Galicia registra una de las cifras de muerte neonatal más bajas del mundo debido a los avances sanitarios

SOCIEDAD

Área de neonatología del materno infantil del Chuac, foto de archivo
Área de neonatología del materno infantil del Chuac, foto de archivo CESAR QUIAN

En casi cincuenta años la comunidad ha pasado de superar la media estatal hasta ponerse al nivel de los países nórdicos

06 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La tasa de mortalidad neonatal se define como el número de defunciones antes de los 28 días por mil nacidos vivos. Dice mucho del estado de bienestar, de los avances sanitarios y de la salud de una población. En casi medio siglo este índice ha bajado en toda España de forma espectacular, pero la progresión ha sido mejor en Galicia. Y es que según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) la tasa pasó en España del 12,6 al 1,76 en el período 1975-2021, mientras que en la comunidad gallega cayó del 13,89 al 1,49, casi un 90 % menos

Galicia tenía valores más altos que los medios de España durante el último cuarto del siglo XX pero a partir de 1999 se produjo un punto de inflexión. En estos momentos la comunidad se sitúa entre las regiones con una de las menores tasas de muerte neonatal del mundo, por debajo de países como Irlanda, Reino Unido, Suiza o Bélgica, y al nivel de los estados nórdicos, como Suecia (1,3), Islandia o Noruega. 

Lo cierto es que el descenso ha sido abrupto durante las dos últimas décadas del siglo XX pero después se moderó y llegará un momento en el que la bajada sea casi inexistente al alcanzarse cifras muy pequeñas de mortalidad. La muerte neonatal se define como aquella que se produce durante los 28 primeros días del recién nacido. Dentro de estas cuatro semanas se establecen dos etapas: la neonatal temprana, durante los siete primeros días de vida, y la neonatal tardía, entre el séptimo y antes del 28. 

La mayoría de los fallecimientos se producen en esta primera etapa, y en este caso también Galicia ha adelantado al conjunto de comunidades. De las 1,76 muertes por mil nacidos que se producen en las cuatro semanas de vida 1,2 sucedieron en los primeros siete días en España. En el año 1975 eran 9,81. La comunidad gallega, sin embargo, ha pasado del 10,76 al 0,68, una cifra catorce veces menor. 

Una suma de factores

¿Qué tecnologías, tratamientos o avances concretos han llevado a esta progresión positiva, y por qué en Galicia es mayor? José María Fraga Bermúdez, profesor emérito de la Universidade de Santiago, excatedrático y exdecano de la Facultade de Medicina e impulsor del primer servicio de neonatología de Galicia en la capital gallega hace medio siglo explica que no hay una única causa sino que se trata de avances progresivos. Sí hubo un antes y un después a principios de los 80, al incorporarse procedimientos para la maduración pulmonar intrauterina en las mujeres embarazadas y poder aportar surfactantes a los bebés prematuros.   

No solo se trata de reducir la mortalidad neonatal. Otra de las principales mejoras en la atención a los recién nacidos es la paralela disminución de la morbilidad y el aumento por lo tanto de la población sana. Neonatólogos y enfermeros de esta especialidad han influido de forma clara en este decenso progresivo, que en Galicia es más evidente. La dotación de profesionales ha pasado en España de un neonatólogo por cada 4.206 recién nacidos en el 1976 a uno por cada 636 en el año 2022. 

Mortalidad perinatal

Otro indicador que mide la salud y calidad de vida de una población es la muerte perinatal, que engloba la mortalidad fetal tardía -al menos 22 semanas de gestación- y los siete primeros días de vida. En este caso la tasa pasó en España del 20,9 al 4,03 en España desde 1975 hasta el 2021, mientras que en Galicia, como ocurre con la neonatal, la progresión ha sido más positiva cayendo del 22,82 al 3,57. Estos días se celebra precisamente en Santiago el congreso nacional de neonatología y medicina perinatal y el de enfermería neonatal en el que se abordan temas éticos y científicos como la información a las familias de los límites de la viabilidad, el soporte respiratorio, la nutrición personalizada o la lactancia materna exclusiva en una unidad neonatal.