenté esforzarme todo lo posible», recuerda en el centro de entrenamiento donde llegó hace un mes y permanecerá durante algo más de un año completando la formación básica.

Han empezado con una introducción a la biología, los experimentos que tendrían que realizar en la Estación Espacial Internacional, conociendo todos los departamentos de la ESA o conociendo la piscina donde ensayarán «las actividades extravehiculares».

«De momento nadie ha suspendido pero te puedo asegurar que es complicado, no lo regalan», dice Álvarez, que como miembro de la plantilla de la ESA realizará casi toda su carrera en suelo firme, pues los astronautas, en el mejor de los casos, apenas pasan unas semanas fuera del planeta en el que nacieron.

«Los vuelos, el tiempo que se está en el espacio, es quizá lo más visible para el gran público pero para nosotros es la menor parte de nuestro tiempo; luego es muy importante que estés contento con tu día a día, con tu trabajo de divulgación, el entrenamiento y todas las horas que tienes que poner para que en ese tiempo que estés en el espacio todo salga perfecto», comenta.

El objetivo de la ESA es que Álvarez y los otros cuatro nuevos astronautas (la ingeniera militar francesa Sophie Adenot, la astrofísica británica Rosemary Coogan, el ingeniero belga Raphaël Liégeois y el médico suizo Marco Sieber) vuelen entre el 2026 y el 2030, aunque «asegurarlo al cien por cien es difícil».

Tres misiones

Hay tres lugares fuera del plantea Tierra a los que a Álvarez y la nueva camada de astronautas europeos se les encargará viajar. Probablemente se estrenen en la Estación Espacial Internacional, porque es donde «la ESA se siente más cómoda volando a astronautas novatos».

«Luego más allá tenemos 'Gateway', que va a ser una estación espacial un poquito más pequeña que va a orbitar la Luna, y las misiones Artemis que van a aterrizar», explica en un centro en una zona boscosa cercana a Colonia rodeado de módulos espaciales, simuladores de vuelo y otros aparatos futuristas.

El joven leonés, graduado en ingeniería aeronáutica por la Universidad de León y con un máster en ingeniería aeroespacial por la Universidad Politécnica de Varsovia, no tiene preferencias. «La Estación Espacial Internacional es un sueño desde pequeño; Gateway, orbitar la Luna, pues imagínate qué vistas, ver tu planeta desde tan lejos como un puntito azul en el horizonte; y ya poner los pies en la Luna sería un sueño que parece imposible», resume.

Quedan varios años, en el mejor de los casos, para que Álvarez monte en una nave espacial. Pero cuando uno disfruta de lo que hace, el tiempo pasa muy rápido y en realidad la cuenta atrás «está a la vuelta de la esquina».

Mientras, seguirá estudiando, ejercitándose y aprendiendo mientras se dedica también a la divulgación científica, que es una parte importante del trabajo de un astronauta. Y como parte de esa tarea, aprovecha para enviar un mensaje a los niños y jóvenes para que se interesen por las carreras científicas, que «son lo más importante de cara al futuro y lo que más vamos a necesitar como sociedad».

«Que no se metan en una celda que nos ponemos a veces: se me dan mal las matemáticas, se me dan mal las ciencias, no me gusta la física... o peor aún, soy malo en mates. Todos valemos para la ciencia, todos valemos para las matemáticas. Hay que creérselo. A algunos nos va a costar más, a algunos menos, pero que nadie les diga que no valen, porque todos valemos», sentencia.