Arkaitz Carracedo, la figura emergente de la oncología en España: «Debemos ser optimistas, porque el cáncer cada vez se cura más»

Raúl Romar García
R. Romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

CÉSAR QUIAN

Cree que se cumplirá el reto de supervivencia del 70 % de los pacientes, previsto para el 2030, pero asegura que para conseguirlo debería triplicarse la inversión en investigación

20 nov 2023 . Actualizado a las 17:05 h.

Premio Nacional de Investigación; ganador primero de una elitista beca Starting Grant y luego de una Consolidator Grant del Consejo Europeo de Investigación (ERC); mejor investigador joven de la Fundación AstraZeneca; premio Constantes y Vitales, beca Leonardo de la Fundación BBVA... Arkaitz Carracedo (Bilbao, 1979) está en racha y sigue imparable en una carrera que lo ha llevado a ser considerado como una de las nuevas figuras más relevantes en la investigación contra el cáncer, tanto a nivel nacional como internacional. Investigador Ikerbasque del CIC bioGUNE, Carracedo, de padre gallego de Melide, acaba de participar en el congreso internacional que la Asociación Española de Investigación contra el Cáncer (Aseica) celebró en A Coruña.

—Es uno de los investigadores jóvenes más laureados. ¿Sigue la racha?

—Es verdad que hay momentos críticos en la carrera en donde si te dan un apoyo marca una diferencia en poder plantearte proyectos ambiciosos y si esos proyectos salen, pues la repercusión es alta. Es una cadena que se alimenta. Tuve la suerte de conseguir un apoyo del ERC, en un proyecto ambicioso con la Starting Grant, viniendo de un posdoctorado en el que me había venido bien. La Starting Grant es un tipo de proyecto que te da tiempo y capacidad para definir proyectos ambiciosos. El centro en el que estoy, CIC bioGUNE, me ha dado, además, un apoyo en personal, en estrategia, que me ha permitido desarrollar ideas de alto riesgo, y esto ha ido alimentando la maquinaria de generar un equipo. No solo he ido pudiendo traer investigadores, sino también estabilizarlos, algo que en España es muy difícil. Tengo un equipo de 25 personas en el que hay seis que llevan conmigo casi 13 años trabajando. Esto es una suerte, porque hace que no solo haya ideas, sino capacidad para desarrollarlas.

—Viendo la situación de la investigación en España, usted es un privilegiado.

—Sí. Esto también define que cuando tenemos voz y recursos tenemos que utilizarlos. No solo para producir ciencia, sino también para generar impacto. Proyectos como las ERC Starting o Consolidator que tengo ahora son herramientas para negociar, para intentar mejorar condiciones de las personas en el laboratorio, para ganar visibilidad, y con la visibilidad tener voz y poder influir a través de organizaciones como Aseica o participar de la política científica. Hay una carrera que es a corto plazo, que es intentar seguir produciendo resultados que nos mantengan en el juego, y luego una visión a largo plazo, que es en qué podemos contribuir para que este país tenga un sistema de ciencia que sea mejor. El talento está ahí, entonces tenemos que generar el suelo fructífero para que la gente pueda crecer.

—¿Estamos viviendo una explosión de terapias contra el cáncer?

—Sí, sí. Tenemos como dos vías muy potentes que se han abierto. Una es la de catalogar el cáncer, que las herramientas de diagnóstico molecular sean más accesibles y baratas y que con eso podamos tener mucha más información sobre cuál es el número de DNI de cada tumor de cada paciente. Y, además, tenemos cada vez más versatilidad en los tratamientos. Lo que tenemos que hacer es encajar un tipo de tumor con un tratamiento en una búsqueda racional para mejorar las terapias. Y es de lo que hablamos en el congreso de A Coruña. De los tratamientos que tenemos disponibles podemos identificar a quién le va a ir bien con qué combinación, porque no vamos a curar el cáncer con un tratamiento único, el juego está en combinar. Combinarlos es fundamental, pero tenemos que hacerlo con una base de conocimiento. Y tenemos que ir más allá: cómo contribuye el ecosistema del tumor, todas esas células que son normales pero que pueden o ayudar o impedir la formación de cáncer. Si lo entendemos quizás podamos utilizarlo como herramienta para tratar mejor la enfermedad.

—Y podremos hacer una mejor prevención.

—Sabemos que hay mutaciones en cáncer y hay células que se parecen a células de cáncer, pero que no son cáncer en muchos de nuestros tejidos. La enfermedad no aparece, lo que quiere decir que nuestro cuerpo realmente tiene la capacidad de contención. Quizás debemos entender cómo nuestro cuerpo tiene la capacidad de contener el cáncer cuando somos jóvenes, porque esa capacidad empeora cuando envejecemos. Tenemos que saber cómo fortalecerla, y eso nos lleva a estrategias de prevención de estilo de vida, pero también a fármacos y a nuevas herramientas de diagnóstico.

—¿Se refiere a inmunoterapias para fortalecer el sistema inmune?

—Hablamos de inmunoterapias, pero también de nutrición, de cómo podemos quizás hacer fármacos no solo para el sistema inmune, sino también para las células que están viviendo en el tejido, como los fibroblastos, las células que componen los vasos sanguíneos. El sistema inmune es el gran ejército que tenemos, pero hay mucho más sobre cómo el terreno puede ayudar a favorecer o dificultar que el cáncer aparezca. El sistema inmune se regula no solo a través de los fármacos y no solo a través de la célula del cáncer, sino que las propias células normales que viven dentro del cáncer facilitan o dificultan que el sistema inmune entre en el tumor, que se active o que se inactive. Tenemos diferentes estrategias de acción. Una directa es la inmunoterapia y más allá podemos hacer que el terreno sea mucho más hostil para que el cáncer aparezca. Acabamos de tener una charla de María Alcolea que nos cuenta cómo las células que empiezan a crecer de una manera descontrolada están muy dictadas y condicionadas por las células normales que viven en ese mismo tejido. Entonces, si entendemos esto y entendemos cómo funciona, quizás podemos hacer mucho más difícil que una célula de cáncer tenga la capacidad de crecer una vez que tiene las mutaciones.

—¿La prevención también empieza con la dieta?

—La dieta es una herramienta clara. Es uno de los factores de riesgo que aumentan la posibilidad de desarrollar cáncer y lo hace a múltiples niveles. Tenemos que entender cuál es su contribución y cómo podemos explotar ese conocimiento. No solo la dieta, sino lo que ingerimos, como los fármacos que tomamos de manera crónica. Hay millones de personas que toman antidiabéticos, antihipertensivos, antihipercolesterolémicos y tenemos que entender cómo esos fármacos condicionan, alteran, mejoran o empeoran el crecimiento del cáncer. Tenemos que tener una visión un poco más holística de cómo funciona la célula del cáncer y la formación del tumor. Y habrá una parte que lo hagamos desde la prevención, en lo que el estilo de vida es fundamental, porque hoy en día sabemos que nuestro cuerpo tienen unas barreras que impiden desarrollar un cáncer aunque aparezcan las células tumorales. Entonces hay que identificar cómo podemos mantener esas barreras altas durante mucho más tiempo, eso es fundamental. Y luego ver cómo ayudan los fármacos en los momentos en que hay cáncer o, quizás, incluso antes de que surja.

—¿Podemos ser optimistas en la lucha contra el cáncer?

—Debemos ser optimistas. El cáncer creo que tiene un impacto social de estigma muy fuerte que creo que tenemos que trabajar a nivel sanitario de concienciación, de apoyo psicológico, pero también tenemos que decir que el cáncer cada vez se cura más. No es una enfermedad que vaya a desaparecer, porque está en la naturaleza de cómo funciona la vida, pero si miramos atrás estamos curando muchos más cánceres. Hay cánceres que ya no suponen un riesgo para la vida del paciente. Uno de testículos se cura casi en el 100 % de los pacientes, algunas leucemias linfomas se curan casi en la totalidad de los pacientes... Estamos empujando los límites de curación de algunos cánceres y tenemos algunos grandes retos de otros que diagnosticamos demasiado tarde o que aún no entendemos cómo podemos tratar de manera eficaz. Pero si miramos atrás hemos mejorado mucho, hemos doblado la supervivencia en cáncer en los últimos 40 años y seguimos empujando estos límites. Tenemos que hacerlo desde el conocimiento, y quizás el mensaje fundamental es que solo desde el conocimiento podemos mejorar el tratamiento del cáncer. Si estamos en la cocina y queremos hacer un plato de estrella Michelín tenemos que hacerlo a través del conocimiento, de saber cómo mezclar los ingredientes. Y el tratamiento del cáncer es lo mismo, tenemos que saber qué fármaco, para qué paciente, en qué características y en qué momento usarlo.

—Es la medicina personalizada.

—Exacto.

—¿Se cumplirá el objetivo marcado para el 2030 de que el 70 % de los pacientes sobrevivan?

—Este es un objetivo que ha planteado la Asociación Española Contra el Cáncer. Lo que transmite este objetivo es que tenemos que empujar la barrera de supervivencia del cáncer y que para ello hay que hacer una inversión fuerte y estratégica. Probablemente lleguemos, porque los tratamientos contra el cáncer funcionan de una manera explosiva. Aparece un nuevo fármaco y revoluciona el tratamiento de un grupo de pacientes, y eso empuja la supervivencia. Yo creo que nos acercaremos mucho al 70 % y esto va a suponer que algunos cánceres sean altamente curables y que nos centremos en aquellos pacientes que tienen una supervivencia todavía muy baja. El reto va a seguir, pero el mensaje va a ser que solo con estrategia y ambición vamos a ser capaces de mejorar el tratamiento del cáncer.

—¿Haría falta para ello triplicar la inversión en investigación?

—Sí. Hace falta que miremos a la investigación a nivel de Estado y de país. Tenemos que mirar la investigación como algo que genera una riqueza económica, una riqueza en salud, una riqueza humana y a nivel formativo. El porcentaje de inversión que ahora tenemos en investigación está muy por debajo de nuestro entorno y hay que pensar que esta inversión es esencial y hay que empujarla hacia arriba. Hay que triplicarla, hay que ser ambicioso. Pero no es solo poner más dinero, es creer que la investigación es el motor para que vivamos más y mejor, para tener una sociedad altamente formada, para tener tecnología, para ser capaces de hacer innovación. Cuando hablamos de invertir en innovación es una trampa si no pensamos en que la innovación viene del conocimiento. Primero es el conocimiento, que luego repercute en la innovación. Sin ninguna duda, hay que invertir más, hay que triplicar, hay que ir por una inversión constante que sea una parte esencial del motor económico del país, porque eso tiene un retorno en fondos europeos, en fondos internacionales, en fondos de empresas, en formación de personas, porque así ganamos siempre. Todos los datos dicen que por cada euro invertido en investigación hay un retorno que lo supera. Ganamos todos.