Petroglifos contra pirámides en Xiabre

Serxio González Souto
Serxio González VILAGARCÍA / LA VOZ

SOCIEDAD

Martina Miser

El misterio milenario del arte rupestre galaico aflora en torno a la cumbre que domina el mar de Arousa a través de una ruta sencilla y accesible, dotada de señalizaciones, paneles y un sistema de audioguía

02 mar 2024 . Actualizado a las 20:16 h.

Alrededor del año 2670 antes de Cristo, el arquitecto egipcio Imhotep, resucitado por el cine mucho después como preceptor de momias vengativas, espeluznantes escarabajos carnívoros y otras lindezas truculentas, ideó la que se considera la primera pirámide funeraria jamás construida: una estructura escalonada de sesenta metros de altura a través de la que el ánima de su faraón, Zoser, podría ascender para encontrarse con el dios Ra cuando llegase el momento. Más o menos por aquel entonces, en plena Edad del Bronce, los habitantes del lejano oeste europeo iniciaban la larga tradición de grabados en piedra —esta práctica siguió ejercitándose en Galicia al menos hasta el Medievo— que hoy conocemos como grupo galaico de arte rupestre. Así que cuando a alguien le asalte la tentación de pisar, rascar, ensuciar o encender un fuego cerca de una estación de petroglifos, particularmente frecuentes en las Rías Baixas, debería contar hasta diez, envainársela y pensar que quienes dibujaron los trazos que está a punto de arruinar probablemente fuesen contemporáneos de Keops. Y que, si bien mucho más modesta, su obra lleva ahí tanto tiempo como la gran pirámide de Guiza en las arenas del desierto.

Fuerzas de orden tan distinto como las prospecciones de control asociadas a la creación de un parque eólico, los devastadores incendios del verano del 2006 y el trabajo de varios equipos de arqueólogos se aliaron en Xiabre para hacer aflorar uno de los yacimientos más sobresalientes de cuantos se han descubierto en el sur de Galicia en las últimas décadas. Como sucede con tantas otras cosas, el hallazgo permaneció más o menos olvidado durante lustros, hasta que el Concello de Vilagarcía apostó por su puesta en valor.

La encomienda, desarrollada por la firma A Citania Arqueoloxía, se traduce en una ruta que encuentra su punto de partida en el área de Fontefría, un oasis de frondosas próximo a la cumbre que, con sus 641 metros de altura, domina el mar de Arousa. Un mapa se encarga de mostrar la ubicación de las 18 rocas que han sido limpiadas minuciosa y cuidadosamente. Su balizamiento, con señalizaciones de madera, facilita su localización a lo largo de una caminata apta para toda la familia. En siete de estos enclaves, una serie de calcos y de códigos QR vinculados a una audioguía permiten reconocer los dibujos.

En su iconografía hay elementos naturales: grupos de cérvidos y sus huellas, que hacen pensar en la caza y sus objetivos, y un posible antropomorfo, una representación esquemática de lo que podría ser una persona. Pero son los petroglifos simbólicos los que dominan la mayoría de las escenas. Cazoletas y círculos concéntricos; un par de cruces y algo parecido a un tablero de juego, que hablan de esa prolongación del arte rupestre en el tiempo. Surcos en el granito que guardan silencio sobre su significado y su razón de ser, emparentados con yacimientos clásicos de este mismo entorno: Laxe dos Bolos, Os Ballotes y la piedra de Meadelo, en Bamio, de la que el día de San Xoán emergía una moura de rubios cabellos con un acertijo a vida o muerte que proponer a los mozos que daban con ella. Aquí, las momias egipcias habrían pinchado en hueso.

Vilagarcía. 42° 33' 49'' N - 08° 47' 48'' W

En lo más alto. Con 641 metros, el Xiabre es la cumbre más alta del entorno de la ría de Arousa

Cómo llegar. Desde Vilagarcía o Carril, a pie o en coche, por la pista que asciende al área de Fontefría.

Cómo verlos. Las primeras horas de la mañana y las últimas de la tarde son los mejores momentos para percibir con claridad los dibujos. En un día sin sol, la visibilidad queda muy comprometida.

El mayor peligro. Varias de las rocas grabadas muestran las cicatrices de los incendios forestales. Su efecto puede destruir los petroglifos por completo.