Es difícil que toque, pero año tras año, miles de personas se repiten la misma pregunta: «¿Y si le toca a los demás?». Detrás de cada décimo hay diferentes motivaciones, pero una de las más comunes es el miedo a quedarse fuera del reparto
19 dic 2023 . Actualizado a las 20:19 h.Unos 75 euros por cabeza es lo que gastarán los gallegos en la Lotería de Navidad 2023. Se reparten 2.590 millones en premios, lo que supone 70 millones más que el año pasado. ¿Cómo de probable es que nos toque el gordo? Muy poco. Hay tan solo una probabilidad entre 100.000. Y sin embargo, nunca perdemos la esperanza y seguimos comprando.
Comprar décimos de lotería nos hace sentir bien. Y además de la ilusión y la alegría colectiva, hay otro factor importante que puede hacer que la compra de décimos no acabe nunca. Un fenómeno que los expertos definen como «envidia preventiva». Según explican, existen complejos procesos psicológicos detrás de cada apuesta como las emociones, las motivaciones o las actitudes entre otros.
Los tipos de jugadores
Entre las personas que juegan a la lotería, hay varios perfiles. El primero es el del explorador y aventurero. Una persona a la que le gusta arriesgar grandes cantidades de dinero, sin aplicar la lógica, y no se deja guiar por supersticiones. «No tiene límites para jugar y no teme apostar», advierte Marisol Rodríguez, psicóloga de «Top Doctors».
Otro perfil es el del competitivo, que solo juega para ganar. «Para este perfil de jugador, no obtener el resultado que deseaba supone un importante desasosiego», afirma Rodríguez. La experta señala también al estratega, para quien el azar no entra entre sus planes. Juega buscando combinaciones numéricas y usando la razón a la hora de apostar, «sin dejar espacio a fórmulas aleatorias».
Más allá de los perfiles competitivos —los menos frecuentes— están los que juegan por la experiencia. Un perfil de jugador que busca el momento compartido con familiares y amigos, y que es precisamente el que suele sentir envidia preventiva. Cuando juega suele tener muy presente el pensamiento «¿y si le toca a los demás?». Así que termina apostando por miedo a quedarse fuera del reparto.
Finalmente, está el supersticioso. Para este tipo de personas, la superstición es un caso particular de un fenómeno psicológico llamado «ilusión de control», que es la tendencia a comportarse como si se pudieran controlar los sucesos aleatorios como los juegos de azar. «Los supersticiosos recurren a amuletos, apuestan un día en particular, juegan siempre los mismos números, etc. Todo para demostrar que están por encima de la suerte. Este tipo de jugador está influenciado por las tradiciones y por la educación recibida», afirma Rodríguez.
«Cómo voy a comprar solo un décimo... y si toca la lotería en el bar donde desayuno todos los días... y si sale el número que jugué el año pasado... Son algunos de los pensamientos que prácticamente todo el mundo se ha planteado alguna vez a la hora de comprar lotería de Navidad», afirma la psicóloga clínica Silvia García Graullera. Sin embargo, añade, «las personas más vulnerables, como podría ser el caso de los enfermos de TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo), son más susceptibles de sufrir crisis según se acerca el día, ya que esos pensamientos supersticiosos se agudizan. «Tienen muy presente el denominado pensamiento mágico, es decir, la idea reiterada de convertir lo posible en lo probable».
También las personas que sufren trastorno bipolar deben tener especial cuidado durante las fases de euforia y exaltación. «Si el período navideño coincide con momentos de positivismo pueden llevar a cabo un gasto descontrolado en lotería, ya que pueden llegar a estar convencidos de que conocen el método infalible para que les toque la lotería», afirma García. Asimismo, supone un período en el que se produce un porcentaje elevado de recaídas de pacientes con adicción al juego.
¿Qué pasa con los que ganan?
El día 22 de diciembre, cuando la suerte ya se sabe, el psicólogo Héctor Galván señala que los «ganadores se ven envueltos por una sensación de satisfacción, euforia y alegría, las cuales se van haciendo más profundas a los tres días del sorteo, cuando comienza a salir de un estado de desrealización». Al respecto, añade, que «es recomendable que no difundan el resultado, y sigan durante un tiempo su vida personal y profesional tal y como era hasta el momento».
Asimismo, concluye, «es importante no confundir la ilusión con intuición o premonición, ni depositar en la posibilidad de que nos toque la lotería la solución a todos nuestros problemas y la motivación de nuestra vida, porque si no aparecerán sentimientos de frustración, arrepentimiento e incluso ansiedad por no haber resultado premiados»