Al menos 2.000 personas murieron en España por tomar hidroxicloroquina, el medicamento que recetaron Trump y Bolsonaro contra el covid

Jon Garay MADRID / COLPISA

SOCIEDAD

Donald Trump, en una reciente imagen tomada en Nueva York
Donald Trump, en una reciente imagen tomada en Nueva York Europa Press / Contacto / Laura Bret | EUROPAPRESS

Un estudio calcula en 17.0000 los fallecidos en varios países por el uso inadecuado de un fármaco que habitualmente se usa para la malaria, pero que fue promovido para tratar las infecciones por SARS-CoV-2

05 ene 2024 . Actualizado a las 15:58 h.

En los meses que transcurrieron desde que estalló la primera oleada de la pandemia de covid en marzo del 2020 y la llegada de las primeras vacunas a finales de ese mismo año -en España, como en el resto de la Unión Europea, el remedio de Pfizer comenzó a inocularse el 27 de diciembre-, fueron varios los medicamentos utilizados para intentar frenar el avance del virus. Además de algunos antivirales empleados contra el VIH, se hicieron pruebas con la cloroquina (o hidroxicloroquina, un derivado de la primera), un antipalúdico promocionado sin pruebas científicas por Donald Trump y Jair Bolsonaro. De ahí que acabara siendo conocido como el «medicamento de los populistas».

Un estudio publicado este martes en Francia por la revista Biomedicine & Pharmacotherapy asegura que al menos 17.000 personas fallecieron en el país vecino, Estados Unidos, Bélgica, Italia, Turquía y España por tomar esta sustancia. En nuestro país el número de víctimas asecendería a casi 2.000. Según esta investigación, en el momento en el que se administró el fármaco, España contaba con 104.715 personas hospitalizadas por covid, de las que 87.437 recibieron este tratamiento y 1.895 habrían fallecido a consecuencia del mismo (con un margen estimado de variación de este último dato de entre 1.475 y 2.094). El mayor número de víctimas se concentró en Estados Unidos, donde el entonces presidente Trump anunció que tomaba cloroquina como prevención. En su país, de 888.037 ingresados se lo dieron a 551.471 y habrían fallecido 12.739.

 Ensayo de la Generalitat

La polémica empezó pronto con este medicamento, «no muy usado en nuestro país», según María Josefa García Barrado, profesora de Farmacología de la Universidad de Salamanca. La cloroquina y su derivado, la hidroxicloroquina («o cloroquina hidroxilada», precisa la experta) se usan desde hace años contra la malaria y, «cuando no funcionan otros tratamientos», contra algunas enfermedades autoinmunes -aquellas en las que nuestras defensas atacan al organismo- como la artritis y el lupus.

Su aplicación contra el covid se debió a la influencia de Didier Raoult, un epidemiólogo francés que logró atraer la atención de los citados Trump y Bolsonaro. «Creo que es bueno, he oído muchas historias positivas sobre ello. Y, si no es bueno, se lo diré así. No me va a hacer daño. Ha estado ahí unos 40 años, para la malaria, el lupus, para otras cosas. Yo lo tomo, trabajadores que están en primera línea lo toman. Muchos médicos lo toman», llegó a decir el entonces presidente estadounidense, que semanas antes propuso utilizar «inyecciones de desinfectante y luz solar». I

Incluso Emmanuel Macron visitó al entonces gurú médico en su clínica de Marsella, donde los pacientes hacían cola esperando un tratamiento que mezclaba la hidroxicloroquina con un antibiótico de ampio espectro llamado azithromycine. Llegaría a comparecer en el Parlamento galo y el ejército compró un cargamento en China. Posteriormente se demostraría que falsificó los resultados de sus ensayos. Según publicó Le Monde en aquellas fechas, la administración de esta sustancia causó 103 efectos secundarios graves en un espacio de cinco semanas, con complicaciones que desembocaron en ocho paradas cardíacas, cuatro de ellas mortales.

En España se probó de forma experimental en aquellos primeros momentos. Llegaría a aplicarse, según algunas fuentes, al 85 % de los hospitalizados. Fernando Simón fue preguntado por ello en una de sus comparecencias diarias. «La hidroxicloroquina se ha demostrado en algunos estudios que puede reducir hasta cierto punto el riesgo de infección. Las personas que no han pasado la enfermedad .-en referencia a Trump- no tiene sentido que se la tomen». Y añadió que «no es inocua, se usa para la prevención de la malaria o su tratamiento, y tiene efectos secundarios hasta en el 7% de las personas, como problemas gástricos o de piel, pero en algunos casos menores puede tener cuadros de cambio de carácter, problemas de personalidad». «También puede provocar arritmias», añade la profesora García Barrado.

Donde más énfasis se puso en esta sustancia fue en Cataluña. Oriol Mitjá, el epidemiólogo de cabecera de la Generalitat -acabaría teniendo roces también con la política sanitaria llevada a cabo por Quim Torra- que criticó duramente a Fernando Simón -«No tiene el currículo para hacerlo, no da la talla», llegó a decir-, promovió un ensayo clínico con 3.000 personas a las que se administró hidroxicloroquina. Tras dos meses, tuvo que reconocer su fracaso. No había diferencias entre los que recibieron el fármaco y los que no.

Suspendido por la OMS

La cuesta abajo de la hidroxicloroquina como tratamiento contra el coronavirus comenzó en mayo de aquel año con un controvertido estudio publicado en la revista médica The Lancet. En este se concluía que esta sustancia no solo no aportaba ningún beneficio a los pacientes ingresados, sino que aumentaba el riesgo de arritmias y muerte. El 28 del mismo mes, la Organización Mundial de la Salud (OMS) suspendió temporalmente los ensayos, decisión que fue criticada por algunos expertos. En España se siguió administrando. La Agencia del Medicamento consideró que las conclusiones de la mencionada investigación no eran «suficientemente sólidas».

Casi cuatro años después se ha cuantificado el número de muertos. Los autores del estudio publicado esta semana apuntan a que la cifra será más alta al no haberse contabilizado los casos en Brasil e India, donde también se administró. «Lo que debemos tener en cuenta es que se trata de una estimación aproximada, en el sentido de que solo afecta a unos pocos países durante un corto período de tiempo y el número total de muertes es probablemente mucho mayor», subrayan.