«El problema es el porno que pueden ver los menores en un móvil, no ir a un concierto de Aitana»

Javier Becerra
Javier Becerra REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Aitana en el concieto que ofreció en Valencia el 1 de octubre
Aitana en el concieto que ofreció en Valencia el 1 de octubre Manuel Bruque | EFE

Los bailes de la cantante, seguida por muchas niñas, generan polémica entre los padres que creen que no deberían sexualizar tanto su propuesta

06 oct 2023 . Actualizado a las 18:55 h.

La secuencia es ya un clásico. «Una artista con imagen de niña buena que, en un momento dado, cambia de perfil y adopta una actitud más sexi en el escenario», resume la escritora Cristina V. Miranda, que se dedica también al márketing musical. «No es muy arriesgado. Si me dicen hace años por dónde hubiera ido esta artista, diría que haría exactamente ese camino», añade. Pero hay otro punto de vista: «Como madre, sí que entiendo que una artista que tiene una masa de fans de niñas muy pequeñas, genere esa reacciones. Dudo mucho que nadie que no sea madre o madre de una fan de Aitana esto le haya generado ninguna sorpresa». 

Sí que se sorprendieron algunos adultos que acudieron a verla en Valencia el pasado domingo, ajenos a la evolución de la artista. Desde el single Formentera (en donde «el recuerdo de tenerte sin ropa» no la dejaba dormir) ha lanzando una serie de canciones en las que el sexo está cada vez más presente. En Mi amor, de su último disco, canta: «Sin ropa los dos / Haciendo el amor en su habitación». El trasvase al directo se acompaña de una coreografía calificada como sensual. Pero también erótica y pornográfica. Más allá de algunos tuits paródicos que se viralizaron como verdaderos, lo han expresado padres que consideran que una artista así no debería actuar de ese modo, anunciando que no volverán a sus conciertos con los pequeños.

«El problema verdadero de los menores es el porno que pueden ver en un móvil, al que le has dado acceso, y no un concierto de Aitana con un show así», comenta el psicólogo Manuel Lage, que considera las reacciones de algunos padres excesivas: «Al margen del mal o buen gusto, que yo ahí no me meto, me parece algo exagerado». En una línea similar se pronuncia Carlota Ojea, promotora de espectáculos: «Es que lo que puede perturbar a un menor y causarle daños importantes para el futuro es todo a lo que puede acceder desde los móviles, no esto. Además, Aitana no dice que hace un concierto orientado para un público infantil. Por ejemplo, en Rock en Familia —un espectáculo familiar que Ojea representa en Galicia — se cuidan los contenidos y no se habla de sexo, ni drogas, ni nada, ya que está pensando para menores de 12 años. Pero esto es otra cosa y no se puede frenar la libertad de expresarse de una artista».

La decana de Socioloxía de la UDC, Raquel Buján, también insiste en que no se trata de un concierto para niñas de 8 y 9 años. «Otra cosa es que a los niños les guste, la quieran ir a ver y los lleven. Y habrá padres a los que no les guste eso y no quieran explicar determinadas cosas a sus hijos, pero lo que no pueden hacer es evitar que exista», resume Buján. Lo asocia a la llamada cultura de la cancelación, «que se instaura como método para solucionar las cosas que no se aceptan y que pueden tener un efecto muy negativo y anular lo que nos hace diversos. No puedes exigir a los demás tus gustos a golpe de tuit».

Cambios de modelos

Sandra Guedev es una artista que funciona con el nombre hydn. También hace pop electrónico con coreografías impactantes, aunque en su caso tira más hacia lo gótico. «De pronto, dime un amigo: "Vou ir ao teu concerto coa miña sobrina". E eu dígolle ‘¿Cantos anos ten? Porque eu non fago música para nenos'. Un pai ou unha nai que leva á súa filla a un concerto debe saber que artista é. Aitana considerou que é o momento de avanzar», explica.

En cualquier caso, considera que hay otro problema: «Creo que deberíamos deixar de tomar á xente famosa como modelo, sobre todo cando son artistas: hydn xoga cos límites da moralidade pero ¿vou a deixar de facelo por iso? Hai que saber filtrar, coñecer o que hai e despois decidir». Junto a ello, hace una reflexión: «Creo queé mellor que descubran o sexo nunha canción como Mi amor, que fala desde a igualdade, e non cun vídeo de porno violento como os que estan vendo hoxe en día nenos de 9 e 10 anos».

Otra cantante pop en la onda es la viguesa Dani Dicostas. «Estoy muy a favor de Aitana y creo que es libre de expresarse como quiera. En ningún caso me ha parecido obsceno nada de lo que vi. Se muestra empoderada y la puesta en escena va muy acorde con la temática del disco y las canciones. No creo que lo tenga que endulzar porque tenga público infantil. Tampoco creo que nada de lo que haya hecho sea comprometido para ese público».

Por su parte, una de las artistas de referencia de la música gallega, Sés, señala que «como case sempre e, sobre todo, nos últimos anos, non me instalo nin nun polo nin no outro». Y aporta su mirada sobre la erotización de las estrellas del pop: «Entristéceme ver o oco que ocupan as mulleres na música, porque a hipersexualización supostamente libre é unha gaiola de ouro, pero xamais apoiaría nin secundaría un linchamento deste tipo, que forma parte do mesmo sistema machista que a coloca a ela nese lugar. Ela é unha vítima do mito da libre elección, pero non é a culpable do sistema que a degrada».

De la pelvis de Elvis Presley al «Like a Virgin» de Madonna

A lo largo de la historia, los movimientos pélvicos y los contoneos han generado polémicas en la música pop. En 1956, cuando Elvis Presley acudió al Ed Sullivan Show —el programa estrella de Estados Unidos entonces, seguido por miles de familias — vio cómo todo lo que ocurría de cintura para abajo en su cuerpo no salía en la pantalla. Se consideraba algo obsceno y de mal gusto que, además, podía imitarse por la juventud. Algo que finalmente ocurrió.

Tres décadas después era Madonna quien, en 1984, se movía sinuosa sobre una góndola por los canales de Venecia cantando Like a Virgin («Me hiciste sentir, radiante y nueva / como una virgen, tocada por primera vez»). El vídeo se veía en España en programas infantiles como La Bola de Cristal, presentando en sociedad a una artista que iba a dinamitar y redefinir el propio concepto de la polémica.

Desde entonces, cada vez que estalla una nueva controversia por la carga sexual que imprimen los artistas —de Lady Gaga a Miley Cyrus, pasando por Beyoncé y ahora Aitana— se acude a estos ejemplos. Sin embargo, Cristina V. Miranda subraya una diferencia: «Como madre hubiera visto mejor para mis hijos ese tipo de provocación de ir más allá de lo establecido, como la que hacía Madonna. En los bailes sexis de Aitana no hay nada de profundidad. Estamos en otro lugar, donde esto es pura estética elegida. Lo que está haciendo Aitana me parece que lo que hacía Norma Duval. Es puro deleite visual que, si te engancha, es maravilloso. Pero no hay nada transgresor, más allá de que antes ver a Aitana era una experiencia que podía ser familiar y ahora no. Ya está».